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"Pecati", sobre la esterilización forzada | Revista Colibri
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«Pecati», sobre la esterilización forzada

Por Alana Rodriguez

En el Perú de 1995, una campaña del Estado impulsó la esterilización forzada en la población rural, indígena y analfabeta como una «medida de planificación familiar». Cuando Tadeo Bourbon viajó al país andino para estudiar un Master en fotografía en el Centro de la Imagen de Lima, ya estaba interesado en abordar la temática. El fotógrafo freelance argentino de 27 Años realizó el trabajo «Pecati», en donde entrevistó entre 80 y 100 mujeres sobre esterilizaciones forzadas. En la #FotoDeLaSemana traemos la historia de su proyecto.

“Había escuchado algo sobre los casos de esterilizaciones forzadas cuando vivía en Argentina. Una vez que fui allá me puse a investigar a ver si era posible hacerlo, porque me interesan los temas de genero y de derechos humanos”

A través del contacto con periodistas e investigadoras, llego a conocer a la presidenta de la asociación de mujeres esterilizadas de Lima y a las presidentas de organizaciones de las provincias. Con respeto, consentimiento y  compromiso, documentó los testimonios de las mujeres víctimas de la fertilización forzada de las comunidades de la provincia de Sicuani en la zona de Cuzco y en Pucallpa la selva peruana. Su trabajo fue expuesto por primera vez en marzo del 2020, en una muestra conjunta con la fotografa Liz Tasa, en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social en Lima.

-¿En qué consiste la esterilización forzada?

Las esterilizaciones forzadas consistían en las ligaduras de trompas de mujeres y las vasectomías a hombres. Formó parte de un programa de planificación familiar, que se suponía que tenía la intención de acercar la educación sexual y métodos anticonceptivos a las comunidades rurales, más pobres y más alejadas del Perú.

La campaña que tuvo como objetivo la reducción de la pobreza, a través de que  las personas pobres no se reproduzcan. Esta campaña fue después de que Alberto Fujimori se da el autogolpe y disuelve el congreso durante su presidencia, después de haber sido elegido en el 5 de abril de 1992. El programa empieza en 1995 con las pruebas piloto y oficialmente en 1996 al 2000, se esterilizan aproximadamente treinta mil mujeres y hombres.

Fue un programa enfocado en la población rural, indígena y analfabeta. Se metieron con el sector mas vulnerable ya que la mayoría eran mujeres, pobres, analfabetas, indígenas, quechua hablantes o shipibas y algunas de comunidades amazónicas también.

Usaban distintos métodos. Desde amenazas, manipulación intimidación, la fuerza física para llevar a las mujeres hasta los hospitales regionales en donde les ligaban las trompas y luego las dejaban. Uno de los métodos que utilizaban era llevarlas y obligarlas y otro era ligarlas sin su consentimiento luego de parir.

Consecuencias de las esterilizaciones:

Esto trajo en las mujeres un montón de secuelas físicas, psicológicas y lo sociales. Por lo general son mujeres que trabajan en la tierra y para ellas la fertilidad es algo muy importante porque la cantidad de hijos determina cuantas personas las van a ayudar en los trabajos rurales, en especial en la zona de sierra pero en la zona de selva también.

Las operaciones se hacían en muy malas condiciones con muchas mujeres juntas, las anestesiaban con elementos que estaban vencidos o anestesias para animales, luego no les hacían la recuperación y seguimiento, simplemente las dejaban tiradas. Nunca se rehabilitaban bien y esto también les traía consecuencias como no poder estar bajo al sol, cambios de temperatura corporal, revolución hormonal, dolores de cabeza, dolores cervicales y otros problemas.

Esto limitó su trabajo físico y llevó a que muchas mujeres hoy digan que son inválidas, que no sirven para nada porque no pueden hacer ningún esfuerzo físico. También tiene consecuencias psicológicas por vivir una situación  traumática en donde las llevan por la fuerza y las operan contra su voluntad.

