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Juicio al gatillo fácil: justicia por Iago Ávalos | Revista Colibri
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Juicio al gatillo fácil: justicia por Iago Ávalos

Brutalidad,
Son las torturas negadas, tantas veces como veces son administradas,
Por quienes no hacen gala de otro valor,
que el valor que les da exhibir una placa y un arma.
-“Brutalidad policial” de Habeas Corpus

Fotos: Laura Dalto

Por Pablo Hugo Hernan Velazquez 

Después de dos años de inclaudicable lucha, los familiares y amigos de Iago Avalos, quien fuera asesinado el 12 de mayo de 2017 en horas de la tarde, lograron llevar a la justicia a su victimario, el subsomisario de la Federal, José Ernesto Pérez Buscarolo.Los tiempos de la “Justicia” suelen ser esquivos con la angustia y el sufrimiento de las ausencias que duelen. Y muchas veces hay que arremangarse salir a reclamar con el corazón roto, pero con la memoria intacta.

La audiencia que debió comenzar el 2 de mayo pasado, y posteriormente el 6 del mismo mes, fue postergada en dos ocasiones por la impericia del Estado para instrumentar un tribunal popular, que tendrá la tarea de decidir por la culpabilidad del oficial, de quien no se sabe si fue exonerado de la fuerza o no.

Está exento de todo análisis que los gélidos estrados judiciales saben muy poco del sufrimiento de las familias de todes les pibes que mata el Estado, por eso el análisis irá por dos carriles, por un lado, vamos a conocer quién era Iago, qué pasó esa tarde de mayo de 2017 en Villa Tesei, y por qué Pérez Buscarolo llega al juicio con prisión domiciliaria. Por otra parte, vamos a tratar de entender por qué el Estado les exige a doce ciudadanos resolver en materia penal por un caso de gatillo fácil, qué papel juegan los medios y la “Doctrina Chocobar” con la construcción del sentido común dominante, y que antecedentes se equiparan al caso de Iago.

“Flaco, llévame al Posadas que me muero”

Iago era el menor de seis hermanos, por la mañana estudiaba en la escuela Esteban Echeverría y durante el resto del día hacía trabajos de mecánica de autos y motos. El 12 de mayo de 2017 llovía mucho, no fue al colegio y optó por quedarse trabajando en la actividad que lo apasionaba. “Era un pibe que todo el tiempo tenía que estar haciendo algo”, recuerda su hermana Irina.

Ese día de mayo, Iago iba con uno de sus amigos en auto por Hurlingham, más precisamente por Villa Tesei, cuando observaron en el recorrido un vehículo estacionado con las tazas algo flojas, y en un acto de picardía decidieron hacerse con ellas y llevárselas en el auto.

Las siguientes veinte cuadras hasta llegar a la altura del colegio N° 15 Sargento Cabral fueron signadas por una desproporcionada persecución del vehículo del cual los pibes hurtaron las tazas, propiedad del subcomisario de la Policía Federal José Ernesto Pérez Buscarolo, quien en este tramo realizó desde su arma reglamentaria dos disparos, uno de los cuales ingresó por la parte trasera del auto en el que se movilizaba Iago y lo hirió de muerte.

Todo esto ocurrió poco después del mediodía, cuando les estudiantes del turno tarde se aprestaban a ingresar al colegio, con lo cual la zona tenía una concurrencia alta de menores de edad. En ese escenario, Buscarolo se bajó del vehículo en la plaza lindera al establecimiento. El amigo le devolvió las tazas al policía diciendo “fue una picardía” y disculpándose por ello, mientras Iago se desangraba por un impacto de bala en la zona izquierda de la espalda.

Buscarolo además no paraba de agredirlos verbalmente y se negó a brindar auxilio al joven mal herido. Fue una vecina quien llamó para asistir al pibe que falleció en la intersección de las calles Cura Navarro y Siria.

“El caso de Iago es sumamente claro -comenta Irina-, un subcomisario con 26 años en la fuerza que sale en búsqueda de 2 pibes que le sacaron las tazas de plástico, los encuentra a 10 cuadras, baja de su auto y se pone en posición de tiro en la puerta de un colegio y sobre una plaza”. La hermana de Iago sostuvo que Buscarolo puso en riesgo a todos los pibes que entraban a la escuela, “porque eran la 1 menos cuarto, la entrada del turno tarde, y con el plus que los pibes nunca lo pusieron en riesgo, no confrontaron con él y estaban desarmados”.

