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Encierro y muerte: Masacre de Pergamino | Revista Colibri
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Encierro y muerte: Masacre de Pergamino

Por Pablo Hernan Velazquez

“El presidio hace al presidiario”

Los Miserables

Esta semana se cumplen dos años y seis meses del episodio trágicamente recordado como la “Masacre de Pergamino”, en la cual un incendio se llevó la vida de siete internos. La Justicia tendrá la oportunidad de condenar a seis oficiales por abandono de persona.

Masacre de Pergamino

Eran 19 las personas privadas de su libertad que estaban alojadas la noche del 2 de marzo de 2017 en la seccional ubicada en la calle Dorrego 654, de la localidad situada a 227 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires.

Según datos de la investigación que el fiscal de la causa pudo reconstruir en base a declaraciones de testigos, dos internos tuvieron un pleito que resolvieron dándose la mano y un abrazo.

El sargento Brian Carrizo, el oficial subayudante de servicio Alexis Miguel Eva, y los oficiales de refuerzo de imaginaria Matías Exequiel Guiletti, Carolina Denise Guevara, y Sergio Ramón Rodas resolvieron entrar a los calabozos, encerrar a las personas privadas de su libertad en cuatro celdas diferentes, y colocar candados en todas las puertas de rejas externas.

No nos engomen”, les pedían los internos a los guardias para reclamarles que no los encierren, aunque no tuvieron respuesta de los uniformados. Cargados de bronca e impotencia ante tanto trato inhumano, desde los calabozos comenzaron a salir pedazos de colchones prendidos fuego a modo de protesta.

Frente a esto, los oficiales de refuerzo solo atinaron a sacar al sargento Carrizo cuando el incendio ya era inevitable, y no asistieron prontamente a los internos, quienes desesperadamente trataron de avisarle a sus familiares que los vayan a ayudar, desde teléfonos celulares que tenían escondidos entre sus pertenencias.

El Ministerio Público Fiscal pudo constatar y advertir con pruebas -que son parte del proceso judicial- que los policías no dieron el auxilio inmediato que la situación ameritaba desde el primer foco ígneo y después impidieron el ingreso a tiempo de los bomberos “para la salvaguarda de las víctimas”.

Algunos de los bomberos son parte del centenar de testigos que tendrá la causa. Los primeros dos que entraron a la comisaría se encontraron con una puerta de rejas que divide el sector de imaginaria con los calabozos, cerrada con un candado. Como ninguno de los policías la abría, uno de ellos comenzó a gritar: “ábranme, ábranme o rompo el candado.”

Aguanta, aguanta que ya traen la llave”, fue la respuesta de uno de los efectivos. Esa búsqueda demoró veinte minutos más la acción de los bomberos. A todo esto, el comisario Alberto Donza escapó y estuvo prófugo durante 14 meses.

Una vez que pudieron ingresar al sector y controlar el incendio, los bomberos hallaron muertos a siete de los presos, identificados por la Policía como Sergio Filiberto (27), Federico Perrota (22), Alan Córdoba (18), Franco Pizarro (27), John Mario Chillito Claros (25) –de nacionalidad colombiana–, Juan José Cabrera (23) y Fernando Emanuel Latorre (24).

De acuerdo con los médicos forenses que practicaron las autopsias, los siete internos murieron por inhalación de monóxido de carbono y sofocación a raíz de la presencia del fuego.

Sólo dos días después, cuando las víctimas todavía estaban siendo veladas, vecinos y vecinas movilizaron por primera vez por las calles de la ciudad. Repitieron las movilizaciones tantas veces como fue necesario para llevar al banquillo a los seis efectivos responsables de estas muertes.

La movilización nos mantuvo en pie, a pesar del dolor. No pudimos dejar de salir cada vez que había una marcha. Salía cada dos de mes, a veces incluso estando enferma, porque si no salía sentía que le estaba fallando a mi hijo”, comentó Silvia Rosito, madre de Fernando Latorre.

Así mismo Andrea, hermana de Sergio Filiberto, valoró la movilización constante para exigir justicia “al ver que muchas víctimas de la violencia del Estado no llegan a juicio o esos procesos se demoran muchos años o hay problemas en la instrucción, nos convencemos aún mas de que fue la lucha en la calle lo que hizo posible llegar a este juicio”.

