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¿Qué se entiende por educación sexual en las escuelas porteñas? | Revista Colibri
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¿Qué se entiende por educación sexual en las escuelas porteñas?

Es interesante pensar en la actualidad qué alcance en relación a la educación sexual se da en las escuelas porteñas a diferencia de otras zonas del país. Para ello también, se requiere hacer un ejercicio reflexivo y ver qué entendemos por educación sexual, y yendo más allá, qué entendemos por sexualidad.

El término “Sexualidad” se refiere a una dimensión fundamental del hecho de pertenecer a la especie humana, basada en el sexo, que incluye al género, a las identidades de sexo, a la orientación sexual, al erotismo, a la vinculación afectiva, al amor y a las actitudes frente a la procreación y al placer. Se experimenta o se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de los aspectos biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos.
Este concepto de sexualidad (que propongo) está en consonancia con la Ley de Educación Sexual Integral, que excede ampliamente la noción de “genitalidad” o de “relación sexual”.
Considerando a la “Sexualidad como una de las dimensiones constitutivas de la persona, relevante para su despliegue y bienestar durante toda la vida, que abarca todos los aspectos antes mencionados, que si bien la sexualidad, abarcar todos estos aspectos, no es necesario que se experimenten, ni se expresen todos al mismo tiempo. Esta concepción es la sostenida por la “Organización Mundial de la Salud”.
En resumen, la sexualidad va más lejos que la “genitalidad” y “las diferentes prácticas sexuales” (distintas formas de ejercer la sexualidad), se vive y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos y por ende está ligada a nuestra identidad, es nuestra compañera de toda la vida, ya que está con nosotros desde que nacemos hasta el último día de nuestras vidas. Su pleno desarrollo depende de la satisfacción de las necesidades fundamentales del ser humano tales como el deseo de contacto, intimidad, expresión emocional, placer, ternura y amor. Se refiere no solamente a las capacidades reproductivas del ser humano, sino también al erotismo y al placer.

Es importante destacar que en la sexualidad esta incluido el género y la utilización de este concepto nos permite concebir el estudio de los seres humanos (mujeres y varones) como sujetos producto de una construcción que se desarrolla de manera diferenciada según el sexo. En efecto, durante el proceso de socialización, aspectos culturales y psicológicos, intervienen y son condicionados por el modo de organización particular de cada sociedad de pertenencia. Sin duda, todas estas variables interactúan entre sí y terminan incluyendo a la sexualidad, que es una construcción que realiza cada ser humana a lo largo de todo su ciclo vital. Decimos entonces, que las características de esa construcción histórica, difieren según sea la pertenencia para uno u otro género es decir en tanto seamos mujeres o varones.
Cuando hablamos de género hablamos de la construcción social y cultural que hacemos los seres humanos de “ser hombre” o “ser mujer” mas allá del sexo biológico con el que hayamos nacido. La desigualdad entre sexos es un fenómeno presente en casi todos los lugares del mundo.
Los ideales genéricos se fijan en arquetipos y se reproducen mediante la educación: que se basan en los saberes consolidados en el siglo XIX, basados en creencias, con una ética y con una filosofía de los valores que la sociedad reconocía como guías en la modelación de la personalidad.
Según UNICEF, el concepto de género se refiere a la construcción social y cultural que se organiza a partir de nuestras diferencias biológicas como varones y mujeres. Ciertas ideas, imágenes y creencias sobre lo “propio” de lo masculino o de lo femenino se transmiten socialmente desde los medios de comunicación, la escuela, la familia y otras instituciones, y terminan reproduciendo estructuras que acentúan la desigualdades entre la personas.
Porque el género no sólo modela nuestras maneras de ser y de apropiarnos de nuestras decisiones, sino que también determina la calidad de nuestra inserción en los distintos ámbitos de la vida familiar, laboral, profesional y política, estableciendo jerarquías que nadas tienen de “naturales”.
La perspectiva de género alienta la reorganización de los saberes en una estructura de pensamiento que diferencia género y sexo, señala las diferentes construcciones de la realidad para varones y mujeres y reconoce el desempoderamiento de la mujer para contrarrestarlo por acción positiva.
La diferencia a mi criterio es que: el género es un marco de referencia interno construido a través del tiempo que permite a los individuos organizar un autoconcepto y a comportarse socialmente en relación a la percepción de su propio sexo y género. El sexo es un marco de referencia externo visible y bien diferenciable en cada uno que no se construye sino que viene con cada una/o de nosotros.
En la actualidad social está mal visto políticamente sostener que las mujeres son inferiores a los hombres.
En cambio está bien visto por la sociedad afirmar que mujeres y hombres deben recibir igual trato y disfrutar de iguales oportunidades. Sin embargo esto no es siempre así. Es muy común escuchar que muchos varones cuando están frente a algo referente al otro sexo, que no comprenden o que les resulta difícil comprender, se desligan de la situación diciendo “son cosas de mujeres”. Es tradicional que cuando una mujer no se anima a hablar de sexo con su hijo varón, se desembarace de está situación dejándolo sólo con su esposo afirmando “son cosas de hombres” o bien contestándole al niño “Estas cosas hablalas con tu papá, que él es hombre”.
Las mujeres están en desventaja en relación con los hombres.
La desigualdad entre los dos sexos es injusta, pero existe y mucha gente cree que es algo natural que esta desigualdad exista, ya que piensa que como los hombres y las mujeres somos distintos, donde hay “cosas de mujeres” por un lado y “cosas de hombres” por el otro.
La verdad es que la desigualdad entre hombres y mujeres es producto de la historia, la sociedad y la cultura, pero consciente o inconscientemente, estamos entrenados para pensar que la desigualdad de hombres y mujeres es algo natural.
Será importante poder empezar a descubrir la necesidad de igualdad entre ambos sexos en todos los ámbitos de la vida, para que no nos sigan perjudicando esto de “son cosas de hombres” o “son cosas de mujeres”.

La Ley de educación sexual, no sólo piensa los cuidados y la transmisión de conocimientos que se creen necesarios para cuidarnos hoy en día, sino repensar qué conceptos tenemos en relación a la sexualidad, a la identidad sexual, a las prácticas, y también de qué manera nuestro modo de pensar puede albergar estereotipos, discriminaciones y tabúes.

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