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Petróleo, la (de)construcción del varón | Revista Colibri
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Petróleo, la (de)construcción del varón

Por Ana Gabriela Iriarte

¿Cómo se construye aquello que es propio de un género? ¿Cómo se arma (y desarma) un varón? ¿Y un “macho”? Estas preguntas son las que rondan la obra teatral Petróleo, última producción del grupo Piel de Lava, recientemente reestrenada en el Centro Cultural San Martín.

Piel de Lava es un colectivo conformado por Pilar Gamboa, Laura Paredes, Elisa Carricajo y Valeria Correa, que desde 2009 hasta ahora ha estrenado cinco obras teatrales. Todas las integrantes son a la vez actrices, dramaturgas y directoras de cada una de las obras del grupo, y defienden este proceso de creación colectiva como una posición política: la apuesta a construir desde lo grupal, sin egoísmos y sin que la palabra de alguna valga más que la de otra.

En Petróleo estas experimentadas artistas se ponen en la piel de un grupo de petroleros que trabajan en un yacimiento de la Patagonia, completamente aislados, en una convivencia cotidiana forzosa, con la certeza de que su fuente de trabajo, el pozo, se está secando. Desde el comienzo podemos reconocer en estos personajes la recreación de los mandatos propios de la masculinidad hegemónica y vemos cómo la relación que cada uno tiene con esa identidad de género, exacerbada en la figura del “macho”, es lo que define la identidad de los protagonistas, quiénes son como personas, cuál es el rol que tienen en ese grupo.

Los mitos y los fantasmas del sur van surgiendo en charlas a media voz, hasta que otros fantasmas, de a poco, comienzan a tomar cuerpo: los miedos a la soledad, al fracaso, a la pérdida, a los propios sentimientos, al propio deseo. Tras un feliz momento de catarsis colectiva, asistimos a la deconstrucción de esos mandatos e imposiciones, y al florecimiento de las identidades antes enterradas, negadas, oprimidas.

Más allá de los diálogos, ingeniosos y cuidados, es muy interesante observar la forma en que las actrices construyen la masculinidad desde sus cuerpos de mujeres, cómo consiguen recrearla a través de la gestualidad y de cierta manera de ocupar el espacio que tienen los hombres, que resulta tan fácilmente reconocible.

Otro acierto de la obra es que jamás cae en el estereotipo o la parodia a la hora de abordar a los protagonistas, sino que realmente, tal como se lo propusieron, las actrices consiguen habitar esos cuerpos de varones con una honestidad absoluta, buceando en sus emociones y en las relaciones que establecen entre sí, sorteando los lugares comunes, dando lugar a la exploración y al juego.

El ejercicio de creación colectiva que llevan a cabo rinde sus frutos: la convivencia y la dinámica grupal de esos trabajadores petroleros tienen una familiaridad que posiblemente sea la misma del grupo Piel de Lava tras 20 años de trabajo en conjunto. Es un buen momento para conocerlas.

Y si se quedan con ganas de más Piel de Lava, les recomendamos:
La Flor, última película de Mariano Llinás. Con siete horas de duración y una década de producción, este monumental largometraje recibió el Premio a Mejor Película Internacional en el último Bafici y las cuatro artistas de Piel de Lava compartieron el Premio a Mejor Actriz por sus interpretaciones en el film.
Cuatro obras, de Editorial Entropía. Una feliz recopilación de los primeros trabajos del grupo (Petróleo es la quinta obra).

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