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Teatro de resistencia | Revista Colibri
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(Actualización 2018: Luego de haber sido acusado de abuso, estafa moral y económica, humillación, precarización laboral y del escrache público, Pacheco se suicidó. Lee la nota «Lo insostenible de la incoherencia«).

Entrevista a Omar Pacheco

Por Colibrí Revista

El teatro es un lugar de convección donde la gente va en general a pasar el rato a entretenerse y a veces a preocuparse por una problemática que tenga que ver con un texto más o menos bien desarrollado en su concepto más tradicional”, define Omar Pacheco, fundador del teatro «La otra orilla». “Nosotros pensamos bastante opuesto. Para nosotros el teatro es una forma de vida, una forma de construir un hombre distinto, su formación es determinante para que se pueda producir un hecho estético que sea un cambio rotundo, porque es un cambio rotundo en la formación, en la educación, en la forma de ver el mundo y por lo tanto también es un cambio profundo del sistema de comunicación”.

Hace ya 35 años el teatro sigue resistiendo a lo establecido creando inestabilidad, cuestionando la cultura tradicional, rompiendo estructuras en la formación, en la educación, en la técina, el método, hasta en el rol del espectador.

Desde su búsqueda y su experiencia, Omar Pacheco cuenta la razón y los objetivos del arte como resistencia y revolución.

 

¿Qué es entonces para vos el teatro?

Para mí el teatro es un ritual. Ritualizarlo implica ceremoniarlo, es tomar la esencia del trabajo de formación. Es un lugar de encuentro de uno con uno y con sus fantasmas a partir de habitar un mundo aparentemente desconocido donde no hay linealidad del relato, donde no hay una construcción formal de conflictos, donde no hay demasiadas cosas de entender de antemano, sino que hay que entregarse y empezar a concebir. Estos actores formados desde un lugar distinto provocan emociones, sensaciones y estados en el espectador que son inéditos, eso es la comunicación para nosotros; lo otro es entender una idea. Es otra cosa.

El cambio en la formación es por lo tanto fundamental…

Uno trae tanta contaminación, tanto prejuicio, tanto miedo, tanta intelectualidad que desarmar todo eso lleva un proceso y un tiempo importante. La única manera de entender esto es no racionalizando tanto, porque en realidad a lo que lleva eso es al prejuicio, a la división, a la organización de la idea, es como inhibir la libertad del impulso y el impulso es el único sentido de poder crear para ellos y para mí también, cuando algo genuino aparece y el cuerpo esta liberado como para poder expresarse se construye un signo que lo tomamos y empezamos a trabajar sobre eso.

¿Por qué todas las obras que hiciste tienen que ver con la mujer?

Porque para mí son generadoras de cambio además de generadoras de vida. El hombre fue siempre más conservador, especulador, el hombre tuvo todo más a mano y eso me parece un abuso. Hay gente que no lo quiere, no lo puede admitir y en realidad ha sucedido…  uno desde su parte masculina o femenina pueda hablar de esto, en realidad, el primero que se cuestiona soy yo; y si yo me puedo cuestionar, puedo cuestionar a todos ustedes.

El tema es no serle cómodo a la gente, no tocar lugares de seguridad, sino dejarla inestable, pensando y viendo que siempre uno está creciendo, cambiando. La gente se preocupa mucho por lo cotidiano, por lo económico, por lo exterior político, no se mete adentro de la política. Creen que los políticos son estos que tenemos.

¿Qué es lo que más te preocupa?

Que la toma de conciencia sea tan importante que la gente empiece a sentir que la única manera es ocupar los espacios, ganar la calle, ganar cualquier espacio que sea posible. Porque de la casa no resolves nada. Los cuestionamientos intelectuales que teníamos nosotros en la casa discutiendo política, nunca han resuelto nada. Yo siento que, si bien me equivoqué, porque fui un tipo que estuvo en los extremos de la izquierda, me parece que, si me volvería a equivocar, me equivocaría desde ese lugar.

Desde tu parte netamente femenina, ¿cuál es el lugar de la mujer en la lucha?

Es la que generó el cambio y genera el cambio. El hombre va atrás haciendo lo que puede. Lo que me interesa siempre seguir en la mujer es la constancia en la lucha. O sea, que se apropien también de la permanencia y de la constancia en la lucha, que no existan tantas diferencias por ejemplo en la división de las madres. Estas cosas me duelen mucho… y que no nos roben lo más importante que tenemos de sano y de altruista. Que la lucha siga siendo la lucha, no desviarnos. Y eso no se lo quiero permitir a ellas tampoco, porque en realidad fueron las generadoras de que surgiera mi obra “la cuna vacía”, mi relación con ellas, la sensación del cambio, lo que perduraba.  Que negocien nunca, no se los puedo admitir, no puede ser que eso suceda.

¿Y el lugar que ocupa el hombre en la lucha?

Creo que está a la expectativa, está siendo guiado. Me parece que el hombre es un ser más ladino, no hablo generalidades. Hay hombre que han transformado y han sido coherentes, a mí lo que me preocupa es la coherencia en la vida. Que vos descubras que lo que yo te digo es verdad, que sepas que mi vida tiene que ver con esto que te digo, que no salgo y soy otro tipo. Eso es lo que me preocupa.

Yo tengo que ser muy coherentes porque si no el grupo no existiría con estas convicciones. El grupo hace este teatro y vive esta vida y piensa de la vida así, y tiene esta militancia. Creo que lo que hay en el hombre es una sensación de una mirada del ombligo muy tremenda donde cree que todo esto que se habla de la mujer, pasaría a ser como una moda. Es cosa de seguir resistiendo, consciente o inconscientemente, a la necesidad de un cambio que nos iguale. Y eso va ser difícil y depende de ustedes.

Es importante e interesante proponer que la militancia no sólo está en los partidos políticos…

No te olvidas de tu compromiso cotidiano. Yo sé que este gobierno no me va a dar nada, está buscando de que manera cerrarme el teatro. Sé que mi enemigo está ahí, no tengo esa militancia de los 70, pero tengo una militancia donde los chicos pueden ver que todavía en el escepticismo que se tiene y que tienen ellos también y con justa razón, pueden encontrar gente que todavía reivindica la lucha todos los días, cotidianamente.  Se hace difícil, pero todos los días, juntos, podemos hacer las funciones, podemos pensar que podemos ir a un barrio, podemos trasladarlo al interior del país, hay grupos que están funcionando en Mendoza, Misiones, en zonas marginales. Es la tarea que yo elegí.

¿Te quedó algo de tu militancia política en la década del 70?

La voluntad y la disciplina son cosas muy importantes, en la política también. Si hay algo que me quedo de la política fue ser disciplinado, porque no podíamos llegar tarde después de una movilización a un control, teníamos que cuidar la vida todo el tiempo. Una cuestión de disciplina que no se está viviendo ahora, pero uno puede trasladársela en una charla a los chicos. Creo que yo me estoy aproximando a lo que uno soñó, los chicos están acá sintiendo que es un espacio que no solamente lo están haciendo crecer, sino que lo cuidan, se forman y que están consiguiendo cosas para ellos y para los otros. Porque siempre la vida es con otros y para otros, si es para uno ahí morís.

 

 

 

 

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