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Cuando el espacio verde deja de ser público | Revista Colibri
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Cuando el espacio verde deja de ser público

A veces se naturaliza la idea de pasar por los distintos barrios porteños y ver en la ciudad los parques enrejados. ¿Cuántas veces nos preguntamos si eso es acorde a la característica Pública de estos espacios que deben pertenecer a la comunidad? El pasto cada vez parece más verde, podemos ver más flores en primavera, más arreglos, pero también más encierros en estos oasis en medio de la ciudad.

Hay un momento del año en que los vecinos tenemos ganas de salir a la calle a disfrutar del barrio y respirar bocanadas de aire fresco. Queremos tomar sol, pasear a nuestras mascotas y llevar a nuestros hijos por unas horas a jugar al fútbol a un espacio alejado del mundo de la cibernética.

Pero es evidente que en los últimos tiempos esta idea básica de salir de nuestras casas sin tener que gastar dinero y poder pasear al mismo tiempo, se complejizó. Porque hay un gran negocio detrás de la obra pública y parte de ese universo oscuro tiene como foco principal nuestros queridos parques, nuestras plazas y nuestra vida cotidiana.

La plaza Aristóbulo del Valle continúa con “refacciones” insólitas sobre todo el perímetro. Exactamente diez meses atrás se habían arreglado caminos, se había modificado el patio de juegos, se había podado y hasta se había colocado un sistema de riego.Ahora van a volver a hacer exactamente lo mismo. ¿Por qué hay que hacerlo nuevamente y en los meses más solicitados por nuestros vecinos que quieren escapar del calor de sus hogares?

Lo peor de todo es que hace dos meses que las obras avanzan a paso de hormiga o directamente no avanzan. En el lateral de la calle Campana hay tachos y recipientes conteniendo agua estancada favoreciendo la regeneración de mosquitos y ni hablar de la cantidad de basura que no se recoge. Hay días que los fierros y materiales de construcción están sobresaliendo la reja de la plaza y son sumamente peligrosos para cualquier persona que pase por ahí. Además, el colmo, es que la calesita sigue funcionando y los niños tienen que esquivar todo tipo de despojos para poder dar unas vueltas y sacar la sortija. ¿Quién se hace cargo si hubiese un accidente?

Otro ejemplo es nuestro querido parque de Agronomia donde las rejas y la policía privada nos expulsan del pasto y el aire fresco. En vez de que la policía nos cuide, como tendría que ser, la policía nos saca como si fuéramos intrusos en nuestro propio barrio. Los históricos partidos de fútbol que se hacían entre amigos cuando estaba cayendo el sol, ahora son cosa del pasado.

Y ahora, la concurrida Plaza Arenales que parecía virgen de todas estas maniobras se suma también al foco de tensión. Hay una propuesta para que también sea cerrada con rejas. Una nueva barrera a los vecinos Otro negocio redondo que solo sirve para llenar los bolsillos de algunos pocos que seguramente nunca pisaron la plaza. ¿Estaremos cediendo demasiado y no nos estaremos dando cuenta?. ¿Nos estarán llevando de a poco a que nos olvidemos que había espacios accesibles y gratuitos para todos?

Estos espacios parecen perder de a poco la característica de públicos, ¿quiénes pretenden que llenen las plazas y parques?

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