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Bestiario - Gabriela Rivera Lucero | Revista Colibri
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Bestiario – Gabriela Rivera Lucero

Fotógrafe del mes
Edición #73
Por Alana Rodriguez

Gabriela Rivera Lucero es una artista visual chilena que cuestiona a través de sus creaciones plásticas y visuales las problemáticas de genero y dinámicas patriarcales. En 2006 comenzó a confeccionar máscaras artesanales con restos de animales desechados de la industria de la carne. Máscaras que son parte de su proyecto Bestiario que comenzó en 2012 y continúa en la actualidad.

Creando estas bestias fantásticas, nos invita a reflexionar sobre la violencia de la industria de la carne y su relacion con la violencia machista.

 

-¿Cómo fue el proceso de crear esas máscaras? ¿Dónde conseguiste los restos de animales?
Bestiario surge a partir de una serie de propuestas de trabajo en base al retrato y en cómo se concibe el rostro como una forma de enmascaramiento. Empecé con un proyecto que se llamaba Presentación Personal que tenia que ver con que en Chile para postularte para un trabajo te exigían una excelente presentación personal, que no implica solamente el rostro sino también la apariencia (general). Parte de criticar este mundo de las apariencias.

A partir de una vivencia personal de violencia verbal donde fui increpada por ser una perra, una zorra, decido hacer un proyecto en torno a ello. Así comencé a construir estas bestias mediante máscaras con una materialidad  principalmente de productos del consumo alimenticio, animales que son concebidos para el consumo, algo que para mí es brutal. Partí con la idea de utilizar residuos porque muchas veces lo que se bota, casi siempre es lo que tiene menor valor, lo que se considera como una sobra, como un resto. Me llamaba la atención que fueran las pieles como el cuero del pollo o el del pescado. Comencé yendo principalmente a las carnicerías de barrio y a un lugar que se llama el Mercado matadero Franklin donde se venden productos cárnicos entre otras cosas, a un precio muy bajo y partí con los cueros porque era lo que me regalaban.

Me llamó la atención que la cerda era de lo mas económico, también era considerado como una sobra y era brutal darme cuenta que ciertas partes de los cuerpos animales valían menos que otras. Entonces va surgiendo por esta idea de que se entre cruza lo animal y lo humano en este caso lo femenino como una ofensa, fue lo primero que me llamó la atención. Yo estudié artes visuales y para mí era super interesante trabajar con los envoltorios de los cuerpos, con la idea de la máscara como una identidad que perturba el rostro, emana ficción y genera esa confusión de qué es lo real y qué es lo ficticio. Me interesa esta idea de darle volumen a algo qué es plano, así que como tengo esta formación de artes visuales creo que va por ahí, porque no sea sólo fotografía sino también algo que tenga que ver con el volumen y lo textil.

– En Bestiario hay dos especies que se cruzan, por un lado seres humanos, mujeres que son violentadas por el sistema patriarcal machista y los restos de una especie sistemáticamente explotada por la industria cárnica, ¿por qué decidiste establecer esta relación en tu trabajo?
Bestiario surge desde lo biográfico, desde la idea de constatar que era tan cotidiano escuchar palabras que fueran grotescas y brutales para insultar a una mujer, que tuvieran relación con un animal y no podía entender que te dijeran que te parecías a un animal fuese un insulto. Ya eso me parecía paradójico, siendo que somos concebidos como una animalidad. Y ahí empece a investigar como según algunas palabras como por ejemplo que seas «hijo de tigre» es algo glorioso pero si eres una «hija de perra» o «hijo de perra» es degrandante, cuando se cruza con lo femenino. Así que surge de lo cotidiano, porque para mí es super importante que la experiencia cotidiana sea el detonante de la creación de la obra. Porque nos va reconectando, que tomar lo que está pasando en la vida cotidiana nos vuelve a conectar con esa sensación de las artes de generar crítica pero desde lo mas común y corriente.

 

– Siendo vegetariana, ¿cómo te sentiste al trabajar con los restos de estos animales, desarmarlos, unirlos y crear algo nuevo?
Siendo vegetariana fue complejo trabajar con los restos de animales, enfrentarme a estos animales. Me duele, lógicamente, me atraviesa ver estos cuerpos fragmentados.

