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El papel de las Comunas en la ciudad de Buenos Aires | Revista Colibri
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El papel de las Comunas en la ciudad de Buenos Aires

En muchos y diversos momentos históricos de nuestro país, los gobiernos intentaron, en distintos niveles, desestabilizar las demandas populares, intentando que el ciudadano, el vecino, se desentienda de la política. No sólo que no se informe, sino también que no proponga una participación activa en sus ámbitos más cotidianos.

Para hacer cumplir la demanda de los ciudadanos sobre algún tema en particular, sea no colocar una reja en el Parque Lezama o la instalación de un semáforo, si no es a través de la protesta potente, contundente y convencida, la única instancia de participación ciudadana prevista en la constitución de la ciudad, es la Iniciativa Popular.

Esta figura jurídica es una instancia constitucional obligatoria para el gobierno porteño, pero no vinculante, sin embargo inútil en su efectividad porque el porcentaje de firmas para apoyar un petitorio es tan grande que resulta imposible de lograr.

También existe la instancia de Audiencia Pública Obligatoria cuando se desarrollan proyectos de envergadura que puede afectar al medio ambiente o a la vida cotidiana de la gente.

Allí los vecinos pueden expresar sus reparos por algún proyecto polémico o proponer iniciativas alternativas ante las ideas del poder político, que es quien decide en lo concreto, en la mayoría de los casos, desestimando las propuestas vecinales.

Además, los ciudadanos no se enteran casi nunca de estas audiencias y en la mayoría de los casos, los oradores son funcionarios del mismo gobierno que apoyan el proyecto a discutir.

Una de las reformas políticas que permitiría, en teoría, cierto grado de participación, es la división de la ciudad en comunas autónomas, instancia legal que ya esta vigente y que contempla la elección de una junta comunal de siete miembros en cada una de las alcaldías, elección que se realiza desde el 2011.

Este proceso de descentralización comunal, tenía en sus fundamentos tres grandes perspectivas. Por un lado la posibilidad de la incorporación de nuevos actores sociales en la organización de las políticas sociales y en la utilización de una parte de los recursos económicos de la ciudad con la intervención de los concejos consultivos, -ad-honorem- integrados por vecinos.

Un segundo enfoque más técnico era la posibilidad de desburocratizar la gestión para beneficio del ciudadano que es el destinatario de los bienes y servicios en una comunidad y una tercera perspectiva tendría una arista más fiscalista acorde a las características de las experiencias de descentralización aplicadas en América Latina.

Esta instancia está referida al saneamiento de las cuentas del sector público, acción orientada a evitar el derroche, la malversación o el uso del erario publico para sostener estructuras partidarias empleando a militantes o allegados en puestos de responsabilidad gubernamental.

Teniendo en cuenta estos tres enfoques (nuevos actores sociales, desburocratizar la gestión y hacer mejor uso del dinero público) se podía hablar positivamente de esta iniciativa de descentralización y de la instalación de las comunas.

El gobierno porteño y la oposición, no cumplen con la Ley de Comunas en la difusión de sus características para promover la participación de los vecinos en el proceso de constitución real de las comunas.

Recordamos que las zonas descentralizadas tendrían sus propias instituciones autónomas de gobierno, con capacidad de gestión y presupuesto asignado y los ciudadanos de los barrios de cada alcaidía podrían, en algunos temas, gestionar en forma directa.

Pero nada de esto ocurrió y es importante resaltar que no existen actualmente, competencias reales de decisión de los vecinos y el ejecutivo porteño no destina las partidas presupuestarias que necesita cada comuna para funcionar bien. Esta instancia es vital para que el proceso esté vacío de contenido.

Gustavo Dufour es un sociólogo argentino, que participó activamente en el proceso de descentralización europeo, especialmente en las comunas de Barcelona y ante nuestra consulta esto nos comento: “si el proceso de descentralización en Buenos Aires se queda a mitad de camino en la profundidad del cambio, será sin dudas, una experiencia negativa para los vecinos”.

“Cuando analizamos la experiencia europea de màs de 30 años, vemos que luego de una oleada descentralizadora en los ochenta y principios de los noventa, hoy se trata de dilucidar los criterios para decidir las competencias entre los distintos niveles de gobierno”.

Concretamente en Europa se habla de una categoría conceptual definida como “gobierno multinivel, es decir, no se habla solo de gobiernos locales, regionales o centrales, se habla de cuatro niveles de gobiernos que están interactuando en la función pública y es a mi criterio el camino que no existe en la Argentina y específicamente en Buenos Aires”.

Sin dudas, el proceso de comunas en la ciudad, dirigido a incorporar nuevos actores participativos a la trama social y evitar que se apropien de esos canales aquellos que ya están representados en el estado, ha fracasado.

Esta perspectiva es la que menos quieren los funcionarios políticos, que usan las comunas como carrera política para ellos o como pago de favores a sus entornos. Si las comunas no tienen recursos propios (presupuesto porcentual asignado por ley), se cercena la capacidad de decisión, lo cual se traduce en que los gobiernos locales son manipulados por el gobierno central por no tener capacidad autónoma real.

En la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires cuando se habla de comunas, se habla de competencias exclusivas y concurrentes con el gobierno central. Las primeras deberían ser lo más amplias posibles (están ultraminimizadas en la ley aprobada) y las competencias concurrentes con el gobierno porteño, deberían decidirse en los Consejos Intercomunales aprobados en la norma.

En lo cotidiano constantemente suceden acontecimientos o demandas que provocan la participación de los vecinos. Esta voluntad podría ser más fluida y organizada con las comunas funcionando correctamente pero el poder político no tiene esta decisión.

Temas graves como los casos de los talleres clandestinos con su estela de muerte y explotación, los depósitos de ancianos llamados geriátricos, la droga y el alcohol entre los mas jóvenes, los bajos niveles de seguridad en los barrios, el deterioro de calles y plazas deberían ser temas de tratamiento comunal corriente.

Además, con la instalación de las comunas se podría haber revertido el funcionamiento del manejo de fondos públicos en un distrito como la Capital, que tiene el segundo presupuesto más importante del país y donde demandas sociales significativas, como planes de vivienda populares, no figura en la discusión gubernamental.

A pesar de muchas perspectivas favorables enunciadas en una ley de Comunas, que fueron abortadas por el poder político tanto oficialista como opositor, han convertido a los Centros de Gestión y Participación Comunales en apéndices del gobierno central y trampolín de ascenso político de los militantes partidarios, dejando de lado la idea original del proyecto que era ampliar la participación ciudadana.

La importancia de la existencia de las Comunas no es asunto menor, es una necesidad imprescindible para la acción política, aunque sea pequeña dentro del contexto habitual de los ciudadanos. Genera compromiso, participación, preocupación y motivación para la mejora de la calidad de vida de uno mismo, y también de los que tenemos alrededor.

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