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El rock después de Cromañón | Revista Colibri
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El rock después de Cromañón

Por Micaela Petrarca

En la calle Bartolomé Mitre del barrio Balvanera estaba ubicado República Cromañón, una discoteca dónde las bandas under se presentaban una vez que decidían pisar más fuerte. La noche del 30 de diciembre del 2004, alrededor de 4000 espectadores esperaban a Callejeros. El recital duró media canción: una bengala impactó contra el techo provocando un incendio y la mayor tragedia por causas no naturales.

   Aquella noche dejó 194 muertos, 14 condenados (en primera medida); un antes y un después en el rock argentino. En esa nueva etapa se beneficiaron unas pocas grandes empresas y salieron perjudicadas una gran cantidad de bandas independientes.

Luego de la catástrofe, los lugares disponibles para tocar pasaron a ser el monopolio de unas pocas productoras que aumentaron sus requisitos. Pablo Germade, voz de la banda under Rock a la Orden, afirma que los músicos que crecieron luego del accidente tuvieron que transitar un camino más difícil. Sus primeros recitales fueron en el 2007.

“Las bandas y el público aprendimos mucho de Cromañón, pero lamentablemente los empresarios de la noche poco y nada” afirma Germade y agrega: “O te cobran una bestialidad, o le piden plata a las bandas nuevas por tocar con alguna ya consagrada, una locura. Se sigue fomentando el mainstream y tapando a las bandas que surgen de manera independiente”.

Uno de los requisitos implementados fue el permiso de tocar sólo en locales de clase “C”. Federico islas, cantante de Toboganes a Marte, tuvo la particularidad de vivir la experiencia del antes y del después: “Es como en toda catástrofe, a partir de ahí se fijan leyes, se hacen controles, se trata de prevenir y de ese modo influyó al rock”. En el 2000 fue baterista de la banda La Bombó, Toboganes llegó en 2007. “Antes tocábamos en cualquier lado, ahora está más organizado, apareció una gran movida de productores. Eso no existía, si tenías manager eras un careta”, cuenta el músico y considera que la nueva movida ayuda al mundo de la música: “el productor tiene onda con algún bolichero y el dueño del lugar accede sin escuchar antes a la banda”.

Fernando Aime es guitarrista de Cielo Razzo, la banda se formó en 1993 y no pertenece al circuito independiente. Pero él también ve el cambio, aunque cree que está en la gente que dejó de llevar pirotecnia “y también en las reglamentaciones que antes eran inexistentes y hoy, a veces, rozan lo ridículo”, manifiesta.

   Hoy en día es difícil encontrar locales donde se pueda pagar con un porcentaje de las entradas vendidas, ó que los dueños se conformen con lo recaudado en la barra como sucedía en Cemento. Aquel semillero que vio crecer a las bandas más importantes del rock: Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, La Renga, Sumo, Los Piojos y muchas otras, actualmente es un estacionamiento.

Las empresas “beneficiadas” luego de la tragedia fueron las que tenían a su disposición infraestructuras superiores a los 200 metros cuadrados como The Roxy, La Trastienda y lo que era Estadio Obras, hoy conocido como Estadio Pepsi Music. La empresa que lidera actualmente el mercado es Pop Art, quien dispone de siete sellos discográficos, un programa de radio y una revista sobre rock.

Las bandas independientes tuvieron que elegir: pagar precios elevados o tocar en lugares sin habilitación municipal. Allí nació, en el 2005, el movimiento Músicos Unidos por el Rock (M.U.R) que bregan por espacios para trabajar y desarrollar su pasión. Germade no pertenece a este grupo, pero tiene una misma ideología: “Las bandas post-cromañon tratamos de ser más solidarias con nuestros pares, divisar que el enemigo no es un colega, sino el sistema que nos quiere tirar para abajo”.

   Minutos antes del accidente, Callejeros había comenzado a tocar uno de sus temas. Aún no se había acabado la canción “Distinto”, cuando ocurrió algo diferente a cualquier otro recital. Las luces se apagaron, el calor comenzó a ser cada vez más intenso, y el aire desapareció dejándole lugar al humo. El año terminó y todo lo que comenzó fue distinto. Para la vida de los sobrevivientes y la de los familiares de las víctimas, para los músicos que formaban Callejeros, para las bandas que estaban por venir y, de otra forma, para las grandes empresas.
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