Loader
Entre la Ciudad y las rejas | Revista Colibri
6877
post-template-default,single,single-post,postid-6877,single-format-standard,bridge-core-1.0.5,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-theme-ver-18.1,qode-theme-bridge,disabled_footer_top,disabled_footer_bottom,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-6.0.2,vc_responsive

Entre la Ciudad y las rejas

Hay un momento de la semana o el día en el que tenemos ganas de salir y disfrutar de las calles que nos rodean: respirar bocanadas de aire fresco, tomar sol, pasear a nuestras mascotas, llevar a nuestros hijos a jugar, salir a tomar mate o arreglar un partido con nuestros amigos/as. Salir de la cotidianeidad y de las pantallas que tanto nos encierran a veces es necesario, para la salud mental y también para el alma.

Pero es evidente que en los últimos tiempos esta idea básica de salir de nuestras casas sin tener que gastar dinero y poder pasear al mismo tiempo, se complejizó. Porque hay un gran negocio detrás de la obra pública, y parte de ese universo oscuro tiene como foco principal nuestros queridos parques, nuestras plazas y nuestra vida cotidiana.

 

La plaza Aristóbulo del Valle, rodeada por las calles de Campana, Baigorria, Cuenca, y Marcos Sastre, continúa con “refacciones” insólitas sobre todo el perímetro. Exactamente diez meses atrás se habían arreglado caminos, se había modificado el patio de juegos, se había podado y hasta se había colocado un sistema de riego. Todo excelente y con una atención de lujo por parte de las autoridades, pero: ahora sucede que van a volver a hacer exactamente lo mismo. ¿Por qué hay que hacerlo nuevamente y en los meses más solicitados por nuestros vecinos que quieren escapar del calor de sus hogares?

Lo peor de todo es que hace dos meses que las obras avanzan a paso de hormiga o directamente no avanzan. En el lateral de la calle Campana hay tachos y recipientes conteniendo agua estancada favoreciendo la regeneración de mosquitos y ni hablar de la cantidad de basura que no se recoge. Hay días que los fierros y materiales de construcción están sobresaliendo la reja de la plaza y son sumamente peligrosos para cualquier persona que pase por ahí. Además, el colmo, es que la calesita sigue funcionando y los niños tienen que esquivar todo tipo de despojos para poder dar unas vueltas y sacar la sortija. ¿Quién se hace cargo si hubiese un accidente?

Otro ejemplo es nuestro querido parque de Agronomía donde las rejas y la policía privada nos expulsan del pasto y el aire fresco. En vez de que la policía nos cuide, como tendría que ser, la policía nos saca como si fuéramos intrusos en nuestro propio barrio. Los históricos partidos de fútbol que se hacían entre amigos cuando estaba cayendo el sol, ahora son cosa del pasado.

Y ahora, la concurrida Plaza Arenales que parecía virgen de todas estas maniobras se suma también al foco de tensión. Ubicada sobre Mercedes al 4000, se encuentra encerrada por completo entre las calles Bahía Blanca, Pareja y Nueva York y hay una propuesta para que también sea cerrada con rejas. Una nueva barrera para los vecinos y demás visitantes, y un negocio redondo que solo sirve para beneficio (económico, claro está) de unos pocos ¿Estaremos cediendo demasiado y no nos estaremos dando cuenta? ¿Nos estarán llevando de a poco a que nos olvidemos que había espacios accesibles y gratuitos para todos?

No Comments

Post A Comment