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Trabajar en la era Macri: más precario y por menos guita | Revista Colibri
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Trabajar en la era Macri: más precario y por menos guita

Por Juan Strasnoy Peyre

 

Hablar de saldo negativo quizás se caiga de maduro. Chocolate por la noticia. Pero, para esquivar las generalidades, vale la pena parar la pelota, levantar la cabeza y apuntar a los principales cambios laborales que logró imponer el macrismo hasta su tercer primero de mayo en el gobierno y los que busca implementar. Sus principales rasgos: avance de la precariedad, caída del salario real y flexibilización. Problemas que no nacieron el 10 de diciembre de 2015, pero que se profundizaron.

El objetivo de Cambiemos es claro. En los fundamentos del primer borrador del proyecto de reforma laboral que el Ministerio de Trabajo le presentó a la CGT a fines de octubre, se leía: “Promover la liberación de las fuerzas de la producción y del trabajo de todos aquellos mecanismos regulatorios y fenómenos distorsivos que impidan el desarrollo de las empresas como comunidades productivas, innovadoras, eficientes y competitivas”. En criollo: una reducción de derechos que permita una regulación estatal más laxa para librar (aún más) a las leyes del mercado las relaciones entre trabajadores y empresarios. Relaciones que el propio anteproyecto presentaba como acuerdos entre partes iguales.

En marzo, «el mejor equipo de los últimos 50 años» festejó una suerte boom en la creación de puestos de trabajo durante el año pasado tras un 2016 de retroceso. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informaba que la desocupación había caído del 7,6% en cuarto trimestre de 2016 al 7,2% en el mismo período de 2017 y que la tasa de empleo había avanzado más de un punto durante ese lapso, según los números de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Sin embargo, de los 694.000 nuevos puestos apenas 186.000 fueron asalariados en blanco, mientras que 223.000 fueron en negro y 285.000 no asalariados (una categoría en la que predominan los monotributistas). Más empleo que en un 2016 de recesión, pero más precario.

Al compás de la escalada inflacionaria, la devaluación y la caída en las proyecciones de crecimiento económico, la generación de puestos de trabajo formales se frenó durante el primer bimestre de 2018. Tanto en enero como en febrero (aún no se publicaron los números de marzo en adelante), la cartera laboral informó una caída mensual de 0,1% en el número total de trabajadores registrados en el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). En febrero en particular, el retroceso estuvo impulsado principalmente por los despidos en el Estado: sólo ese mes el sector público expulsó 14.900 personas. Durante la presentación de esos datos, el director de Estadísticas y Estudios Laborales, José Anchorena, reconoció que esa sangría podría profundizarse en los próximos meses por la aplicación de la Ley de Responsabilidad Fiscal en las provincias (que representan el 75% del empleo público). Esa medida, acordada con los gobernadores y aprobada en el Congreso a fines de 2017, impide a los gobiernos provinciales aumentar el personal por encima del ritmo de crecimiento de la población en cada distrito.

 

El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y otros funcionarios junto al triunvirato de la CGT

 

Reconfiguración del trabajo

En busca de la lluvia de inversiones -que por ahora sólo mojó el mercado especulativo de una timba financiera con tasas de interés por las nubes- la apuesta del Ejecutivo es mejorar las condiciones para los negocios empresarios. ¿Cómo? Bajando el «costo laboral» y flexibilizando las condiciones de trabajo. Pese a que las movilizaciones de diciembre obligaron a patear para delante la reforma laboral -que la semana pasada el oficialismo presentó en el Senado-, algunos de estos cambios ya comenzaron a verse.

Un informe del Observatorio de Derecho Social (ODS) de la CTA Autónoma plantea que hay “una pérdida progresiva del peso relativo de los asalariados registrados del sector privado en el conjunto de los ocupados y de un crecimiento de las modalidades de empleo por cuenta propia. Entre 2011 y 2015 el estancamiento relativo de este sector había sido compensado en mayor medida por el crecimiento de los asalariados en el sector público, mientras que a partir de 2016 el mayor dinamismo ha correspondido a los trabajadores por cuenta propia (monotributistas plenos y sociales) y a los asalariados en casas particulares”. Los números del SIPA marcan que el año pasado el trabajo en relación de dependencia –el que brinda o debería brindar todos los derechos laborales- creció apenas por encima de la expansión poblacional (1,3%), mientras que el monotributo sumó 7% y el monotributo social 8,8%.

 

Fuente: ODS en base a datos del SIPA

 

“La contracara de este proceso es una significativa caída de la tasa de asalarización (el porcentaje de asalariados en el total de trabajadores), que se encuentra en los valores más bajos desde 2005”, agrega el ODS. Tan es así que durante los primeros dos años de gestión de Mauricio Macri sólo el 6% de los empleos formales creados dentro del sector privado fueron asalariados y el 19% del sector público, mientras que el 75% correspondió a modalidades más precarias. A ese combo hay que sumarle el avance del trabajo en negro, que subió al 34,2% en el cuarto trimestre de 2017 (EPH), un poco por encima del ya alto nivel con que terminó su mandato el kirchnerismo después de haber motorizado una baja en los primeros años de su Gobierno (aunque los cambios metodológicos y el descrédito del INDEC de Guillermo Moreno dificultan encontrar cifras comparables).