“Buscarolo nos cago la vida”

Esto es lo que Irina remarcó sobre el asesino de su hermano, y se deshace en recuerdos: “De muy chico, los nenes del barrio lo invitaban a jugar y él prefería quedarse mirando como mi otro hermano desarmaba y arreglaba algún auto. Así aprendió, observando, metiendo mano” . Eso que tanto le gustaba hacer a Iago estaba presente en el día a día, en las sentidas palabras de su hermana: “Si no tenía algún auto o moto para arreglar, te desarmaba algún electrodoméstico de la casa, porque además de ser inquieto, siempre tenía algo más para aprender”.

“La casa siempre estaba llena de gente, porque como él trabajaba ahí, sus amigos estaban todo el día en casa”, rememora al mismo tiempo que nos cuenta que “sus amigos ahora siguen estando, vienen a comer o pasan a saludar y se quedan un rato. Iago era tan jodón que siempre tenemos algo nuevo para recordar”.

Las infinitas garantías de Buscarolo

Perez Buscarolo dice que su esposa le avisó que “le estaban robando las ruedas del auto”, algo que se consolida como dato insostenible desde el mismo momento en que se sube a su Renault Logan a perseguir a dos pibes sin que el vehículo tenga alguna dificultad. Buscarolo también les dijo a Iago y a su amigo que “le cagaron la vida” después de que le devolvieron las dos tazas. Tazas que, por el modelo del automóvil, en Mercado libre se pueden conseguir aproximadamente a 350 pesos cada una. Ese es el valor de la vida para el policía homicida.

Tras el suceso, la titular del Juzgado N°6 de Morón, jueza de garantías Lucia Casabayo, decidió enviar a Buscarolo a su casa con prisión domiciliaria por ser “buen padre de familia” y aducir un riesgo de fuga nulo, algo absolutamente descabellado ya que el policía puede enfrentar cargos para una posible cadena perpetua por la magnitud del delito.

“La lucha fue larga, demandó mucha energía y poner el cuerpo, porque siempre hubo algo que estar reclamando”, aseveró Irina Avalos sobre el proceso en el cual la familia se volcó a las calles, con la compañía de CORREPI, y que desde este 6 de mayo pone en el banquillo de acusado en los Tribunales de Morón, bajo el régimen de Juicio por Jurados, a un subcomisario por “Gatillo Fácil”.

Es allí donde debe enfrentar la imputación de la fiscalía por “homicidio agravado por su condición de miembro de la fuerza de seguridad”, delito que prevé una pena máxima de prisión perpetua. Desde el momento del hecho, Pérez Buscarolo estuvo detenido en una comisaría, pero a mediados de 2018 la prisión domiciliaria fue confirmada por Casación.

El repertorio de ventajas del acusado no se termina ahí: las dos fallidas audiencias mostraron a un Pérez Buscarolo que se desenvolvió como pez en el agua dentro del juzgado, libre de esposas –vale recordar que llegó al juicio con prisión domiciliaria-, sin custodia, con la libertad para conversar con un periodista del medio digital Primera Plana, a quien dijo que “pronto se iba a saber la verdad de todo”. Para finalizar -y no menos grave- tuvo el atrevimiento de acercarse y abalanzarse sobre la madre de Iago, y con total descaro le repitió lo siguiente: “Disculpame, disculpame, disculpame”.

La Doctrina del Gatillo Fácil y el sentido común dominante

Irina tiene muy claro lo que significa la Doctrina Bullrich: “Entiendo el intento del gobierno por legitimar estas prácticas”, y confía en que el jurado popular logre identificar la existencia de un caso de gatillo fácil, al afirmar que “tenes que estar muy mal de la cabeza para defender el accionar de Pérez Buscarolo”.

“Defender el accionar del asesino de Iago es inmoral, y equivale a estar en la puerta del cole de tu hijo/a, que Buscarolo empiece a los tiros delante de la criatura y a vos te parezca bien, ¡no cabe en la cabeza de nadie!”, sentencia.

