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SE VAN SE VAN Y NUNCA VOLVERAN | Revista Colibri
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SE VAN SE VAN Y NUNCA VOLVERAN

Por Vicente Zito Lema

Después se encendieron las antorchas
Y marchamos encolumnados hasta Villa Devoto
¿Cuántos éramos? ¿80… 100 mil?
¿Cuántos salieron a la calle a vernos pasar?
a traernos sus corazones que se abrían
como un cáliz tenso y joven?
La noche se alzaba en desafío
Era el epílogo de años esenciales
¡Cómo iban a quedar cerradas las puertas del penal!
¡Quién puede detener el furor de una aurora…!

Pasado todo me senté en una plaza con mi mujer
La besé
Ella se apoyó sobre mi hombro
como un delicado pájaro de alturas
Habia descendido en la ciudad una paz desconocida
Atrás quedaban tormentas…
Mares inhóspitos… El furor de unos dioses
y de unos hombres dormía…
¿Alguien ha guardado un poquito de la felicidad
de esas horas?
Cuando salían uno a uno los compañeros con sus
paquetes de ropas y de libros
Cuando el padre de María Angélica los apretaba
como si apretara otra vez a su hija
No al cajón cerrado enviado por la marina
Sino a esa muchacha de pelo negro
Que el había llevado a la escuela
Enseñado a cruzar la calle a tomar los cubiertos
A la que besaba los domingos tras las rejas de
ese mismo penal…

¿Por qué las cosas se pudren tan pronto?
No hablo de los cuerpos de los compañeros muertos
que también se han podrido
Ese es otro cantar
Porque ahora uno puede soñar que son la presurosa
agua
Que son el fuego que crepita y se extiende
su corona de jaspe hacia la bóveda
Que son la tierra (el girar sin pausas de la
tierra)
Que son el aire que penetra y deja
el necesario dolor de la memoria
Pero con los demás con los que estamos vivos:
¿qué pasa?
¿Por qué seguimos en el camino que lleva
a peores desgracias? ¿Por qué no gritamos
antes que se nos pierda el alma?
¿Por qué no mandamos a la santa mierda
este silencio de cómplices que nos agota
como la lenta fiebre de un pantano?
He aquí a nosotros veteranos los de corazón exhausto
¿Perfumes de azahar un cuaderno para la buena
letra o una pared donde llorar nostalgias?
¡Vamos! Antes de reventar: ¿pronunciaremos
otra vez a solas
el lastima bandoneón de una curda feroz … ?

¿En qué alcantarilla de sangre se ha escurrido
el dulce vino de cambiar el mundo
de construirnos a nosotros mismos
solidarios
críticos
románticos…?

Es cierto: la fatiga pesa en muchos huesos
Sin embargo hoy por hoy nadie abandona el barco
¿Qué se gana entonces con ocultar
los vientos concretos que nos impulsan?
¿Maneras de la política nosotros que anhelábamos
razones esenciales
móviles no pervertidos?
Estamos hartos de danzas y contradanzas
De oportunismos
Del monstruo de dos caras que estamos pariendo
De eso se trata
Pregunto:
¿Es necesario comer en la misma mesa con los
asesinos?
¿Esperar que aclare cuando lo que se pervierte
es el propio sentido de la luz?
¿Confundirnos en la corte de los milagros con
canallas y bufones de dudosa alegría?
¿No es pagar con usura la realidad de lo posible?
Quejas del peor augurio más que desencanto
Las puertas se cierran ferozmente nuevas noticias
en los diarios
El hampón que es ministro de trabajo dice impúdico
que el Comandante Guevara era un renegado
Trabajadores despedidos persecución de militantes
atentados con granadas y bazokas
listas gigantes de condenados a muerte
Por un lado: la traición
Por otro: soberbia e infantilismo
el diario alejarse de las masas
¿Cuál será nuestra próxima historia?
¿Simple papel de cigarrillos para tantos sueños…?
Son tiempos en que los asesinos hablan de paz
Nosotros juramos ante las tumbas de los amigos
Desolados
Toda la noche se abre ante nuestros pasos
Nada asoma tras las nubes negras
Apenas un colibrí dorado deja de volar.

Diciembre de 1973.
Fotografía por Paula Colavitto 
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