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Arte vs cultura | Revista Colibri
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Arte vs cultura

Ensayo

Por Franco Salas

En la actualidad, tan apurada y desidiosa, solemos confundir o emparentar palabras y/o sus significados. Si bien los términos a diferenciar tienen similitudes, sus fines últimos son los que valen para hacer este ensayo. Las palabras y sus significados a discernir son: arte y cultura.

El grueso de las opiniones al respecto, ubican arte dentro de cultura, pero la realidad es que se contraponen. Una intenta romper el orden establecido por la otra. Etimológicamente, la palabra “arte” viene del latín ars, artis y se refiere a una obra o trabajo que expresa mucha creatividad. En el mismo sentido la palabra “cultura” también viene del latín, que a su vez proviene de cultus y significa “cultivo, cultivado”.

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Obra del artista callejero Bansky (Fuente: http://www.banksy.co.uk/)

Si bien la etimología apenas dio un breve panorama sobre el origen de los términos y a qué se vinculan, su definición debería ser la solución al problema. Según la Real Academia Española (RAE) el arte tiene varias acepciones, aquí las que pueden interesar: 1) Capacidad, habilidad para hacer algo; 2) manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. Sin duda la segunda es la más cercana a la idea, pero para resumir se puede decir que: el arte es la capacidad de hacer algo que se manifieste por medio de recursos de la realidad o lo imaginado.

Oscar Wilde, célebre escritor irlandés, dijo que ningún gran artista ve las cosas como son en realidad, porque si lo hiciera, dejaría de ser artista. Por su parte el autor de La metamorfosis, Franz Kafka, expresó: “La literatura es siempre una expedición a la verdad”.

También cultura tiene dos opciones de definición interesantes, según la RAE: 1) Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico; 2) Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etcétera. Al igual que en el caso anterior, la segunda es la opción adecuada para el planteo.

Ahora bien, se puede decir que en la definición de cultura se lee la frase “grado de desarrollo artístico”, pero no se refiere más que a un paneo general por los movimientos de pintura, música, danza, teatro, etcétera, de la época. Por ende, entendemos que la cultura es temporal, es decir que corresponde a un período de tiempo determinado, y que envuelve las costumbres del momento, y a todos los factores que se dan en torno a una realidad, como el campo científico, industrial y artístico. Por su puesto, algunas de esas costumbres o tradiciones trascienden a la temporalidad de la cultura de ese entonces, pero claramente son las menos. Existe una interesante reflexión del escritor Humberto Eco, autor del famoso libro El nombre de la rosa, que dice: “cada cultura absorbe elementos de las culturas cercanas y lejanas, pero luego se caracteriza por la forma en que incorporan esos elementos”.

Bien, queda claro que arte y cultura no son sinónimos, ni que una incluye a la otra, pero ¿por qué se contraponen? Lo que llamamos cultura, es el conjunto de las costumbres. Por ejemplo, dentro de las actuales se atribuye la categoría de derecho a la salud o a la educación (y si no se la tiene se pelea por ellos), entonces creamos alrededor de estas problemáticas la cultura de la educación o la cultura de la salud, que implican diversos pormenores del tema. Así, éstas quedan estables y pasan a ser parte de las costumbres de una época.

A su vez, también se puede hablar de la “cultura artística”, y sería lo que se entiende por “movimientos”, como el modernismo o el surrealismo, corrientes de artistas de una época con un mismo estilo. Pero no sería más que referirse a lo que se daba en un determinado lugar y tiempo, por lo tanto, es coyuntural y engloba al arte temporalmente. Como dijo el poeta Charles Baudelaire, en su famosa obra Las flores del mal, “el arte es largo y el tiempo es corto”.

El arte se reinventa constantemente. Desde estilos o concepciones, siempre ha logrado transformarse para reflejar los complejos, excesos y defectos de las sociedades o para crear nuevas propuestas que establezcan nuevos movimientos y posicionar un estilo, apartando al que era moda. Así surgen las “vanguardias”, artistas que se alzan con la idea de protesta y de revolución contra las realidades de sus respectivas sociedades a través de sus instrumentos de expresión. Interesante pensamiento el de Bertold Brecht, dramaturgo y poeta alemán, que dijo que el arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma.

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Obra del artista callejero Bansky (Fuente: http://www.banksy.co.uk/)

Este fenómeno data desde el comienzo de la historia -por lo menos de la occidental- desde el teatro griego y romano, burlando a sus autoridades políticas y dioses, hasta la época moderna con movimientos como el dadaísmo (contra los medios de expresión tradicionales) o el romanticismo (destronando al racionalismo), rechazando y volteando a las corrientes que formaban parte de la cultura.

Más contemporáneo, en la década del 90, grupos como Nirvana, con su canción “Smells like a teen spirit”, demostraban el descontento de la juventud yankee de aquel entonces o, sin ir más lejos, el fenómeno de la “cumbia villera”, que era y es una voz de los barrios más humildes para contar sus vivencias y despotricar contra el abuso de fuerzas de autoridad, entre otras cosas.

Hay expresiones artísticas que no tienen la necesidad o la intención de satirizar o romper lo establecido. Aunque, sin quererlo, un poco lo van a estar haciendo.

Y cuando todo parece estar resuelto, se cae en la cuenta de que existe una realidad que es imposible pasar por alto. Una no puede vivir sin la otra. El arte no puede vivir sin la cultura, por el simple hecho de que necesita un terreno para desestabilizar, criticar o ironizar. La cultura podría vivir sin el arte, aún que sería un mundo gris, triste e inexpresivo.

“El arte es una mentira que nos acerca a la verdad”, reflexionó el pintor español Pablo Picasso. ¿Para qué sirve el arte?, le preguntaron al escritor argentino Alberto Laiseca, y éste contestó: “para todo lo demás”.

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