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"Dashua": la violencia en escena | Revista Colibri
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Actualización de 2018: Luego de haber sido acusado de abuso, estafa moral y económica, humillación, precarización laboral y del escrache público, Pacheco se suicidó.  Lee la nota «Lo insostenible de la incoherencia».

Por Colibrí Revista

Ante la violencia y la opresión que sufrió y sufre la mujer hoy en día, ante una problemática universal, sin fronteras, sin tiempo ni espacio que nos sacude cotidianamente, ante la lucha constante que mujeres de todos los recovecos del mundo siguen empujando por la igualdad; la cultura tradicional -fomentada por los medios- busca desde el tratamiento y la información, desviar la atención, entibiar, conservar el poder.

No son sólo sucesos, no es sólo violencia, no puede haber más lugar para las especulaciones, los estereotipos, las valoraciones. La situación que atravesó y atraviesa la mujer y su lucha cotidiana no es moda, es una opresión sistemática.

El director Omar Pacheco junto al grupo de actrices y actores con el que trabaja, presentan Dashua, una propuesta estética, filosófica e ideológica, pero sobre todo una propuesta política: militar el arte como transformación social apostando al cambio desde el sentir con el cuerpo. Lejos del entretenimiento, la obra propone hacer carne la problemática que atraviesa la mujer. Propone pensarnos y pensar a la sociedad, a la violencia, a la opresión, al poder cómo un sistema que atraviesa culturas, fronteras y religión.

Dashua 1-2 (Imagen oficial).jpg

Dashua es la representación de los cuerpos en dos cuerpos. Es un universo de objetos como signos de una realidad, es un espacio entre luces que reflejan lo explicito, y la oscuridad que invita a ver más allá de lo visible; y es un guion de música y sonidos que exige reflexión.

“Cuando uno quiere entender tanto y nos ve, encuentra una gran contradicción… no voy a decir exactamente qué significa Dashua, es la construcción de un fonema, habla de una zona muy clara del poder que ejerció el hombre, cómo la religión atraviesa al ser humano, cómo la mujer queda presa en una situación donde tiene que luchar doblemente para poder igualar algunas posibilidades”, dijo Pacheco en diálogo con Colibrí, y continuó: “Es muy difícil explicar que es Dashua, cómo es muy difícil explicar el teatro que hacemos porque hay que, de alguna manera, abandonarse a sentir. Si te permitís eso, la entendes, si queres seguirla intelectualmente quedas afuera”.

Tratándose de un tema amplio, una problemática y un sistema de poder que traspasa fronteras, ¿cuál fue el trabajo previo para poder lograr transmitir una esencia de lo que pasa con la mujer?

Omar Pacheco: Cuando una temática es universal nunca te instalas en un determinado espacio físico, en un tiempo determinado y en un lugar específico, si lo que conlleva siempre es la violencia. Es un elemento que tiene que ver con la muerte y al mismo tiempo con la sumisión, con la posesión, con el abuso de poder, con la sensación. Para mí lo más importante de la obra es lo que se percibe porque no se ve mucha violencia explicita.

Fue cambiando y cambia ahora también. Ese cambio reafirma cosas que sentimos en el cuerpo que no nos completa. Fuimos sacándole objetos más descriptivos y haciéndolos más simbólicos. Nos quedamos con lo esencial. Ponerle una urca en la cabeza, es más que una violación, es más que una posesión, es más que robarle la sexualidad y hacerla propia. Es violar lo más íntimo de la mujer.

Valentín Mederos (Actor): en el proceso de creación, ratificamos lo que aprendemos en la formación… el arco de coherencia: ratificamos la sensación de inestabilidad en lo formal y fortalecimiento de lo esencial. Fue sacar todo lo que distraiga y todo lo que sea más ligado a la forma y quedarnos con lo que comunique el verdadero sentido de lo que se quiere trasladar al espectador.

Omar Pacheco: Tiene que ver con aprender del error, y el primero que tiene que aceptar el error es el que orienta y por general no se ve, porque parecería que descalifica o que no tenes las cosas claras. Cuando algo distrae, cuando ya no es esencial, cuando lo fundamental paso a ser auxiliar, accesorio, no hay que quedarse con eso.

