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"Doscientas ideas" - Entrevista a Raúl Perrone | Revista Colibri
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«Doscientas ideas» – Entrevista a Raúl Perrone

Por José Luis Santos.

 fotografia por Lara Seijas.

Son aproximadamente las seis y media de la tarde y acá, en el bar de siempre, la gran mesa con, aproximadamente, cuarenta personas. La mayoría, por supuesto, están hablando de la pasión que los une, el cine. Vienen del taller de Ituzaingó; cada sábado, durante la tarde, todos trabajan en equipo haciendo cortometrajes.  Entre ellos se encuentra Raúl Perrone, que me señala un rincón dónde podremos conversar con más tranquilidad. Nos sentamos, sonríe y yo le doy «play» a la grabación.

¿Cómo surge la idea de tu nueva película «Cínicos»? ¿Cómo se desarrolló el proceso creativo en vos?

La idea de la película surgió de haber leído justamente sobre los cínicos, que en griego quiere decir «perros», y lo tomé como una señal. Y me gustó mucho la idea de los tipos, había leído a Diógenes, me pareció interesante entonces visualizar eso. No en la época antigua porque sería imposible en cuanto a las condiciones de producción. Veía los griegos con las túnicas, no me interesaba esa imagen. Asociado al teatro de Beckett me gustaba mucho más la idea de que los tipos sean pordioseros, en realidad eran eso, entonces los imaginé como perros.

Me había quedado pendiente ir a filmar a la fábrica donde había hecho Fábula y fue maravilloso porque entré y ví eso fue como una ciudad abandonada. Empecé a imaginar las habitaciones, las ropas, la fábrica con cosas que no funcionan. Me gustaba la idea de Ibico: un tipo que escribe para el pueblo, se enamora de una mujer y el pueblo se le viene en contra. Pretexto para hacer una fábula con textos que habitualmente no eran los que yo trabajaba en mis películas. Intervenimos con Damian Zeballos que es profesor de historia textos de Shakespeare, Marlowe, Rimbaud y Pasolini. Sumado a eso que hablaran los personajes en un tono casi teatral.

¿Cuál fue el desafío más grande a la hora de filmar la película?

El desafío fue trabajar con mucha gente, la gran complicación fue el calor, hacía casi cincuenta grados, era muy insoportable filmar en esas condiciones y con nada de ventilación, no teníamos ni aire acondicionado ni ventiladores. Fue un sacrificio para toda la gente y para mí. Pero se laburó con mucho entusiasmo, la gente puso lo mejor de sí, fueron muy esperados los viernes para ir a la fábrica, era como místico. Se trabajó con mucha alegría, con días complicados, porque yo soy medio complicado también ¿no? (sonríe). Fue un rodaje bastante agradable, te diría.

¿Cómo lograste la homogeneidad en el código actoral de Cínicos?

Lo hablo en el momento y es, también, lo que trato de transmitir en el taller. En el caso particular de Cínicos los tipos tenían mucha, mucha letra y había que decirlo tal cual estaba planteado, no podían cambiar una coma, soy muy obsesivo con eso. Entonces, yo mandaba los textos individualmente la semana anterior. Nunca supieron de qué iba la película en su totalidad durante el rodaje porque yo laburo con la improvisación, tampoco sabían con quién iban a interactuar. Por otro lado la cámara tuve que hacerla yo porque nadie podía entender lo que tenía en la cabeza, era muy complicado, eran planos muy largos con muchas vueltas.

¿Se puede leer Cínicos como una metáfora a la situación actual del artista en la sociedad postmoderna?

La tecnología permite que hoy en día cualquiera filme, cualquiera escriba, cualquiera se haga llamar artista. Tenés tu blog o escribís por internet entonces cualquier pirucho habla de tu película. Entonces decís de donde carajo salió el boludo este, pero bueno eso es la modernidad. Estos tipos en esa época, en ese contexto no existirían.

¿Como creador, una vez terminada la película, tus personajes te abandonan, o siguen rondando en tu cabeza?

