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Le dispararon con su bebé en brazos | Revista Colibri
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Le dispararon con su bebé en brazos

Por Pablo Hugo Hernán Velázquez

Ilustración: Juan Paz

Si bien es una actividad que cada vez cuesta más, porque de un tiempo a esta parte todo momento de calidad se vio afectado por la crisis, de vez en cuando ir a comer una pizza con amigues es una buena forma de pasar un viernes por la noche y cerrar la semana con tranquilidad disfrutando de un buen momento. Lo que cuesta mucho más es imaginarse a une en esta situación y una hora después verse tratando de llevar a uno de nuestros amigos al hospital porque lo balearon desde otro auto. Y volvemos a vernos envueltos en esta realidad que nos tiene a todes por enemiges potenciales, bajo una suerte de pena de muerte urbana.

Un tiro desde atrás

Santiago Ariel Espada tiene 23 años, una beba de 5 meses y planes de matrimonio con su compañera Karen. El viernes 5 de julio fue a “La Farola”, una pizzería de la localidad bonaerense de San Justo, junto a dos parejas amigas y sus hijes, lugar en el que permanecieron hasta poco menos de veinte minutos después de medianoche. A la vuelta, viajaba con su beba en brazos en la parte trasera del auto, junto a su amigo Kevin Gutiérrez, cuando fue herido de bala. Sus amigues enfrentaron al agresor, Gabriel Adrián Gerber, e incluso Brenda, pareja de Kevin, se interpuso con su hije frente al auto del oficial de seguridad aeroportuaria para que no se fuge. A pesar de sus esfuerzos, el acusado siguió al auto en el que viajaba Santiago herido, amenazó a Kevin e impunemente intentó escapar. Finalmente fue interceptado y está siendo investigado por la justicia.

Brenda conversó con Revista Colibrí y contó cómo fueron los hechos: “Inmediatamente después de comer yo me di cuenta de que mi nene estaba levantando temperatura y tenía los ojos vidriosos, así que decidimos llevarlo a la guardia del Hospital de Morón”, comentó. Cuando el vehículo en el que se trasladaban llegó a la altura de Camino de Cintura y Venezuela, rozan el espejo retrovisor de un Fiat Punto patente KCN 190, propiedad de Gabriel Adrián Gerber: “Fue algo mínimo, pero se sintió”, afirmó Brenda.

Quien manejaba el vehículo era Matías, pareja de Brenda. Luego de sentir el toque mínimo, Matías comienza a reducir la velocidad para poder orillarse y frenar. Sobre este momento, Brenda comentó que “Sinceramente no pasaron ni dos minutos que empezamos a sentir golpes, que el vidrio se rompió y creímos que estaban golpeando el auto con una barreta, un palo o un fierro, pero nunca nos hubiésemos imaginado que eran disparos”.

Los impactos de bala que describió Brenda, para este momento ya habían herido a Santiago, quien advirtió de la situación: “Me dispararon, me dieron un tiro”. Brenda cuenta que “ahí Matías frena el auto, bajamos y nos encontramos con un hombre armado detrás de nosotros, apuntándonos”. Matías le pregunta al hombre por su identidad y si es policía para disparar, a lo que el alterado agente responde afirmativamente. Entonces, les jóvenes le exigen que muestre su placa o alguna identificación; el policía tomó su placa del bolsillo, la mostró y la volvió a guardar rápidamente.

“En ese momento -señala Brenda- le decimos que estamos con criaturas en el auto, bajamos con los nenes y el hombre se puso pálido, se asustó y trataba de calmarnos”. A todo esto, Gerber comenzó a retroceder en dirección a su vehículo sin dejar de apuntar a les jóvenes.

Del intento de escape a las amenazas

La situación no paraba de agravarse, porque Espada estaba tendido luego de recibir el disparo a la altura del tórax: “la mujer de Santiago, Karen, le pide las llaves del auto a Matías para llevarlo al hospital, porque estaba tirado en el piso desangrándose”. Con las llaves en la mano, Kevin arrancó el Fiat Uno para tratar de salvar a su amigo mientras Matías y su pareja se quedaron para evitar que el oficial escape:“Me tuve que poner adelante del auto, aunque igual él quiso arrancarlo conmigo ahí” comenta Brenda, que comenzó a golpearle el capó al auto del policía “para decirle que saque la llave del auto porque no me iba a pasar por encima con mi nene en brazos, que espere y que no se iba a ir a ningún lado hasta que no llegara un móvil”.

