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"Hacia una mirada interseccional" - Entrevista a Gala Abramovich | Revista Colibri
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«Hacia una mirada interseccional» – Entrevista a Gala Abramovich

Fotógrafe del mes – Gala Abramovich
Edición #75
Por Alana Rodríguez

Gala Abrmovich es fotoreportera y trabajadora de prensa, nacida en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Utiliza la herramienta audiovisual desde 2009, siempre con un interés profundo en las imágenes. Trabajó en distintos medios de comunicación de forma freelance y aborda sus ensayos autorales desde una perspectiva interseccional. Entre ellos, «Largo Aliento» que registra los femicidios que ocurrieron en 2013 en la localidad de La Matanza, Provincia de Buenos Aires.

-¿Cómo fueron tus inicios en el fotoperiodismo y cómo empezaste a indagar en este lenguaje?

Empecé a trabajar con comunicación en general, en 2009. En el estudio, comencé estudiando cine y luego lo dejé. Entonces inicié a producir y editar videos, todo lo que tiene que ver con la producción siempre me gustó mucho. Trabajé en espacios y fui parte de algunos medios alternativos, en esa instancia aprendí lo técnico. Me gusta mucho la parte técnica de todo, desde arreglar cables hasta tirar enchufes. Fui parte de un colectivo que armábamos transmisores de radio y de televisión para medios comunitarios y dábamos talleres.

Más o menos en 2015, luego de dejar esos espacios, estaba en un momento más introspectivo de buscar un oficio que tenga que ver conmigo misma mas allá de lo colectivo y siempre me gustó mucho la fotografía y la imagen. Venía cansada del video y quería buscarle otra vuelta. Empecé estudiando fotografía básica, aunque siempre quise estudiar fotoperiodismo, asi que después me fui directamente para esa área.

-¿Qué pensas o sentís que te devuelve este oficio y qué es lo que te atrae de la fotografía?

Para mí es el oficio de hacer periodismo con imágenes, por eso lo elijo. Entiendo que hay personas que hacen fotografía de arte o de otras cosas, y está perfecto, pero yo no lo tomo desde ese lugar. No quiere decir que no trabajemos la estética, sino que lo trabajo desde el lugar de la comunicación, como una herramienta. En realidad, tiene que ver con eso, yo elijo esta forma de comunicar, de contar la vida, las historias, el mundo. Obviamente siempre desde mi subjetividad, porque la objetividad no existe. Desde ahí es donde yo siento que puedo aportar al mundo.

-En tu ensayo documental «Largo Aliento – La Matanza» hay algo llama la atención en la forma en la que registras y mostras la violecia patriarcal. Son algunas decisiones que no pasan desapercibidas, como por ejemplo cuando mostras las caras de los femicidas y no de las victimas, o también el recorrido por el territorio en donde fueron asesinadas. ¿Por qué tomaste estas decisiones? ¿Qué importancia toma el territorio en este ensayo?

Que bueno que lo mencionas porque estoy en crisis con ese trabajo hace un tiempo. En su momento cuando lo realicé fue un momento bastante bisagra, siempre hay que pensar los trabajos que hacemos en el contexto en el que vivimos. Yo empecé ese trabajo cuando me mudé a La Matanza y mi idea era mostrar la violencia patriarcal y el territorio en donde sucede. Fui directamente a los territorios porque me parecía que era otra forma de narrativa distinta de mostrar las cosas.

El tema de las caras de las víctimas siempre me pareció algo tremendo, exceptuando cuando hay una necesidad de buscarlas. Me parece que es una forma de revictimacion relacionada con la lógica de información que lamentablemente repiten todos los medios. Y es algo que pasa también en los medios alternativos desde el pensamiento de «Si pones la foto de la víctima y contás su vida, llega más, se puede concientizar más». No creo que vaya por ahí porque justamente  se tapa todo lo otro, todo ese sintema que hay alrededor de eso y se revictimiza a la víctima que ya está muerta o luchando por su vida.

Hay una gran necesidad de todos los medios de mostrar siempre las caras y blurear la cara de los femicidas. Por eso, yo tomé la decisión de mostrar los territorios y la cara de los femicidas. Justo hace unos días lo modifique, porque fui cambiando mi pensamiento y creo que el contexto también. Soy una persona que trata de trabajar desde el antipunitivismo, pensar las narrativas desde ahí y me parece que tampoco aporta en realidad mostrar la cara de los femicidas. Me pregunté, ¿para qué? En realidad el debate que se venía dando es el de “no son monstruos, son personas” pero me parece que ese debate se puede hacer desde otro lugar, sin tener que mostrar sus caras.

