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Moyano y después | Revista Colibri
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Moyano y después

Por Diego Gutierrez Pavón

En la masiva movilización, por abajo del escenario, se expresaron las voces de diferentes conflictos laborales y sociales. Exigen más medidas de fuerza para frenar el ajuste y los despidos.

Sobre Avenida de Mayo, en la previa, se palpita la masividad  del acto. Los micros, los grupos de manifestantes que se van encontrando en tal o cual esquina, los bares llenos y la gente caminando en la calle son la espalda del escenario montado en Avenida Belgrano. Ahí, donde está el edificio de Desarrollo Social con la imagen de Evita, hacia la estación Constitución son miles de personas copando el metrobus, las calles, las plazoletas. Toda la 9 de Julio llena.

Mientras se espera, las sombras son intermitentes. Sol, nubes, viento, incluso llueve unos minutos y la gente se agita. Luego llueve con sol hasta que domina el calor. Así hasta el final.  Las orquestas despliegan el repertorio de ocasión y entretienen entre sonrisas y cantos encendidos con el brazo en alto.

El frente del escenario y las vallas posteriores están dominadas por camioneros. Hugo Moyano es el último orador, luego de Juan Carlos Schmid de Dragado y Balizamiento, Hugo Yasky y Pablo Micheli de las CTA, Sergio Palazzo de La Bancaria y Esteban Castro de la CTEP. El dirigente camionero centra su discurso en la denuncia de la situación económica actual, pero sobre todo en su defensa personal por causas de corrupción. Con alguna que otra parte más encendida, se aleja de la excelente relación que tenía con Maurico Macri en la inauguración del monumento a Perón previo a las elecciones.

Desde los micrófonos dirán que son 400 mil personas, desde los medios de comunicación oficialistas dirán muchos menos. La folklórica discusión habla de cantidad, pero no de contenidos. Sobre la calle Chile comienza la columna antiburocrática e independiente que viene a dar y exigir otro contenido a la manifestación: partidos de izquierda, juntas internas, les trabajadores de decenas de lugares que vienen a reclamar un plan de lucha y un paro general como medida de fuerza.  Son miles que atraviesan diferentes conflictos y no han comenzado hoy con la organización y la lucha por sus derechos. Docentes de varias agrupaciones, trabajadores del Centro Gallego, de Pepsico, mineros de Río Turbio, del INTI, de Diario Hoy de La Plata, del Hospital Posadas, entre más.  Fue en éste último que días atrás se realizó una gran asamblea para decidir participar de esta movilización.

“La posición es clara, resolvimos venir a la marcha más allá de las exigencias de Moyano. Nosotros vinimos con nuestras propias consignas, decimos no a los despidos, todos adentro. No al cierre de las fuentes de trabajo y exigimos paro nacional ya con un plan de lucha”, dice Eduardo Quinteros, trabajador del Centro de salud que pertenece al Hospital Argerich.

Hace más de nueve meses que el Hospital Posadas viene en conflicto. Luego del despido de 122 trabajadores la situación se volvió crítica, “prácticamente dejaron desmanteladas las terapias”, cuenta Rosa Morales, quien es empleada hace 18 años. Además, denuncia: “Hay una tanda de 250 que están en lista para ser despedidos en marzo y es grave que hayan militarizado el hospital con gendarmería y con cámaras para controlar la organización de quienes reclamamos por nuestro trabajo”.

Mientras se suceden los discursos, algunes se escuchan mejor que otres, se enciende un canto repetido. “Paro, paro, paro. Paro general”, una y otra vez. En cada pequeña pausa de los oradores se eleva la exigencia de ir un paso más adelante en la lucha contra el gobierno.  El grito es al unísono de toda la columna. Familias enteras participan de la marcha, los niños y las niñas corretean esquivando el fuego de las brasas. Otros pibes arman un fulbito con los restos de petardos.  Son miles que vinieron decir “basta”, a dejar en claro que el gobierno se va a encontrar con una respuesta si sigue hurgando en el bolsillo de los y las laburantes.

Otro de los sectores golpeados por los despidos, la demora en pago de salarios y otras prácticas empresariales es el de los medios de comunicación, “nosotros venimos porque participamos del Encuentro del Posadas, estamos en un contexto social muy difícil, nos toca hoy como parte del sector privado. Una empresa de comunicación muy grande acostumbrada a negrear a los trabajadores, en este momento no nos dejan entrar a nuestro trabajo. Inmediatamente después que supimos de la amenaza de despido, nos organizamos en una asamblea permanente para darle pelea al intento patronal de dejarnos en la calle”, relata Facundo de Diario Hoy. Entre este medio y Radio Red 92 son más de 90 despidos en La Plata.

“La gente está siendo citada a Recursos Humanos en grandes tandas para ser informada de los despidos. Tenemos un compañero internado por un pico de presión y otro que falleció al enterarse de la noticia.  Somos 1500 aproximadamente y además 104 pueblos que con el cierre de ramales queda a la deriva”, dice Macarena, azafata del tren Mar del Plata/Junín/ Bahía Blanca. A partir del 15 de marzo está decretado en el boletín oficial el alcance de esta medida. Así, como si nada, más despedidos a la inmensa suma.  “Nos organizamos en contra de las burocracias sindicales, las cuales no representan ninguno de nuestros intereses. Sin embargo, no podemos dejar de estar presentes en la calle y de ir todos juntos y aprovechar esta convocatoria para hacer sentir nuestros reclamos”, agrega Macarena.

El acto termina. Los parlantes terminan con la marcha peronista y luego Jijiji. Se arman algunos pogos improvisados, sobre todo algunos en broma para molestar con algún empujón a quien estuvo unas cuantas horas a la par.  Después otro de Los Redondos. Se acelera la desconcentración, las banderas esquivan los cables y las ramas bajas. La mayoría encara para Constitución que en pocos minutos va a estallar de gente, otres se mensajean para volver a encontrarse. Los puestos venden la última tanda de choris y patys mientras desarman.  La columna independiente va hacia la subida de Avenida Independencia para luego terminar de desconcentrar. Siguen cantando: ¡Paro general!

 

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