La joven señala que, en este momento de los hechos, Gerber intentó engañarles con un falso tono conciliador: “Le decía a Matías que se suba al auto con él, que esto ‘lo iban a arreglar’ para poder estacionar el auto en otra parte, porque estábamos en medio de Camino de Cintura”. La respuesta de Matías fue negativa y le volvió a exigir que apague el auto. Sin embargo, puso primera y se fue siguiendo el auto manejado por Kevin.

Ya en el hospital, el efectivo aeroportuario dio alcance al auto en que trasladaron a Santiago -quien quedó internado, se estacionó en frente del nosocomio y con total impunidad amenazó a Kevin diciéndole “A vos también te voy a pegar un tiro”. La escena es advertida por policías que salen de la institución y le dan la voz de alto, que es ignorada por el agente que asume el rol de fugitivo.

Con el mismo auto en el que iba el grupo de jóvenes con sus hijes solo unos minutos antes, Kevin maneja en compañía de los dos policías: “Lo empezamos a correr arriba de mi auto porque los efectivos no tenían móvil, lo perseguimos cinco cuadras hasta que lo choque de atrás y se subió a la vereda” detalló Kevin Gutiérrez. El detenido seguía con el arma en la mano.

Lo primero que dice Gerber es que a él “no lo pueden tocar porque es Policía de Seguridad Aeroportuaria” y que tenía un cargo importante. Además, en tono de burla le dice a los policías que tenía dos cartuchos más en la guantera. Gerber se desempeñaba como custodio de Alfredo Gallardo, subdirector de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. La investigación quedó a cargo del fiscal Fernando Quiroga, perteneciente a la Unidad Funcional de Instrucción 11 (UFI) de La Matanza, quien en un principio insólitamente sólo notificó a Gerber de que estaba sumariado y le confiscó el arma. El autor de los disparos, quien intentó sin éxito la típica estrategia de inventar que se defendió de un supuesto intento de robo, es acusado por tentativa de homicidio, fue separado de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y quedó detenido solamente por las declaraciones de testigos y por las pericias al vehículo violentado.

 

Santiago, la justicia y el gatillo fácil

Uno de los disparos de Gerber le perforó el pulmón izquierdo a Santiago y cuando llegó al hospital estaba perdiendo mucha sangre. Antes de irse con los policías a perseguir al autor del hecho, Kevin bajó a Santiago del auto junto a su mujer para ingresarlo al hospital, en el cual permanece en terapia intensiva con pronóstico reservado: “Santiago es una persona muy trabajadora, con sus amigos es una persona de fierro y con su mujer estaba planeado casarse a fin de año”, comenta Brenda y agrega que “Siempre lucha y trabaja para tener lo suyo, así que es lamentable todo esto”.

La joven que tuvo la amabilidad de conversar con Revista Colibrí no tiene ningún prejuicio con la policía, pero comentó: «Creo que cualquier persona que esté por las calles corriendo a una persona a los tiros con un arma de fuego no está bien psicológicamente, no está en sus cabales, incluso puede estar bajo el efecto de drogas o de alcohol. Fue una tragedia y pudo ser peor”.

Y son sus palabras las que quizás describan el reclamo de familiares, amigas y amigos de Santiago. “Tanto yo como mis amigos sabemos que no vamos a poder terminar con la corrupción, así que por lo menos esperamos justicia y que no haya impunidad por el sólo hecho de que esta persona pertenece a las fuerzas de seguridad”, concluyó Brenda.

A casi dos meses de la Masacre de Monte, hecho que conmovió a un gran porcentaje de la sociedad, las persecuciones a los tiros por parte de agentes de seguridad son escenas que lamentablemente se repiten más allá de la conmoción que un hecho en particular nos pueda provocar.

Seis pibes y pibas jóvenes -como nosotres- fueron con sus hijos a comer una pizza y terminaron viviendo una experiencia espantosa que aún tiene en vilo la vida de uno de ellos ¿Será posible que la dirigencia se ponga en el lugar de la sociedad, y que comprenda que estamos expuestos a situaciones a las que ni ellos ni sus hijes van a experimentar? ¿La solución es andar con custodia -si podés pagarla- en vez de ejecutar una función reparadora desde el Estado?

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