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EL CINE (CON FRANCO) NO TIENE FUTURO - "La reina de España" | Revista Colibri
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EL CINE (CON FRANCO) NO TIENE FUTURO – «La reina de España»

Recomendación de cine semanal

Por José Luis Santos

 

El cine español siempre está atento cuando Fernando Trueba vuelve a filmar (El embrujo de Shangai, El baile de la Victoria). Su mirada hacia los personajes que desarrolla es zagas y comprometida en cada uno de ellos.

En su nuevo filme La Reina de España, el director retoma los hechos de La niña de tus ojos, película en la que un grupo de cineastas españoles deben filmar una película durante el Nazismo. Pero veinte años después, la crítica política a las estados totalitarios del siglo XX es mucho más explícita.

La Reina de España es excusa no sólo para reunir nuevamente al grupo de cineastas, sino también para explotar frente al espectador el máximo grado de nostalgia. A través de largos planos,  con cada uno de ellos se narra que ha sido de sus vidas y se recompone la opinión que tienen sobre el cine, específicamente sobre el cine en España. A través de Blas Fontiveros ,(Antonio Resines) vamos de personaje en personaje observando como lograron sobrevivir en el medio cinematográfico.

El relato marca un bisectriz entre el mundo real representado por las imágenes y el archivo bélico mundial y, por otro lado, el mundo ficcional dado por los estudios cinematográficos y los rodajes con superproducciones manifestadas a través de grandes diseños de vestuario para dar cuenta de la magnificencia de la industria.

La película hace un doble juego porque demuestra que el cine puede ser brutalmente un espacio de realidad y de dolor. Un ejemplo de estas situaciones se da en el plano en que un grupo de mujeres cosen en sus máquinas, incansablemente, disfraces para los actores y otro es el momento en que  los niños huérfanos están esperando en la puerta del estudio para funcionar como extras.

Por otra parte, por momentos, la realidad fuera de la puerta de los estudios tampoco se muestra tan punzante. Cabe destacar las actuaciones que no son para la cámara como es el encuentro en la cárcel entre Fontiveros y Macarena Granada (Penélope Cruz) donde fingen ser familia.

El recurso por excelencia para que la comedia dramática funcione es repetir la fórmula de la película original pero alterando levemente algunos elementos para que el público no se decepcione. Lo complicado de las secuelas o los remakes fílmicos es la comparación, entonces el director sabiamente trabaja una serie de gags originales y utilizados en el momento oportuno pero no se corre de la trama anteriormente dada. Si el antagonista en «La niña de sus ojos» era Hitler, el equipo de cineastas ahora se enfrenta a Franco.

En todo momento el filme nos recuerda que es un homenaje al cine y esta es otra virtud del guión. Una escena interesante para representar esto es cuando el protagonista está sentado en una butaca viendo actuar a Macarena Granada y en el momento que va a besarse con el galán del film un corte brusco de montaje da cuenta de la censura por aquella época. El público que rodea a Fontiveros grita disgustado pero el protagonista permanece imperturbable en la diegesis. Ahí está la fuerza del homenaje a la luz y el movimiento.

Otro de los aciertos del relato es que la denuncia política del film está dada por una única temática: el rodaje de una película. Como anteriormente se demostraba la crítica a la censura a su vez, se da cuenta de la invasión cultural de los norteamericanos al cine español: la escena en que una estrella de Hollywood abusa sexualmente de un actor secundario local. Todo suavizado por gags a través de la construcción de una promesa de trabajo en el exterior.

Cabe también resaltar que el cine español se plantea nuevas formas de hacer peliculas, mejor dicho nuevas formas de pensar la filmografía nacional. El recurso para hablar de este incipiente realismo español en los años cincuenta se enmascara a través del personaje de Leo (Ricardo Mario Darín). Es uno de los pocos personajes que no es atrapado por el género grotesco de la película, mientras que los demás responden a un código caricaturesco y exagerado. Leo es el único que mantiene su seriedad y parece no ser víctima de esa diegesis disparatada. Su papel es despertar a ese cine pomposo y servil a los intereses de un gobierno dictador y proponer nuevas formas de lucha por los derechos civiles a través de la cámara y del código actoral.

Por último el filme declara abiertamente otra idea siempre revolucionaria en lo que respecta al cine,  y ésto es que la película es una construcción artística colectiva pese al tipo de producción en el que se manifiesta. Ejemplo de esto es la constante burla al director reconocido que desde su silla duerme y no tiene la menor idea de lo que está sucediendo a la hora del rodaje.

Otros detalles minúsculos vuelven esta comedia española una idea clara y comprometida de lo que es, lo que fue y lo que debería ser el cine. Se discute en varias escenas cuál es el lugar del guionista en un cine industrial, el conflicto jerárquico entre los que participan de un filme y la lucha salvaje por permanecer vigente.

Una película que agrada si el público busca específicamente la comedia grotesca, el tinte español del exacerbamiento dramático. Un elenco que funciona con fluidez complementándose frente a cualquier desbarajuste narrativo y una banda sonora acertada vuelven la obra interesante y distinta.
LO DESTACADO:
-Arturo Ripstein como Sam Spiegelman.
– La interpretación del Chino Darin en contraste con el código actoral del resto de los personajes.

FICHA TÉCNICA
Director:   Fernando Trueba

Guionista:
Fernando Trueba
Productor:                                                                                                                                                           Cristina Huete
Mercedes Gamero
Mikel Lejarza

Música:
Zbigniew Preisner

Fotografía:
José Luis Alcaine

Montaje:
Marta Velasco

La Reina de España es mi recomendación semanal.

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