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Piel en venta - Vuelos de Emergencia | Revista Colibri
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Piel en venta – Vuelos de Emergencia

Por Micaela Petrarca

Apenas puedo abrir un ojo. La transpiración me baña el cuerpo, se esconde en cada recoveco de mi piel como intentando despertarla. Pero está tan desgastada como si portara siglos. Mis labios están secos. Mi vida fue arrebatada como una flor a la que le arrancan los pétalos y la obligan a morir.
Me pierdo entre el negro del encierro, que me hace diminuta. Me hace invisible. Oscura. Me hace oscura. Me vuelvo oscura.
Sin poder terminar de respirar profundo, los salvajes de traje me inyectan el veneno. Y me tele transporto a ese mundo irreal tan real que me relaja y me quita el frío. Se me sumerge bien adentro, se mezcla con mi sangre y un baile descontracturante me recorre todo el cuerpo hasta que este empieza a desinhibirse. Mi cuerpo actúa en automático. Escucho los gritos provenientes de la misma oscuridad que me encierra. Lo está disfrutando, se ríe por sentir el placer que apaga sigilosamente mi vida. Y siento cómo la yema de sus dedos penetran en mi piel.
No puedo controlar mi cuerpo. El sabe cómo hacerlo y se acelera. Pero actúa en automático, actúa involuntario. Actúa.
Sólo tengo libre la imaginación y quiero sumergirme en ella. Me veo fresca. Nunca estuve tan reluciente. Disfruto del sabor amargo del café. Abro todas las ventanas, respiro aire fresco. Dejo que los rayos de sol se acomoden en mis pupilas. Escucho el ruido de las gotas de agua que corren por mi cuerpo y me acaricio la piel. Y río a carcajadas. Me descuartizo de la risa. Me río de la inocencia y de la vergüenza. Y una mueca se posa en mi cachete izquierdo.  Y el que ríe cree que me llevo hasta el punto culmine y reafirma su poder.

Y apenas puedo abrir los ojos. Y no quiero respirar.
Y todavía respiro.

 

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