Hay mujeres que ya no pueden rehacer su vida porque quedaron marcadas por esta situación, en las comunidades las señalan y sus los maridos las dejaron. Y todo esto fue a través de un programa estatal, es decir que el estado es el principal responsable.

Ya pasaron 20 años desde que termino el programa y el estado nunca se hizo cargo ni responsable ni nada. No tienen ni reparación económica ni de salud, ni nada. Las mujeres se están empezando a morir y muchas ya no tienen ganas de seguir pidiendo o seguir contando.

-Desde tu perspectiva, ¿cuál es la función de la fotografía al abordar temáticas como está? 

Creo que lo que puedo aportar o lo que puede aportar la fotografía documental en este caso, tiene que ver con divulgar, amplificar, hacer presente algo que ya paso. Es una herramienta más que de por sí sola no va a generar ningún cambio, pero que es un un granito más, un empujoncito mas a toda la lucha mas física mas real, que están llevando todas las mujeres, que siguen pidiendo justicia hace 20 años.

Cuando entrevistaba a las mujeres y hablaba con cada una en particular, lo primero que les decía era que yo no les iba a cambiar nada, que si ellas querían contarme, lo que yo iba a intentar hacer era difundir, amplificar sus testimonios sus historias, sus voces, para que salgan del olvido, donde estaban depositadas. Son mujeres de lugares rurales que muchas veces ni siquiera tiene representación rural, no tiene acompañamiento del estado, porque no se hace responsable.

En definitiva es una lucha contra el olvido, contra el olvido de este programa, contra el olvido de que el estado es responsable, contra el olvido de que Fujimori es responsable, contra el olvido de ellas, para que se las deje de olvidar.

Entonces es un intento de eso, de un material audiovisual, las fotos, los videos, las muestras, lo que logran es hacer memoria, rescatar y permitir que no se olvide, que no se pase. A muchas de estas mujeres capaz nunca les habían sacado una foto, entonces me parece importante.

Las dos asociaciones con las que me relacioné eran asociaciones muy jóvenes, hay otras con mayor trayectoria, porque se organizan por lo general por provincias. Eran mujeres que quizás no le habían dado su testimonio a nadie y me parece importante hacerles saber que hay personas que si les preocupa, que si quieren que sus historias se difundan, se sepan y no caigan en el olvido.

Algunas están inscriptas como victimas otras ni siquiera. Hubo un programa durante el gobierno de Ollanta Humala que era para poder registrar a las mujeres que denunciaban haber sido víctimas, en donde las revisaban y se fijaban si habían sido ligadas, pero fue cancelado.

-¿Tenes algún proyecto futuro en mente?

Ahora no estoy produciendo por la cuarentena, pero antes de la cuarentena tampoco, tengo en mente dos o tres proyectos pero todavía no los inicié. Me cuesta por lo general la primera parte, la parte de la elaboración de los procesos y al trabajar sólo me cuesta un montón.

Los proyectos que tengo pensado es uno sobre afro argentinidad, sobre los pueblos afro. Me interesa la revisión histórica y la construcción desde donde nosotros y nosotras, las personas blancas construimos el imaginario de la población afro.

Por otro lado, tengo ganas hace muchísimo tiempo, pero todavía no me cae la ficha, de hacer un laburo sobre las distintas masculinidades. En especial, lo frágil que es masculinidad hegemónica, que nace de una experiencia en particular de cuando yo estaba en la secundaria pero que todavía no pude llevarlo a lo grafico.

Y el otro es un proyecto que quiero hacer que es de revisionismo histórico de ver como construimos acá en argentina el imaginario de los pueblos originarios y la campaña del desierto, la que hizo Roca. Como construimos el relato de esto de que era algo desierto, hacer una revisión de cómo entendemos las poblaciones blancas esta situación, este relato histórico, de un lugar desértico que era necesario conquistar para conformar la nación argentina. Estoy empezando a investigar de ahora aprovechando la cuarentena.

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