Donza y Alexis Eva llegan al juicio en prisión en el penal de Campana, mientras que el resto de los acusados llega con el beneficio de la prisión domiciliaria. Todos fueron desafectados de la fuerza.

Miguel Gáspari, Guillermo Burrone y Danilo Cuestas componen el tribunal que, luego de 18 semanas, deberá determinar la culpabilidad de los acusados al cargo de abandono de persona seguido de muerte en siete casos.

El basurero humano

El termino ‘fracaso’ en materia de política punitiva y carcelaria siempre tuvo y tendrá una segunda interpretación si rescatamos que en “Microfísica del poder”, Foucault considera el mecanismo y la función de la prisión como un fracaso inmediato, lejos de las pretensiones de convertirla “en un instrumento tan perfeccionado como la escuela, el cuartel o el hospital y actuar con precisión sobre los individuos”.

El crecimiento de las violaciones y las crueldades que recopila el informe anual de Políticas de Seguridad Bonaerense que presentó la Comisión Provincial de la Memoria (CPM) hace solo unos días, da cuenta de que hay mucho de convicción y poco de error en la gestión del Estado.

Es el décimo tercer informe que año a año describe la crueldad que descarga el sistema penal sobre sus víctimas, los sectores más vulnerables de la sociedad, en su mayoría jóvenes y pobres, acusados por delitos menores.

Durante estos 13 informes, pasaron gobiernos provinciales de distinto signo político: todos insistieron en el punitivismo como única política de seguridad, por eso el agravamiento paulatino de las condiciones de detención y el incremento de la violencia policial en los territorios no sorprende.

Sobre esto, Roberto Cipriano García en su rol de secretario de la CPM describió: “el del año pasado fue el informe de los récords, y este año todos los índices empeoraron, desde la cantidad de detenidos, pasando por la tasa de prisionización, crecimiento interanual de personas detenidas, y sobrepoblación”.

Agrega que, “hay 50.500 personas detenidas, la sobrepoblación en cárceles es del 113%, en comisarías del 310%. Este gobierno -el de María Eugenia Vidal-, que asumió reconociendo la crisis del sistema de encierro, fue la gestión que mayores violaciones a los derechos humanos provocó”.

Las masacres por las que nadie responde

Cipriano descree la falta de control del Estado sobre las fuerzas represivas: “los hechos que denunciamos son consecuencia de las políticas de mano dura y no son casualidades o hechos aislados”.

Las masacres de Pergamino, Echeverría y Monte son una prueba: “todos sabían de la situación crítica y no hicieron nada. Es más, una vez que sucedieron, ni la gobernadora ni las autoridades judiciales se pronunciaron, fue como si no hubiese pasado, un silencio que no respeta ni siquiera el dolor de las familias”.

La mencionada Masacre de Esteban Echeverria ocurrió hace menos de un año y es la peor ocurrida en una comisaria bonaerense. El 15 de noviembre de 2018, se produjo un incendio en el calabozo 1 de la comisaría 3ª de Esteban Echeverría, sobre la cual pesaban siete pedidos de clausura.

Por la situación de hacinamiento, la cantidad de mantas y colchones no ignífugos, el fuego creció rápidamente; los detenidos intentaron apagarlo, pero no había agua en el calabozo.

En ningún momento ingresó algún agente policial con matafuegos para intentar sofocar el fuego ni tampoco a abrir las celdas. La comisaría no tenía red de prevención de incendio y los dos matafuegos que había en la dependencia tenían la carga vencida. Dos personas murieron en el lugar, ocho en los días siguientes en distintos centros de salud.

Ya había pasado en Pergamino, se dijo nunca más, y después nos volvió a pasar a nosotros”, dijo en la presentación del informe Matilde, mamá de Elías Soto, una de las diez víctimas fatales de la masacre de Esteban Echeverría.

Otro de los mecanismos de violencia que ejercen las fuerzas en la provincia de Buenos Aires opera por medio de la corrupción y el gatillo fácil, lo cual quedo -mas- al descubierto con la Masacre de Monte.

Bajo el gobierno de una totalidad represiva, la libertad se puede convertir en un poderoso instrumento de dominación”, reza Herbert Marcuse en “El Hombre Unidimensional”. ¿Cuánto valor tiene hoy la libertad si el precio de perderla en muchos casos puede terminar en una muerte tan inhumana como inaudita?

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