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“Las fronteras son estructuras que nos encierran” – Nación Ekeko | Revista Colibri
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“Las fronteras son estructuras que nos encierran” – Nación Ekeko

Por Mai Kisz

Antes de su gira por Europa, Nación Ekeko presentó su segundo disco Caminos, el jueves 27 de septiembre en Niceto Club. La sala ubicada en Niceto Vega 5510 es, desde  julio de 1998, un espacio recurrente en Palermo que cuenta con una programación en la que confluyen una amplia gama de propuestas musicales.

En el barrio de Palermo ya hace tiempo que se respira cultura en varias de sus propuestas, pero este espacio, como otros de la zona, ha logrado ofrecer diferentes propuestas, que incluyen diferentes ritmos y concepciones sobre la música. En el caso de la presentación de Caminos, se conglomeran en la Ciudad porteña, sonidos de una magnitud mucho más amplia, lo andino, latinoamericano, experimental.

 

Nación Ekeko nace de viajes por diferentes países de Latinoamérica, surge por la inquietud de contar y evocar encuentros entre pueblos y culturas. Para esto el músico y productor Diego Pérez mixtura diversas expresiones artísticas que completan un mensaje de unión y hermandad.

 

El proyecto comenzó conectando con comunidades originarias, intercambiando música y grabando algunas cosas ahí, afirma el artista y agrega que esto se complementa con un proceso interno de creación relacionado con el juego que se puede dar entre las texturas, colores, frases y paisajes que conoció en los viajes y que muestran otro punto de vista y otra forma de ver el mundo.

Diego explica, «Las ideas que defienden los pueblos originarios, las formas que tienen de ver el mundo, son muy necesarias en esta actualidad urbanizada y moderna en la que vivimos.»

 

¿Cómo llegan hasta vos ideas que provienen, por ejemplo, de la Cultura Andina?

 

Una de las cosas que más placer me da y me viene enriqueciendo en este camino es poder viajar y meterme en la forma que tienen de ver el mundo las comunidades. Entender un poquito más como es su forma de vida. Entre eso siempre busco material y trato de empaparme de las filosofías que tienen los pueblos para después plasmarlo de alguna manera. Hace varios años me viene interesando en especial la Cultura Andina. Por ejemplo ahora estoy estudiando la chakana, que es un ordenador cósmico. Fue entre esas cosas que apareció la idea de que hay tres niveles y que el camino que recorre el disco los une: lo intraterreno, la tierra y el cielo.

 

¿Creés que a esos estilos que no se les da la importancia adecuada?

 

Más que nada hay que desmitificar algunas cosas, como lo intraterreno. Para las sociedades que están cristianizadas u con una presencia muy fuerte de otras religiones, este término suele estar estrechamente relacionado con el infierno. Pero es todo lo contrario. Es la vida, es dónde se gesta el alimento, donde los que se van terminan dejando su cuerpo y eso vuelve a nutrir la tierra. Me parece que estas diferentes cosmogonías nos van rompiendo estructuras y prejuicios.

 

¿Cómo es el trabajo que concluye en el sonido identitario de Nación Ekeko?

 

Hago un trabajo pictórico. Pienso mucho a lo sonoro de una manera plástica. Voy trabajando con lo que en la música llamamos timbres, que en realidad son los colores de cada instrumento. Con eso voy armando una paleta y construyo un paisaje. Busco el equilibrio, la armonía. Creo que de esa manera se va armando este gran camino que estoy presentando ahora.

 

¿Cómo es el proceso de escritura cuando se mixturan los idiomas?

 

Lo que trato siempre es que el paisaje sonoro tenga que ver con la lengua que utilice y con lo que se está diciendo. A la vez reforzarlo con algo en castellano que tenga que ver con lo que dicen los pueblos en su lengua originaria, para integrar desde lo literario y que el público lo pueda entender.

 

¿Qué rol ocupa lo visual dentro de un show de Nación Ekeko?

 

Cada vez son más importantes. Ahora estamos trabajando con un nuevo concepto que es generar analogía entre lo que yo hago desde la música y lo que se ve en la parte visual. También que lo visual resalte lo rítmico. Está todo muy en sincronía.

Si te tapás los oídos y ponés alguno de los videos, la idea es que puedas ver la rítmica y las texturas de la música. Busco fortalecer el recorrido del camino apelando a todos los sentidos. Por otro lado desarrollé varias herramientas que me permiten generar recursos visuales desde lo escénico y desde el movimiento. Ejemplo de esto son las sonolumas, que son una especie de linternas inalámbricas que me permiten tocar música moviendo las manos en el aire. Se integra lo visual y lo musical en un mismo elemento.

 

El otro día escuché a Daniel Cortez, un artista gráfico de Perú, que decía que él estaba muy interesado en pintar personas de pueblos originarios porque sentía que la cultura y sobre todo la lengua se están perdiendo. ¿Cómo ves la situación de la cultura de las naciones originarias?

 

Coincido. Me parece que las lenguas que se dejan de utilizar se pierden y cuando se pierde un idioma se va con él el contenido histórico y la forma de ver la vida de toda una cultura. Y lo perdemos todos. Porque es algo que nos enriquece como sociedad. Sobre todo en Latinoamérica donde conviven una gran diversidad de culturas. Entre todo eso poder hacer música, poesía, aprender y transmitir, ser un puente, es muy importante para poder mantener vivas estas lenguas que son mucho más que un idioma.

 

¿Qué rol creés que juega la cultura en este escenario socio-político que vivimos?

 

La cultura siempre va un paso adelante. La sensibilidad genera nuevas formas, rompe paradigmas e integra cosas que, a veces, desde lo social o lo político están desintegradas. Creo que la idea de romper fronteras que se plantea en Caminos, es algo que se da en la música y en los textos. El arte es símbolo y es bandera de un montón de cosas hacia las que podemos ir. Nos muestra que muchas veces las fronteras son estructuras que nos encierran y que nos ponemos nosotros mismos, pero que realmente no existen.

 

Nación Ekeko se presenta nuevamente el 15 de noviembre en La Plata.

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