En el trabajo Presentacion personal(2006), en donde recubría mi rostro con fragmentos de bistec de carne, me pasaba que al ir a la carniceria, ver estos cuerpos que no tienen cuerpo, que son fragmentados para hacernos olvidar el origen, me perturbaba. Ya mas adulta me fui dando cuenta de que hay toda una industria en torno a todo lo cárnico que se tiene en condiciones brutales y de explotación grotesca a los diversos animales de la industria ganadera.

A medida que voy haciendo bestiario van apareciendo otros interrogantes que tienen que ver con la hipocresía de la sociedad hispanoparlante, que les resulta más perturbador ver una máscara con carne que comérsela en su plato. También habla de lo crudo y lo cocido, esa fisura habla de esta hipocresía.

Como mujer vegetariana, mi forma de incidir es mediante esta visualidad chocante que también te hace reflexionar de que manera te alimentas. Me ha pasado mucho que dentro de los movimientos veganos genere rechazo y lo entiendo porque efectivamente estoy volviendo a utilizar esta materialidad de corporalidades animales, pero por otra parte hay otro grupo de personas ligadas al vegetarianismo-veganismo, que llegan a comprender que tiene un carácter de denuncia.

Me ha causado mucho dolor, por lo que he dejado de hacer este trabajo por años. Efectivamente trabajar con corporalidades muertas es fuerte, con los años he inventado unos rituales para agradecer a estos fragmentos de cuerpos. Para mí, en el fondo es mi forma de construir una ofrenda a este cuerpo que sino es tirado a la basura, es una forma de reconectarme y agradecer a ese cuerpo.

 

-¿Qué hiciste con las máscaras una vez realizadas las fotografías, las desechaste o encontraste alguna forma de conservarlas?
En los inicios, como no sabia mucho y estaba experimentando, las deseché porque no las podía preservar. Pero ya en 2014, me contacté con un artista, Antonio Becerro, y el me dio el contacto de un maestro taxidermista del museo de historia nutual. Ahí aprendí algunas técnicas de disecado para estas mascaras.

Las que tengo disecadas son la yegua, la mosca muerta, pájara y de la serie de cría cuerva también. Aprendiendo de la momificación y la preservación. Diseco con piedra de alumbre y bórax, luego también buscando otras formas fuera del mundo científico occidental. Así volví a lo mas utilizado por las culturas en Abya Yala que es disecar con el sol y con la sal.

Es así como yegua la sequé con sal. Que yegua no es yegua, hay muchas de las máscaras que no son de ese animal.

– Sobre las fotografías Cría cuervas; abuela, madre e hija cuerva, ¿cómo resultó el incluir infancias en el proyecto? ¿qué significado le agrega?
En ese proyecto a mí me interesaba trabajar en torno a la crianza, las pautas patriarcales y adultrocéntricas. Quería trabajar con mi mamá y bueno, yo siempre estoy a full con mis hijas. Trabajo fuera y dentro de casa. Ellas crecieron con la fotografía y esa fue la primera vez que decidí incluirlas. En ese proyecto participo mi hija mayor Emilia y la más pequeña, Amanda, se divierte mucho con el mundo de la fotografía pero no le gustaba el olor de las máscaras, asi que no participó.

Partió de la idea de cuestionar ciertos dichos como que «vas a criar un cuervo y te va a sacar los ojos». Esta idea de traición a mí me parecía super paradójico, que siempre se dijera que tu hijo o tu hija te iban a traicionar, es absurdo. Para mí la crianza es una oportunidad de brindar amor a una criatura, que tú la trajiste al mundo y bueno, si llega a pasar eso… será nomas. Prefiero criar monstruos a pensar constantemente que son unos monstruos. Me transformo en una madre monstruo y los criaré con amor de todas formas.

Todo fue bien conversado y dialogado porque la idea no era repetir un patrón adultocéntrico. La idea era que no fuese algo incómodo y no lo fue. Considero que el significado que le agrega es reconocer dentro del mundo de las artes visuales y la fotografía, como siempre se trata de mantener al lado o al margen la crianza, asi que siento que al asumir mi papel de compromiso y estar ahí con ellas, también implica reconocer que una como madre consiente, comprometida, está con ellas en todo momento. Que lo personal es político y que estar en este momento de crianza es no separar tu obra de la vida cotidiana.

