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¿Qué hacer con nuestra herencia cultural? - Reseña de Ópera Queer | Revista Colibri
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¿Qué hacer con nuestra herencia cultural? – Reseña de Ópera Queer

Por Cinquemani F. C.

“…no soy un marica disfrazado de poeta

Aquí está mi cara

Hablo por mi diferencia

Defiendo lo que soy

Y no soy tan raro

Me apesta la injusticia

Y sospecho de esta cueca democrática…”

Pedro Lemebel

Foto: Noelia Pirsic


Ópera Queer
se presenta como un espectáculo lírico disidente nacido en la urbe porteña. No hay palabras que puedan definirlo ya que excede cualquier intento de encasillamiento: justamente, es allí donde radica su fuerza y su encanto. 

Elles dejan en claro que el arte es una herramienta y como tal debe ser utilizada. Es así que toman la ópera, género que conocen y estudian amorosamente desde su infancia, para llevar a su público de visita a esa época clásica que, si bien de un modo u otro es conocida, en general no es habitual, y muchas veces se cree que es exclusivo de ciertos estratos sociales y culturales. Luchi y Ferni, con gracia y desparpajo, alzan su voz en la calle, en el escenario o dónde sea que les inviten a desplegar su manifestación artística. 

¿Por qué manifestación?
Si bien es un espectáculo que todes pueden disfrutar entre risas y anécdotas que elles van desplegando magníficamente en cada puesta en escena, al prestar un poco de atención se pueden leer múltiples líneas de sentidos que se traslucen al tiempo que conmueven profundamente con sus voces. 

Elles no están acá para entretener, ni para volver cómodamente al hogar pensando que es una sociedad tan inclusiva que deja que maricas sudacas hagan pasar un buen rato. Ópera Queer conmueve, interpela con estilo y delicadeza a quién esté un poquito despabilade y quiera escucharles de verdad.

Foto: Lucía Apogliessi

Foto: Lucía Apogliessi


Como presentación de cada una de las obras que entonan, cuentan su historia, contextualizando su época para que, de su mano y escuchando sus voces, se pueda revisitar ese pasado clásico que suele imaginarse como perfecto e inmaculado. Una de estas narraciones es especialmente llamativa: Fígaro le dice a un joven de quince años que no puede andar coqueteando con chicas de su edad, sino que en cambio le toca ir a la guerra, para defender a su patria. Y, ¿cuál es el justificativo de esto? simplemente que vive en el siglo XVII y tiene un pene entre las piernas.

¡Con cuánta simpleza muestra Ferni lo ridículo de las convenciones sociales! Sea cual sea el tiempo histórico, no hay verdades últimas sino ideales dogmáticos y vacíos que muchas veces no generan más que sufrimiento. Así es como Ópera Queer se dispone a interpretar “Non più andrai” (Amadeus Mozart, Las bodas de Fígaro) al tiempo que combina marchas y entrenamientos militares con pasos de baile característicos de los jóvenes de hoy, y finaliza con un inconfundible grito de tribu que manifiesta la necesidad imperiosa de dejar la hipocresía, para pasar a hacer preguntas reales y contundentes.

Durante uno de los espectáculos de 2020, Luchi se cuestiona: “¿Qué hacer con nuestra herencia cultural? Somos actrices vivas y políticas”. Sostienen que enterrar y olvidar a artistas de otras épocas no es la solución, sino que el revisionismo histórico es algo que debe hacerse, con todo el trabajo que implica, porque no es solo revisitar sino también transformar. Luchi propone que toca aprender de las obras del pasado, ya que pueden ser utilizadas como espejos de nuestra sociedad actual, para aprender de ellas al analizarlas desde un lugar vivo y seguir abriendo preguntas. 

Cuentan cómo en sus inicios la preocupación por interpretar las óperas a la perfección estaba presente para elles. En cambio, hoy entienden que su interés se encuentra justamente en modelarlas, llevarlas a la calle, hacerlas populares. 

Ópera Queer es manifestación artística, es emoción y fragilidad, es acción política, es humor audaz. Se distinguen por la coherencia entre lo que piensan, sienten y hacen en cada puesta en escena. Saben el lugar que tienen, y cuál es el sitio que las maricas sudacas ocupan en el mapa.

Con Pedro Lemebel, se aprende que no es lo mismo ser gay en clases sociales privilegiadas, que ser marica, pobre y sudamericana. Es así que Ferni concluye con claridad:

“Si el presente antes no incluía a las disidencias, no incluía a las mujeres también como sujetes artistes, creadores e intérpretes; el presente éste lo incluye y si no, estamos luchando para que nos incluya”.

guarda

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