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Crianzas en Cuarentena – "Ensamble Encuarentenado" | Revista Colibri
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Crianzas en Cuarentena – «Ensamble Encuarentenado»

Por Verónica

A decir verdad, cuando se anunció la cuarentena obligatoria creí que mi casa sería lo más parecido a una batalla campal. Por suerte, me equivoqué.
Me encontré con la sorpresa de que, acá, hay equipo. Cuando existen relojes parece que la vida pasa sin vernos realmente, la rutina, la locura de cumplir se desvaneció y les ví, nos ví.
Les más golpeadas por el encierro son mi hijo de 5 años, que pasó su cumple en cuarentena, y une adolescente de 13 años (hije de compa) que pasará su cumple encuarentenade. Elles, quienes más me enseñan, son mis héroes en este lío. Elles, y en general todes les niñes y adolescentes, son quiénes merecen los aplausos todos los días.
El día de su cumple, mi niño, Auca, rebelde amoroso y sabio, me sintió triste por no poder festejar su cumple rodeado de gente amada como todos los años desde que llegó a este lado de la vida, me dijo “quédate tranquila mami, no importa, cuando termine lo del coronavirus festejamos”. Tuvo torta, su ansiada tarjeta y un regalo comprado en un kiosco de la cuadra. Y amor, siempre.

Yo, en particular, como feminista, mujer, madre y compañera de un varón-cis que trabaja fuera de casa siete horas al día, me encuentro todos los días surfeando entre maternar lo más amorosamente posible, tener espacios personales y no morir en el intento. “¡Antes de la cuarentena tenía mis sagradas tres horas de jardín de Auca para mí sola!”, me repito en un acorralado berrinche, a veces. Otras muchas veces disfruto de la compañía de estos seres hermosos: adolescente artista, personal y divertida, niño fuego, desopilante, amoroso e intenso y compañero sensible, empático y aliado. Y de la reciente visita del otro niño de la casa que vive con su mamá, pre-adolescente de 10 años sensible, divertido y empático también.

A veces, sólo respiro y pienso: «esto también pasará«. Otras, respiro profundo y reconozco lo afortunada que soy. Justo a tiempo sané lo más que pude y lo sigo haciendo.

Esta cuarentena me encontró fuerte. Me encontró ensamblada en una familia – tribu – manada. Criamos en libertad, criamos amorosa y respetuosamente. Nos enojamos, sí. Nos gritamos (alguna vez), sí. Pero lo cuestionamos, lo charlamos, nos pedimos perdón y seguimos. Nos decimos qué nos gusta, que no, qué  necesitamos. Nos amamos, nos reímos, jugamos, nos repartimos tareas porque todes somos parte de esta casa – hogar  trinchera. Y yo, sigo en este vaivén de emociones, aprendiendo de mí y de les demás. Apreciando mis limitaciones y mi  potencia. Extrañando. Sintiendo intensamente mi ciclo cada mes, aprendiendo a escucharme y a escuchar, a sentir mis necesidades.

Al final, yo también necesitaba cosas, espacios y momentos.

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