“Nuestra existencia en la cosmovisión originaria era vista como de espíritus libres o dos espíritus, antiguamente no nos llamaban travesti-trans, esto viene con la introducción del colonialismo”, dice Maby Ibáñez a Revista Colibrí, activista de la organización Mujeres Trans Argentinas (MTA) del Valle Calchaquí en el territorio de Cafayate. Comenta que aunque no había un nombre definido, su capacidad para transitar la dualidad entre dos espacios, lo femenino y lo masculino, se reconocía como un don, era vista como un puente entre el mundo material y el mundo espiritual.