No, yo termino una película y estoy pensando en otra. Yo creo que no pienso como el común de la gente, me refiero a que no tengo tocs de gente del cine, ni del teatro, como esos que dicen «Ay! Estoy hecho pelota porque me saturo el texto!». Puede ser una situación muy grosa, como por ejemplo cuando filme la muerte de Íbico pero para mí siempre es un juego. Incluso hay muchas escenas de violencia, pero todo con extremo cuidado en cada escena. No lo tomo como una cuestión en la que sufro.

¿Por qué creés que el cine independiente tiene tantos prejuicios a la hora de incursionar en el género? ¿Creés que esa limitación es económica o falta de creatividad?

En la cabeza se puede hacer todo, no hace falta plata, la plata sirve solo para algunas cosas que son inevitables: comer, viajar, me refiero al cine. Después en cuanto a lo otro no, cualquiera que haya visto Cínicos me dice que producción tuviste!, treinta y cuatro tipos vestidos, se compró ropa, la gente te pone la mejor onda, con los vestuarios, se tuvieron que ensuciar. Tiene mucha producción, lo que pasa que está hecha de la misma manera que están hechas todas mis películas. Eso demuestra que no tenés que tener doscientas lucas, para no hablar de millones. Lo que hay que tener son doscientas ideas.

¿Qué le falta al cine argentino que se realiza actualmente? ¿Qué le sobra?

No sé, porque no veo.

¿Cómo ves el panorama de los circuitos de exhibición al cine de autor?

Horrible, la verdad que son muy pocos, debería haber muchos más. Y es una pena ciertos parámetros que pasan. Lo más cercano es lo que pasó ahora con «Cínicos» en el Bafici, las entradas se pusieron en venta el lunes y sorpresivamente a las cuatro de la tarde estaba todo agotado. Entonces, hay un interés muy grande por ver mis películas pero cuando estreno en sala la gente no va en la medida que va al festival. A eso no le encuentro una explicación lógica.

¿Cómo es el espectador que deseas para tus películas?

No, yo no sé, la gente suele decir «Acá está tu público», pero yo no sé cuál es, no sé si es el de antes, si es nuevo, o se mezclaron. Sé que hay un público activo, la gente en el taller, no sé, somos cincuenta y en la sala hay doscientas y pico ¿quiénes son?. Y al otro día éramos cinco en el taller y los otros trescientos ¿quiénes son?. Hay un público digamos, yo no los conozco. Seguramente estarán en facebook, en twitter.
Sé que a mí se me respeta, que hay mucha más gente de la que creo que hay. La gente continuamente me llama maestro, creo que hay mucho respeto por mi laburo. He llegado a un lugar donde pasa eso, en los festivales europeos sobre todo. Ahora en noviembre hay una retrospectiva muy grande en la cinemateca de México. Tampoco me pongo a pensar el por qué sino me paralizo, no hago más el taller. A otro tipo, si le pasará lo que me pasó hace cuatro días estaría en su rancho creyendo que es lo más grande que hay, ¿se entiende?

¿Cínicos es una película aislada en tu filmografía o formará parte de algo más?

Puede ser una película aislada, yo inventé que va ser parte de una trilogía porque quiero hacer tres películas, eso viene de la época de la trilogía de Labios. Es un pretexto para querer hacer más películas. Todo lo contrario de lo que les pasa a los pendejos ahora: hay que meterles un palo en el orto para que filmen.

¿Qué opinión tenés de las escuelas o sobre la enseñanza académica de cine?

No estoy en contra de los establecimientos, estoy en contra de quienes enseñan. Los establecimientos existen y está bien. El problema son aquellos que están enfrente de la gente, tienden más a frustrarlos que activarlos a que hagan cosas. Porque creo que son frustrados la mayoría.

¿Qué consejo le darías a un estudiante de cine que quiere realizar su primer película?

Que se deje de joder y filme.

Entrevista realizada a Raúl Perrone por José Luis Santos para Colibrí Revista.

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