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¿Qué está pasando en Chile? | Revista Colibri
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¿Qué está pasando en Chile?

Escriben Micaela Petrarca y Nicole Martin
Fotos: Migrar fotos

(…)en poquísimos países el capitalismo ha arrasado con los derechos fundamentales de la persona como en Chile, convirtiéndolos en costosas mercancías sólo al alcance de una minoría. El agua, la salud, la educación, la seguridad social, el transporte, la vivienda, la riqueza minera, los bosques y el litoral marino fueron vorazmente apropiados por los amigos del régimen, durante la dictadura de Pinochet y con renovados ímpetus en la supuesta “democracia” que le sucedió. 

Atilio Boron en Página/12

En medio de una crisis social y política en Chile que apareció por primera vez en los medios hace una semana y ya confirmó 15 muertos y casi 2000 detenides, entre abusos militares y violaciones de derechos humanos, una consigna se levanta entre canciones y manifestaciones sociales: “No son treinta pesos, son treinta años”. ¿Qué elementos de la historia chilena explican el descontento social que estalló a raíz del aumento de pasaje? ¿Cómo fue la transición a la democracia después de la dictadura?

El descontento social en Chile se palpita desde hace años. En 2017, se hizo visible en las elecciones donde más del 50% de la población no fue a votar en primera vuelta. El estallido de las últimas semanas es el grito de un pueblo que no quiere vivir más bajo una “democracia” levantada sobre instituciones y medidas adoptadas por la dictadura, ni con un modelo neoliberal que sólo amplía la desigualdad social y obliga a sus ciudadanes a endeudarse por pagar derechos básicos. 

Son 30 años 

La consigna “no son 30 pesos, son 30 años” plantea la raíz de las manifestaciones y el despertar ante años de políticas sociales y económicas excluyentes y antidemocráticas. 

Para entender la estructura sobre la que se rige el gobierno de Chile -y por qué es antidemocrático- hay que retornar a 1989 donde el pueblo votó, mediante un plebiscito, no continuar con 17 años de dictadura. Dos años después, Augusto Pinochet dejó el poder y con el llamado a elecciones se retornó a la “democracia” entre comillas, porque aquel plebiscito fue posible a partir de un pacto que realizaron partidos políticos conglomerados en Concertación de Partidos por la Democracia y el dictador. 

Mientras se dibujaba hacia el afuera una democracia con promesas de verdad y justicia, por dentro se trazaba una transición que mantuviera el modelo neoliberal ya impuesto bajo violencia por Pinochet. “Y hubieron años donde nunca se juzgó a ningún militar porque el pacto contemplaba que iba haber justicia en la medida de lo posible”, cuenta a Revista Colibrí Victor Bahamonde, dirigente del movimiento Modatima. Pinochet llegó a ser senador vitalicio y a designar senadores mediante el sistema binominal, asegurando así las políticas de privatización y libre mercado. 

Actualmente, Chile se rige bajo la Constitución del 80’ creada durante la dictadura militar. La privatización del agua, la salud, la educación, el transporte y la vivienda, “tuvo como consecuencia que Chile se convirtiera en el país con el mayor endeudamiento de hogares en América Latina”, escribió el analista internacional, Atilio Boron, en Página 12.

«La situación hoy es imprevisible. Los acontecimientos se suceden a un ritmo vertiginoso, pero no contribuyen a desescalar el pulso entre los manifestantes y el Gobierno de Sebastián Piñera. Los ciudadanos parecen dispuestos a mantener la movilización y el Ejecutivo no tiene intención alguna de sacar los militares de la calle«, afirmó la periodista chilena, Meritxell Freixas y, en diálogo con Revista Colibrí, explicó que la desigualdad que se vive en el país es enorme y no hay propuestas políticas que intenten remediarlo: «En Chile hay una crisis que tiene que ver con el modelo neoliberal y de mercado que se pasa por la raja los derechos de la gente«.

Cronología del despertar

El lunes 14 de octubre, les estudiantes chilenos reaccionaron ante la medida estatal de aumentar 30 pesos el boleto del metro. Juan Andrés Fontaine Talavera, Ministro de Economía y Turismo respondió a los cuestionamientos diciendo que “aquellas personas que quisieran pagar menos, podían simplemente salir mucho más temprano de sus casas”. La acción de la juventud fue concreta: evadir el pago del pasaje.

De manera autoconvocada, llamaron al resto de la población a participar de la medida y paulatinamente la comunidad se sumó. Día tras día, se ingresó masivamente al metro sin pagar pasaje con una consigna clara: “Evadir, no pagar, otra forma de luchar”. La fuerza y el comienzo del despertar se reflejó el viernes 18 con grandes movilizaciones en todos los metros de Santiago. 

Ese mismo día, el gobierno decretó el cierre de todas las estaciones. Y así como aumentó la movilización, aumentó la represión. Piñera invocó a ley de seguridad del Estado, una legislación que regula los delitos contra la seguridad interna del país, y que endurece las penas a quienes resulten culpables de los disturbios.

Pero el pueblo despierto decidió no callar más, hizo suyas las calles y el uso democrático del reclamo y la rebelión, porque no son 30 pesos.

