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Abrir la puerta para ir a jugar | Revista Colibri
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Abrir la puerta para ir a jugar

Recomendación de cine semanal

Por José Luis Santos

Blue Jay es una Ópera Prima de género romántico con un alto grado de autorreflexión cinematográfica. La película austera en costos de producción apuesta todo su trabajo a la relación entre los actores y a la lucidez de dirección para captar mediante la cámara los pulsos de tensión que llevan al desarrollo de un conflicto estancado.

La historia se desarrolla cuando se reencuentran en un pueblo de California, después de veinte años, una pareja de novios. Él está en el lugar porque debe vender la casa de su madre, la cual ha fallecido recientemente. Ella, de visita por unos días en la casa de su hermana.

Toda esta situación es pretexto para que durante casi una hora y media de película se atraviesen emociones encontradas de los personajes frente a la cotidianeidad del día a día en el que viven. Es importante destacar que la película trabaja en el cliché pero no cae de forma ingenua en su utilización y ese punto es lo que resulta interesante observar para el espectador.

Jim (Mark Duplass) y Amanda (Sarah Paulson) se reencuentran en el supermercado del pueblo. La incomodidad que connotan con los gestos la pareja de actores, es de un nivel magistral. La química se mantendrá durante todo el filme pese a que ella es quien resalta su trabajo dramático. Ésta escena particular funciona como detonante de la historia a través de la dirección.

Enmarcando a los protagonistas en un plano distanciado y mediante el trabajo fotográfico en blanco y negro, se logra dar cuenta de lo conflictivo de la situación: encontrar un amor del pasado.

 

Caben destacarse los momentos en que la película hace referencia al acto cinematográfico en sí o a la autoconciencia del género específico de drama romántico. Un ejemplo de esto es cuando la pareja encuentra una colección de novelas de amor y las tildan de anticuadas o rebuscadas. La película se planta a contar una historia entre dos personas desde una mirada distinta pero abordando lo establecido en cuanto al estilo.

Los temas tratados son de índole existencialista disfrazados por una pareja que en la adolescencia se amaron en profundidad y en la actualidad la vida los ha ido curtiendo en experiencia y lejos del ideal de felicidad o romanticismo. Estos tópicos son inteligentemente desarrollados gracias a su profundidad. Se manifiesta el paso del tiempo, la nostalgia, la posibilidad de dirigir el destino propio, pero también se explicita el poder sobrevivir al mundo cotidiano como un lugar hostil para el individuo.

Jim y Amanda pasan toda una noche tratando de buscar respuestas a lo que fue de ellos, a lo que podría haber sido y al lugar donde se encuentran en el presente, cada uno con su vida. Esta autoconciencia cinematográfica se da constantemente incluso dentro de la diégesis. Ellos juegan a representarse como un matrimonio y ahí prueban lo que debió ser, el ideal Platónico.

La película no carece de una visión ideológica frente al presente social y sus conflictos entre la dicotomía campo/ciudad. La postmodernidad es puesta en juego en cada momento desde la presencia del antagonista (Amanda atiende el celular para hablar con su marido o su hermana) hasta las referencias a la puja de clases en las zonas menos pobladas. El supermercado nuevamente como ejemplo nos da el plano de distintos frascos con el mismo producto pero variando su precio dependiendo el tamaño. Es casi ridículo como se representan esos productos en el mostrador dando cuenta de la ferocidad del liberalismo en contraposición a las casas vacías del pueblo.

El plano es estático con poca profundidad de campo, casi como una fotografía. Estos planos detalles son resultado de una búsqueda de belleza poética que se refuerza con los versos que Jim escribía en su juventud. Y simultáneamente funcionan como un ojo crítico a lo que respecta fuera de la historia de la pareja.

Otro ejemplo de esta lucidez social localista es cuando el protagonista manifiesta el miedo al explicar que trabaja en la construcción, restaurando casas. Le preocupa la mirada de ella que económicamente ha triunfado de acuerdo a la convención social económica de la clase media.

Jim y Amanda se reconocen. Deben, literalmente, re-conocerse, saber de sus vidas, que paso con ellos, y evitar en todo momento (ese es otro recurso fabuloso de la historia) juzgar al otro o el modo de vida al que debieron adaptarse. El infantilismo también es un punto de escape a tanto drama. La pareja juega a lo que pudieron ser, bailan y suavizan los vértices de la realidad con bromas y chistes. Este recurso es por momentos muy necesario para evitar que la tensión dramática de la historia se vuelva sofocante.

blue jay 2

Volver a la casa de la madre fallecida, es volver a revolver la adolescencia y ese primer amor. Los personajes descubren constantemente las personas que fueron e incluso, por momentos, piensan que antes eran mejores y recuerdan con nostalgia su relación.

El guión está trabajado conscientemente mediante la fuerza de los diálogos. Solo dos personajes mantiene la historia a flote y construye detalles mínimos a primera vista que por su complejidad cargan en varios momentos la película de una vitalidad estremecedora. Un ejemplo es cuando Jim tratando de continuar con ese juego de la “casita” (absurdo quizás porque ahora son “adultos”) y pese a que la risa ha invadido la situación, tienen que volver a ser ellos. Pero el personaje vuelve a la carga improvisando una nueva broma para alegrar a ella y robarle un segundo más por la noche (otro plano constante).

Otro de estos detalles que construyen los personajes y sus distintivas personalidades es el acto de llorar. Los dos ríen de lo mismo mostrando una complicidad denotada pero, a la hora de llorar, son en extremo distintos. Tanto en los momentos que se conmueven como en el modo de hacerlo.

La película coloca a la pareja en una situación de inmediatez constante. Es el gran logro narrativo de este filme independiente que se atreve al género romántico para repensarlo con humildad e inteligencia. Amanda tiene que llevarle helado a su hermana embarazada, y el tiempo está marcado por lo que tarda en derretirse el “producto”. Pero ellos necesitan detener el tiempo con un café, con una cerveza, con cualquier excusa.

 

 

LO DESTACADO:

-La magnífica actuación de Sarah Paulson.

-El montaje preciso en los momentos de tensión dramática.

FICHA TÉCNICA

Año: 2016

Título original: BLUE JAY

Duración: 85 min.

Dirección: Alexandre Lehmann

Guión: Mark Duplass

Elenco: Mark Duplass, Sarah Paulson, Clu Gulager

Música: Julian Wass

Fotografía: Alexandre Lehmann

Productora: Duplass Brothers Productions

 

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