Desde CORREPI emitieron un comunicado, en el cual hacen una consideración sobre la modalidad de Juicio por Jurados, a la que catalogan como un manotazo de ahogado de la defensa de Buscarolo: “Más allá del mote de ‘popular’, esto no implica aminorar la disputa dentro y fuera de los tribunales” y recuerdan que “mientras el monopolio del sentido común dominante lo sigan ejerciendo quienes tienen para sí todos los medios disponibles para hacer de su visión del mundo la visión dominante, no podremos descansar ni un minuto.

El sentido común dominante y los jurados populares

Los jurados populares se integran por doce ciudadanos y ciudadanas, y su composición debe respetar la regla de la paridad de género de sus integrantes. Además, la ley exige la presencia de cuatro suplentes que con la capacidad de reemplazar si la situación lo amerita a algune integrante titular.

De todas las personas que se presentan para ser jurado en un tribunal popular, las partes que llevan adelante el proceso judicial evalúan la imparcialidad de los mismos para que puedan integrar el grupo que dará el veredicto de culpabilidad. Puesto en ejemplos, si la parte acusadora “A” puede identificar algún tipo de relación, afinidad o simpatía de cualquier índole dentro de posibles jurados con la parte acusada “B”, o viceversa, o bien le representante del Estado hace la misma evaluación con “A” y “B”, pueden denegar la posibilidad de ser jurado a la persona sospechada de parcialidad.

Por último, los postulantes para ser jurado deben poder asistir a las audiencias de un juicio en días de corrido, sin contar con impedimentos de salud, compromisos insalvables o de cualquier otra índole que conspiren con la posibilidad de asistir a las audiencias.

Les candidates a jurados llegan con su sentido común y no reciben ningún tipo de capacitación sobre la Constitución Nacional, las leyes o lo fundamental para afrontar la responsabilidad. No están apartadas o a resguardo de cualquier factor de influencia. Por eso cada vez que alguien mata a un pibe -y más en situación de robo- siempre se elige el jurado popular, porque desde los medios y el Estado lo que se baja es un mensaje a favor del linchamiento y el gatillo fácil.

En el juicio a Pérez Buscarolo se suscitaron varias de estas situaciones: principalmente el jurado popular fue solicitado por la defensa. Además, las audiencias del 2 y el 6 de mayo contaron con una alta cantidad de personas que fueron objetadas por las partes, por dudosa imparcialidad.

Muchas de estas personas eran integrantes o familiares de miembros de las fuerzas de seguridad, e incluso una de ellas intentó disimular sin éxito su condición de esposa de un guardiacarcel. La querella intentó bloquear todos los intentos de la defensa de implantar un jurado tendencioso y afín a la “Doctrina Chocobar”.

La nueva audiencia será el 22 de mayo y serán citadas treinta personas nuevas para asegurar las suplencias. Se intentará reunir a seis suplentes en lugar de cuatro. La forma en la que el Juzgado se manejó con la composición del jurado habla a las claras del total desconocimiento de la reglamentación y de su aplicación.

Antecedentes

Los jurados populares han resuelto sobre casos de esta índole de formas diversas: hace solo unos días el médico cirujano Lino Villar Cataldo fue hallado “no culpable” cuando era juzgado por asesinar a Ricardo Krabler, quien intentaba robarle el auto.

Pese a que Villar Cataldo dice que “disparó al bulto”, la pericia demostró que el cirujano disparo a corta distancia y que el hombre asesinado no empuñaba su revólver, que al final no era revólver sino dos fierros soldados. Es decir, pese a que el jurado popular resolvió que se trató de un caso de legítima defensa, todas las pericias apuntaron a un accionar de venganza y justicia por mano propia de Villar Cataldo.

En mayo de 2018 un jurado popular compuesto por doce ciudadanos encontró culpable al agente de la Policía Bonaerense Raúl Gutiérrez por exceso de legítima defensa, al asesinar con su arma reglamentaria a Brian Da Luz, a pesar de que la representante del Estado pedía que sea condenado por homicidio agravado por su condición de policía.

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