¿Qué nos aporta como comunicadores y comunicadoras ver sus caras? Siguen siendo los actores materiales, sus nombres siguen estando en el trabajo. De hecho hice modificaciones en algunas fotos que sentía que caían en lo mismo que yo criticaba, de esta cuestión morbosa. Tambien modifiqué  las descripciones de cómo fueron asesinadas, no había necesidad de volver a contarlo. Lo demás me parece que es una cuestión que sirve desde lo legal o que tiene que ver con el morbo. Y decidí sacarlo, no quiere decir que esté del todo conforme, en el momento de reflexión en el que estoy no me sirve mostrar sus caras.

Todas las personas tienen derechos desde la justicia, por más que desde lo emocional las odiemos. No podemos pensar las políticas desde lo emocional, si queremos cambiar el mundo tenemos que pensar realmente desde dónde lo queremos cambiar. Seguimos viviendo en un mundo capitalista y patriarcal en donde la vida de la personas está todo el tiempo vista desde una lupa muy moral. Muchos de esos femicidas están muertos porque se suicidaron y algunos de ellos ni siquiera están enjuiciados.

Entonces hay una cuestión que tiene que ver con el derecho a la intimidad. El tema es porqué los medios por una cuestión legal blurean esas caras pero no las de las víctimas. Entonces deberíamos no mostrar ninguna de sus caras. Yo trato de hablar en ese trabajo de todas las responsabilidades de cómo llegamos a los femicidios. Los femicidas no son locos, no nacieron de un tupper, no son un sector de la sociedad, están en todos lados, pueden ser cualquiera y tiene que ver con una construcción del mismo sistema. ¿Está la responsabilidad material? Obviamente, no le estoy sacando ese peso. Pero me parece que hay que darle la vuelta que no la encontré, de cómo mostrar esa responsabilidad.

Somos productos del contexto, es dialecto y creo que está bueno darse el tiempo de esa reflexión y no es algo malo modificar nuestros pensamientos y nuestros ensayos. Si somos realmente honestes con nuestro trabajo, queremos comunicar algo específicamente y creemos en lo que estamos haciendo, también podemos decir «pensaba de una manera y ahora no».

-Al realizar este trabajo documental, ¿tuviste algún acercamiento hacia las familias de las victimas?

Yo decidí no trabajar desde ese lugar, sino trabajarlo más desde lo territorial, no la vida de cada una de esas víctimas. No porque no me importe, sino porque era desde otra perspectiva. La idea en un momento era juntar plata y armar un fanzine para repartir por el territorio, pero bueno los recursos son limitados y no pudo ser. En algún momento estaría bueno que eso suceda, a mí me gusta que si yo hago un trabajo que no tiene que ver con mi vida cotidiana que no sea algo que yo hago, me voy y ya está, sino que haya algo ahí de un intercambio, que sea una herramienta. Porque para mí, el fotoperiodismo es una herramienta.

-Cuando decís que tus ensayos autorales son realizados desde una mirada interseccional, ¿a que te referís?

Me refiero a que las identidades no son una sola cosa, sino que somos parte de muchas y de un contexto por ejemplo yo soy lesbiana, no mujer, no me identifico como mujer. Pero no soy solo eso, sino que también soy de una clase social, puedo ser una persona racializada, o vivir en un contexto determinado. Nuestras identidades están compuestas por todas esas cosas, y no solo por una característica. Me parece que no hay que desconocerlo y hay que estar todo el tiempo reflexionando sobre eso porque no es lo mismo ser lesbiana acá por ejemplo que en otros territorios en donde hay otras violencias.

Me parece que hay cuestiónes ahí que nos olvidamos, hay una cuestión de clase también muy importante que nos olvidamos. Entonces yo trato de que mis trabajos tengan esa mirada, es algo que vengo reflexionando, no es algo que pienso desde siempre, lo pienso hace uno dos años y tiene que ver con mi proceso y también con saber desde dónde miro, teniendo en cuenta mi privilegio o vulnerabilidad ante el otre con quien hago las fotografías.

Me parece que es importante desde donde estamos haciéndolo, porque sino termina siendo una mirada muy colonizadora. Y, por otro lado, me parece muy importante que pensemos que las coberturas o los trabajos que hacemos, más allá de que no sean cuestiones específicamente de genero o del colectivo LGBT, es importante que esté esa mirada.

Si yo mañana voy a cubrir un conflicto de una fábrica, está bueno poder pensar: ¿de dónde son esas personas?, ¿de qué clase social?, ¿cuáles son sus condiciones materiales?, ¿hay personas racializadas?, ¿qué identidades hay?, ¿hay solo varones? Todo eso es parte de poder mirar desde una mirada interseccional.

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