-¿Qué buscas generar en las personas que vean Bestiario? Alguna devolución que te hayan hecho que te resuene y tengas ganas de compartirnos.
Para mí es super importante generar una sensación visceral al ver las fotos, por eso son con una estética bastante cruda y brutal. Me interesa generar una experiencia fuerte al observarlas pero que no se quede solamente en eso, sino que también sea capaz de hacerte reflexionar acerca de las opresiones diversas que existen. Como decía antes, el proyecto surge desde lo biográfico pero también de darme cuenta que estas violencias del lenguaje implican una violencia patriarcal estructural que no es solamente hacia las mujeres sino también hacia los animales.

Como esta opresión hacia las mujeres y disidencias también se va a traducir en un universo patriarcal que oprime a la naturaleza en general, todo lo que no sean cuerpos hetero patriarcales occidentales es oprimido. En este caso los cuerpos vegetales, los cuerpos animales, que no sean humanos, pero se extiende a todo tipo de naturaleza en donde se entiende que ese cuerpo es explotable.

Me han pasado varias cosas bonitas, devoluciones que me han hecho con respecto a bestiario. Me han escrito profesores de colegios que los utilizan para hablar de arte y contingencia. También me ha escrito gente que es carnívora, que es el público al que apunto y que al ver el trabajo le ha hecho pensar y cuestionar su forma de alimentación y de vida, entonces ya con eso logro lo que busco.

 

 

-Tu trabajo sobre muñecas inflables tiene una relación material con bestiario, ya que en ambos hay una creación de criaturas. Además, ¿cuáles son las relaciones conceptuales que encontrás en estos dos proyectos?
En principio tiene que ver con que son creaciones de criaturas, pero también de envoltorios del propio cuerpo, son criaturas de fantasía y en el caso de bestiario son figuraciones de animal y de mujer. En el caso de la muñeca inflable, son creaciones que tienen que ver con el patriarcado y con la degradación del cuerpo de la mujer como una muñeca para satisfacer instintos.

Ambas criaturas responden a construcciones patriarcales de lo que podría ser un cuerpo femenino, la corporalidad de la mujer monstruosa vinculada con el animal y la corporalidad de la mujer como fetiche sexual. También las máscaras son como unas muñecas de la infancia, entonces también es la muñeca como la criatura con la que se educaba a las niñas para ser madres.

Tiene una doble connotación, por un lado, la mujer erótica sexual y por otro lado la muñeca de la infancia con la cual te han educado para cuidar hijos, hijas o también para aprender a ser una muñeca, un objeto manipulables.

– Para cerrar, nos gustaría que nos compartas una fotografía que tenga un significado especial para vos, de esas que se quedan grabadas en la retina y si querés, nos podes contar porque la elegiste.
Una corresponde a la menarca de mi hija mayor, Emilia. En plena pandemia tuvo su primera menstruación y aludiendo a las culturas ancestrales de Abya Yala, mapuche y aymara, se celebra es llegada intentando deconstruir esta crianza patriarcal occidental en la cual el tabú es tan fuerte que te invitan a que lo ocultes. Yo quería sanar esta memoria de mi infancia y reconstruir también para mi hija algo hermoso. Que ella celebrara con alegría y que recordáse cuando sea mas grande que su primera menstruación fue algo hermoso y que lo vivimos en familia, honrando su primera sangre. Fue hermoso, porque yo la bañe por última vez con flores, siguiendo algunos ritos mapuches.

Todo esto fue en cuarentena, durante la pandemia, entonces yo sentía que su cuerpo estaba reaccionando de alguna manera, que nos estaba mostrando un camino, que estaba creciendo y celebrando el cambio. Entonces la bañé con flores que recogí de la calle, con esta idea de no estar consumiendo.

Elegimos juntas las cosas que más le gustaban que en este caso eran fresas, frutillas, chocolates rellenos con mentas y con eso celebramos. Con cosas bien simples pero que para ella quedaran grabadas. Entonces esta es la imagen del ritual que hicimos y esa otra imagen en donde yo le enseñé a lavar su primera toallita o compresa ecológica, que ella eligió.

Y fue bonito, entonces fue como traspasar a una menstruación de una forma en donde sea una honra y  no oculta, dolorosa, culposa, sino con orgullo.

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