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El que luchó y no lloró | Revista Colibri
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El que luchó y no lloró

por Santiago Carrillo

Jorge Ricardo Masetti

“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”, dijo Bertolt Brecht. Tal vez, si hubiera vivido una década más al agosto de 1956 cuando el poeta alemán murió, habría puesto a Jorge Ricardo Masetti en ese lugar de pocos, de imprescindibles.

Masetti cumpliría hoy, 31 de mayo, 87 años. Pero su vida terminó cuando solo tenía 35 julios, en esa década de ángeles que se retiran sin despedirse, sin poder salvarnos y destruyendo utopías; tomando los cielos por la tierra. Masetti fue todo lo que un periodista tiene que ser: audaz, valiente y, por sobre todas las cosas, curioso.

En 1958, cuando era reportero radial de “El Mundo” se dirigió a la Sierra Maestra, donde los barbudos de Fidel Castro y compañía hacían la revolución cubana. Llegó allí luego de atravesar incontables peripecias, camuflado entre la población y esquivando las miradas de los oficiales del dictador Batista que no dudarían en acribillar a un subversivo. Caminó en soledad por la selva, guiado por los guajiros, hasta llegar al campamento de Ernesto “Che” Guevara donde fue el primer argentino en entrevistarlo.

La realidad de un pueblo levantado bajo la dirección de otros muchachos de su edad lo enamoró. Comprendió que un intelectual no podía estar ajeno a la realidad social; que el verdadero periodismo es el que te acerca al pueblo. Su único libro, “Los que luchan y los que lloran”, es la necesidad de dar cuentas de uno de los hechos latinoamericanos más importantes de la historia más allá de una simple crónica.

Con el Che no solo forjaron una fraterna amistad, sino también que sus miradas revolucionarias estaban enfocadas a su argentina natal, donde los militares empezaban –nuevamente- a manipular el orden. Poco a poco fueron allanando el camino.

En principio, Masetti colaboró con la victoria cubana en Playa Girón, donde hubo un intento de derrocar el proceso revolucionario por parte de Estados Unidos, en 1961. Además, comprendió junto al Che que la batalla tenía que darse en el campo informativo, por lo que fundó Prensa Latina: la primera agencia de noticias del continente, para disputar la hegemonía cultural. Allí colaboraron Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Gabriel García Márquez, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Waldo Frank, entre otros.

Por conflictos internos en la dirección de Prensa Latina, Masetti renuncia a fines de 1961. Desde entonces participaró activamente en el proyecto revolucionario del Che, primero colaborando en Argelia con el Frente de Liberación Nacional, que lo formaron como jefe guerrillero, y luego como “Comandante Segundo” fundó en Argentina el Ejército Guerrillero del Pueblo.

En 1963, Masetti con un pequeño grupo de combatientes instalaron en Orán, en la provincia de Salta, un foco guerrillero. Aunque con fúsil en mano, nunca pudo abandonar la pluma, y entre sus cuadernos se encontraron escritos de las experiencias de los fundadores del primer movimiento guevarista en argentina: “De los coyas aprendimos muchas cosas, y los ayudamos todo lo posible. Pero lo más importante es que quieren pelear… Es esta una región en que la miseria y las enfermedades alcanzan el máximo posible, lo superan. Impera una economía feudal. Quien venga aquí y no se indigne, quien venga aquí y no se alce, quien pueda ayudar de cualquiera manera y no lo haga, es un canalla”.

La intención era que el grupo de Masetti se dirigiera en dirección al norte para luego encontrarse con los comandados por el Che, que ingresarían al país por Bolivia. Pero fue un fracaso. La Gendarmería Nacional alertó la presencia del Ejército Guerrillero del Pueblo y los persiguió hasta capturarlos. Algunos, como Marcos y César murieron de hambre en la selva. De Masetti nunca se supo que fue de él, y tal vez las palabras de Rodolfo Walsh fueron las más precisas: “Masetti no aparece nunca. Se ha disuelto en la selva, en la lluvia, en el tiempo. En algún lugar desconocido el cadáver del comandante segundo empuña un fusil herrumbrado”.

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