Hay entonces un objetivo más general además de representar una problemática…

Valentín Mederos: el sentido es transferir contenidos profundos, ninguna obra de Omar va a estar orientada a una temática que tenga que ver con algo circunstancial, mucho menos con algo superficial o banal. En todas las temáticas, la idea es que se universalicen y que toquen en el espectador algo que quizás desconoce desde lo formal pero que sí comprende desde una percepción más sensorial e intuitiva. O sea, que el contenido esencial no vaya a una zona intelectual sino a otra vía de comunicación… después cada obra tiene su sentido, su mensaje, con mucha claridad, pero el sentido general es movilizar esa zona que el espectador desconoce pero que termina conectándose casi universalmente, y por eso las producciones han tenido una comprensión en otras partes del mundo también.

¿La propuesta estética es otra forma de lograr que el espectador abandone el lugar de pasivo y observador?

Omar Pacheco: Es eso. La música no es el sonido, sino el perfume de lo que uno imagina. Trabajo con un sistema de luces que yo invente y eso potencia mucho la creación porque hay una obra que no se ve, que tiene un rigor especifico que es trabajar en lo oscuro. Ellos están viajando todo el tiempo por todo el espacio. Todo lo que está pasando ahí, no llega de la información, tampoco de la acción obvia y específica, sino que llega por el deseo que va a ocurrir. Yo creo que cualquier horror contado desde la belleza. En este caso, la temática planteada desde un lugar estéticamente bello hace que la belleza sirva porque no es la belleza del sistema.

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La obra la interpretan la actriz María Centurión en representación de las mujeres víctimas de violencia, y el actor Valentín Mederos, simbolizando el uso del poder y la violencia como sometimiento.

¿Qué experiencia tuvieron al representar con el cuerpo una problemática social tan cotidiana?

María Centurión: Dashua me atraviesa desde sentir que la mujer viene siendo vejada, humillada y puesta en un lugar de degradación desde todos los lugares, desde la institución, la familia… y para mí es muy importante porque realmente lo puedo atravesar con el cuerpo y siento que, no es una mujer, no soy yo un personaje al que le está pasando esto, sino que, en realidad, este cuerpo tiene que ver con todos esos cuerpos. Me hace vivenciar algo muy fuerte que me parece muy importante poder trasladar, que lo vean y lo puedan sentir.

Valentin Mederos: Desde mi rol, creo poder entender cuando los mecanismos de control están dados en lo más sutil, en lo más indefinido, en lo que parece poco obvio pero que tiene mucha más contundencia.  Fue muy importante también como un cuestionamiento personal. Creo que ningún proyecto trascendente te deja a vos como indiferente, te hace cuestionarte y cuestionar a los que están al lado tuyo. Creo que le va a pasar al espectador también que se comprometa con lo que está pasando, a quedarse con cuestionamientos, contradicciones, preguntas.

El rol  al no ser direccional, al no ser como un estereotipo, sino que tiene sus flaquezas y contradicciones, hace que sea una posición que lo podes llevar a cualquier vínculo de opresión y de poder.

¿tuvieron que  deconstruir valores que traían en sí mismos para construir este tipo de teatro lejos de lo formal?

María Centurión: acá pude meterme en zonas de miedos, de censuras, de inhibiciones, de prohibiciones propias que uno ni siquiera sabe que las tiene. Poder sentir, parece incoherente no poder sentir. Cuando empezas a trabajar con vos te vas dando cuenta que en realidad nunca te enseñaron a sentir, siempre te enseñaron a pensar que tenías que hacer esto o lo otro, que tenías que ir por acá o por allá. Sentir era algo que estaba muy escondido.

Este camino tiene que ver con lo artístico y con lo filosófico, no vamos hacer una obra de teatro para entretener, tiene que ver con algo muy profundo que queremos transformar en nosotros pero que también queremos transformar  en el espectador.

¿Es una militancia?

Valentín Mederos: Si. Cuando uno cree en determinadas ideas, proyectos, la militancia consiste en ser fiel a eso y ponerle el cuerpo todos los días. Nosotros estamos constantemente preocupados en el crecimiento del proyecto, en el crecimiento individual, colectivo y grupal, ponemos el cuerpo y creo que, desde un lugar, desde una porción de la cultura, se hace un cambio. Es importante que cada uno encuentre su área o donde puede profundizar cambios profundos, es importante cambiar uno para después cambiar la sociedad.

*

La obra está los lunes a las 22hs y los sábados a las 21hs en el teatro “La otra orilla” (Gral Urquiza 124). Con la compra de una entrada, se puede ver la obra gratuitamente cuantas veces se quiera. El objetivo es que el espectador no deje de seguir descubriendo cosas nuevas, de reflexionar, de pensarse y pensar a la sociedad.

Leer entrevista a Omar Pacheco: Teatro de resistencia

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