El sábado se juntó tal descontento social que hizo movilizarse a Chile completo, no solo en solidaridad con la situación del transporte en Santiago, sino, fundamentalmente, por una serie de demandas relacionadas con las alzas, pero también por la situación que ha vivido el país de un proceso neoliberal sostenido por lo menos hace 30 años”, comentó Victor Bahamonde, quien ademas es encargado de la Dirección Nacional del partido socialista Convergencia Social, y agrega: “por lo tanto, hoy no es una sola demanda sino muchas causas que hacen mostrar el descontento social desde Arica hasta Punta Arena, de la zona norte del país hasta lo más al sur austral. Todas las regiones tienen movilización en este momento”.

En la madrugada del sábado, Piñera decretó el estado de emergencia en Santiago, nombrando al general de división Javier Iturriaga del Campo como jefe de la Defensa Nacional. El militar despliega esa mañana a 500 militares. El pueblo hace frente con cuchara y cacerola. La movilización no cesa, la violencia es cruda, pero el miedo no inmoviliza, hay un pueblo unido decidido hacerse escuchar.

El gobierno pretende equilibrar y suspende el aumento del pasaje del Metro. Pero los 30 pesos ya son simbólicos, las demandas son la dignidad social, el reclamo es hoy “el quiebre del modelo neoliberal, la renuncia del gobierno, pero también, se está escuchando fuerte la posibilidad de una asamblea constituyente, donde el pueblo pueda tomar la decisión de qué país quiere empezar a vivir de ahora en adelante”, manifestó Bahamonde.

Ante el reclamo del pueblo, el gobierno respondió entregando a manos de la fuerzas armadas la región de Valparaíso, Concepción, las comunas de Coquimbo y la Serena, la comuna de Rancagua, O’Higgins. Los militares decretan toque de queda. 

Y en conferencia de prensa condenó la protesta social diciendo que el gobierno está “en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta nada ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, incluso cuando significa pérdidas de vidas humanas con el único propósito de producir el mayor daño posible esta batalla no la podemos perder (…) Ellos están en guerra con todos los chilenos de buena voluntad que queremos vivir en democracia con libertad y en paz”. 

La buena voluntad, la democracia, libertad y paz que se autoadjudica resuena de ironía en 9500 militares con poder en las calles; con dos muertes por impactos de proyectiles de militares y centenares de herides confirmados por el Ministerio de Interior y de Salud, el Colegio Médico y la prensa que resiste al cerco mediático. La propia Defensoría Penal Pública enumeró un total de 1.957 detenides, mientras que el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) ha interpuesto 12 querellas por denuncias de torturas y sostiene que hay personas detenidas que acusan “haber sido víctimas de uso desmedido de la fuerza al momento de la detención, vejaciones injustas a niños/as, malos tratos, golpes en rostros y muslos, torturas, desnudamientos a mujeres y vejaciones sexuales, entre otras vulneraciones”. Incluso, recientemente, la Fiscalía ha llevado ante la Justicia al primer militar imputado por disparos en contra de un civil. 

Freixas, que es colaboradora en el medio El Desconcierto, destacó en conversación con Revista Colibrí el rol crucial de los organismos de Derechos Humanos. «En estos días hay observadores en las calles del Instituto Nacional de Derechos Humanos y su trabajo va a ser fundamental a la hora de registrar todos los abusos que estamos viendo», aclaró.

El pueblo chileno despertó y respondió el lunes con un paro nacional que vuelve a repetirse el miércoles 23. Bahamonde, referente de Modatima, profundizó: “Hay muchos gremios, sindicatos, organizadores de masas, movimientos, comunidades indígenas, espacios de jóvenes pobladores y de mujeres articulados para desarrollar las movilizaciones que no paran, que se siguen profundizando. La gente sigue saliendo a las calles y desde sus casas con caceroleos para oponerse a la represión que hemos vivido, y dentro de las demandas principales está que el ejército se retire de las calles para empezar a conversar. No hay ninguna posibilidad de poder dialogar mientras sigan reprimiendo de esta manera y el pueblo se siga viendo involucrado en el asesinato político que busca aplacar las movilizaciones y no dar soluciones a la demanda de la gente”. 

«El reclamo es sobre educación, salud, AFP, sueldos, las sequías, el aprovechamiento de los políticos y de empresarios de la gente«, afirmó Francisca Cuevas, estudiante universitaria chilena. La joven destacó al movimiento estudiantil de la CONFECH, que convocó el lunes a una masiva marcha en Plaza Italia para protestar contra la desigualdad en la educación junto con muchas otras organizaciones de Chile, se refirió al accionar de la policía como demasiado violento: «Asesinaron gente a plena luz del día, dispararon durante manifestaciones pacíficas, torturaron gente, y hasta hay registro de robos y saqueo por parte de ellos e incluso un vídeo de cómo jalan cocaína».

Las horas del martes 22 son claves para ver el avance de conflicto. Después de que el Presidente Piñera convoque a una reunión de emergencia con los partidos políticos para negociar, algunos sectores ya se han negado, a menos que se acepten las condiciones de «Agenda no más abusos», que incluye una reducción de la jornada laboral de 40 horas, aumento a las pensiones, reducción de la dieta parlamentaria y el control de precios a los fármacos, sumado a un inamovible reclamo: No hay negociación hasta que se saquen a los militares de las calles.

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