“El ajuste del modelo parece estar más vinculado al crecimiento de las modalidades precarias de ocupación, donde la capacidad de organización y acción colectiva es mucho más limitada, y no tanto a un aumento masivo, al menos por ahora, del desempleo. Todo ello en un contexto de estancamiento relativo de los salarios reales en niveles inferiores a los existentes en el año 2015”, concluyó el observatorio que coordina Luis Campos.

Claro que estos problemas no pegan a todas las personas por igual. La desocupación, que en promedio es del 7,2%, afecta mucho más a las mujeres (8,7%) que a los varones (6,1%)*. Esa inequidad de género es aún mayor en la juventud, el sector más golpeado por la falta de laburo: el desempleo en las trabajadoras de hasta 29 años es del 18,8% y en los trabajadores de la misma franja etaria es del 11,4%. Y ni hablar de la brecha salarial de género, que hace que las mujeres ganen 27% menos que los varones por realizar la misma tarea (brecha que se estira hasta el 40% entre laburantes en negro).

 

Apretar en tu bolsillo

Poco a poco pero sin pausa, los ingresos de quienes vivimos de nuestro laburo se nos fueron escurriendo entre los dedos. La inflación galopante (que pese a “ser algo simple de resolver”, como dijera Macri en campaña electoral, trepó al 40% en 2016 y bajó luego a los mismos niveles que dejó el kirchnerismo) y los tarifazos, que siempre castigan mayormente a los sectores más necesitados, sumados a las bajas paritarias firmadas por el «sindicalismo dialoguista», empujaron los salarios barranca abajo. Pero nada es casualidad: bajarle el «costo laboral» a las empresas era la consigna.

Un informe del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) explica que el poder adquisitivo de los salarios se desplomó 6% entre noviembre de 2015 y marzo de 2018. “Cayó 5% en 2016 y se recuperó parcialmente (+3%) en 2017; en 2018 la comparación interanual comenzó negativa: -1,7% en el primer trimestre”, dice el informe. Con la devaluación de esta semana -que sube aún más las ya altas expectativas de inflación-, y los acuerdos salariales al 15%, nada augura que la tendencia se revierta en lo que queda del año.

 

 

Sin embargo, la consigna no se queda ahí. El Congreso aprobó el año pasado una modificación a la Ley Nacional de Riesgos de Trabajo a la que se fueron adhiriendo las legislaturas provinciales. El propósito: evitar las demandas por accidentes o daños sufridos por trabajadores. ¿Te suena «la mafia de los juicios laborales»? El mecanismo: crear comisiones médicas como paso previo a la Justicia para gambetear los litigios. Esto también es bajar los costos, se jactan las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (ART).

 

Cambiemos (las relaciones de trabajo)

Los primeros capítulos de la reforma laboral que el Ejecutivo envió a la Cámara Alta en las vísperas del primero de mayo disputan ese mismo partido. Pero muestran también que Cambiemos no logró imponer del todo su juego. Envalentonado por el triunfo electoral de octubre, presentó su paquete reformista que incluía un proyecto «a la brasilera» negociado con el triunvirato cegetista. Tras un diciembre de masivas protestas y represiones, Jorge Triaca tuvo que recalcular y propuso una reforma en cuotas para discutirse en tiempos mundialistas. Aun así, el ministro de Trabajo no tiene asegurado su éxito.

Las tres iniciativas presentadas contienen el blanqueo laboral -una colosal moratoria para empresarios que regularicen a sus empleados en negro, con perdón de multas y deudas-, el relanzamiento del sistema de pasantías –presentadas como «prácticas formativas» para jóvenes profesionales o estudiantes- y la creación de la Agencia Nacional de Evaluación de Tecnologías de Salud –un viejo reclamo de la CGT para reducir los juicios a las obras sociales por sus malas prestaciones-. Tres puntos que ya tenían el aval de los sectores más cercanos al Gobierno dentro de la central obrera. Pero resulta que en su texto aparecieron otras modificaciones importantes: una rebaja en las indemnizaciones por despido que elimina de su cálculo el aguinaldo, los premios y otros adicionales; y la habilitación para que los sindicatos y las cámaras patronales establezcan por convenio colectivo un Fondo de Cese Laboral, que reemplazaría a las indemnizaciones tradicionales y facilitaría a las empresas afrontar un despido al poder juntar mes a mes el dinero necesario para hacerlo.

El descontento social y el reciente rechazo que pronunció la cúpula sindical -aunque sin paro general a la vista- ante la presión de las bases pondrán piedras en el camino parlamentario del proyecto oficial. ¿Se reeditarán las movilizaciones de diciembre? ¿Quién pulseará más fuerte esta vez?

 

*La EPH del INDEC realiza una comparación de géneros binaria y excluye a las disidencias sexuales de las estadísticas.

 

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