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Plastificada | Revista Colibri
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Por Nicole Martin

En aquel mundo se empaquetan a las mujeres. Hay plásticos personalizados para cada una. Los hay de colores, con luces, strass, tul y todas esas boludeces brillantes que llaman la atención. Cuando las niñas llegan a esa etapa de la vida en que ya son ténicamente -pero no madurativamente- mujeres, se les consigna una fiesta con todas aquellas chucherías que enloquecen a las masas: las luces, la música y el alcohol. Ellas anhelan ese momento, que se les declara suyo. En realidad los que festejan son los invitados, quienes bailan y toman hasta confundir el plástico con oro y las mesas con camas.
El ritual entero está lleno de pequeños rituales simbólicos que condecoran el momento. Formalmente, se le llama la fiesta de la plastificación. Como regla oficial, pero implícita, las mujeres no pueden llevar plásticos más llamativos que el de la plastificada. Sin embargo, se las saben arreglar bien para jugar en ese límite. Y todas las luces fluorescentes que usa la plastificada en su vestuario, las otras se las colocan en el pelo. Los hombres deben vestir de la misma manera que cuando se casan o bien van a su propio juicio.
Las niñas no-plastificadas observan con ojos envidiosos el ritual mientras que los niños ignoran todo el quilombo con la placentera felicidad del no entender y no interesarse en hacerlo. La plastificación siempre respeta el mismo orden: primero, la plastificada entra a la fiesta coronada en acentuaciones de música estridente y aplausos. Muchos aplausos. Todos la abrazan, lloran y la felicitan por la nueva etapa.
Luego, tradicionalmente, la figura masculina de mayor peso en la familia de la plastificada baila simbólicamente con ella y se la entrega a los niños-hombres de la fiesta. Son los candidatos, quienes se mueven con vergüenza y rara vez dicen palabra alguna. En general, hacen algún comentario sobre la apariencia de la homenajeada. Después, todos comen, menos la plastificada. No está bien visto que coma en su propia fiesta. Aunque en realidad, no lo hace porque esta nerviosa y quiere ser plastificada lo antes posible.
Comienza la primera tanda de baile. Los invitados adultos danzan alrededor de los padres de la plastificada. Las mujeres mueven la cadera hacia arriba y hacia abajo, contorsionándose en la circunferencia que les regala el plástico que las envuelve. Los brazos de la plastificada están haciendo sus últimos movimientos. Sin embargo, los pega al cuerpo para preparase para crecer. A este punto, ya no puede pensar en otra cosa de la ansiedad que le genera ser plastificada.
Pero el ritual continúa con más comida, más música, más alcohol y más lentejuelas por aquí y por allá. Sólo entonces llega el momento que todos están esperando. El aire se llena de tensión incómoda cuando la figura masculina de mayor peso en la familia de la plastificada toma el micrófono. Luego de agradecer a los invitados por haber venido, destaca la belleza de su hija y hace algún chiste ocasional dirigido a los candidatos. Siempre lo hace.
Entonces, se estila descorchar algún champagne más y que la plastificada le sirva una copa a cada invitado hombre. A las mujeres no, porque todo el mundo sabe que el champagne no se puede beber con sorbete. Asimismo, uno de los hombres le sirve una, que será la primera y la última copa que tomará desde sus manos. Y entonces empieza el espectáculo.
La plastificada se sube a una pequeña plataforma circular donde tiembla de la emoción. Con toda su familia rodéandole, es ahora la figura femenina de mayor peso quien la besa en el cachete y le levanta el brazo derecho. Debajo, coloca el primer trozo de plástico maleable. Con precisión lo pasa por encima del brazo izquierdo y por encima de las caderas. La plataforma empieza a girar.
La madre/abuela la envuelve en la cantidad de capas de plástico que propone la familia. Cuando su torso está completamente cubierto con la capa transparente junto a sus adornos y la plastificada demuestra que no es capaz de mover sus brazos, la multitud aplaude rabiosamente. La plastificada llora de emoción por ser oficialmente una mujer.

Dibujo de Juan Paz

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