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Un Woodstock feminista en la Ciudad | Revista Colibri
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Un Woodstock feminista en la Ciudad

Por Luz Rodríguez

“¿Son dos cosas separadas, la lucha política de la lucha del placer?
Son lo mismo, porque realmente lo que les jode es que las mujeres y muchas otras identidades gocemos, porque no es una cuestión de fe, es una cuestión de poder. Pero nuestro derecho político no va a estar dispuesto a ser bajado por el pulgar del circo romano que es el Senado. “Anticoncepción”; “Placer”; Aborto legal” tienen que estar sí o sí en la educación sexual integral, y tiene que ser una educación por el placer.”
Luciana Peker, Parque Centenario, 25/8/2018.
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Los festivales de rock de fines de la década del 60 fueron famosos por agrupar a grandes congregaciones de jóvenes, parejas con niñes, y (¿por qué no?) animales. Un espacio verde, extenso, y con ambiente pacífico y lleno de amor que se sentía en el aire y en la forma de vivir a la festividad convocante. Música, tranquilidad y ganas de despejarse. Como dato histórico: también coincidieron con la aparición de una revolución sexual y de libertad entre las nuevas generaciones de entonces. Palabra clave: píldora anticonceptiva. La mujer ya no sólo como madre, sino como gozosa.

Desde la mañana, y hasta las 21 horas, algo similar sucedió en el Parque Centenario el sábado 25 de agosto, en el Festival “¡A mover! Ahora es cuando”, convocado por el movimiento popular “Seamos Libres”, fundado hace tres años por el ex legislador porteño Pablo Ferreyra, junto a las agrupaciones «El Gleyzer» y la Corriente Santiago Áviles. «Tenemos que mover para poner un freno al ajuste, la tristeza y la desazón», invitaba la difusión del evento en sus redes sociales.
Destacado por (en principio) su ubicación céntrica entre los barrios de Caballito, Almagro y Villa Crespo, el Centenario sirvió como geografía predilecta para un evento de semejantes magnitudes: parejas de variadas edades, familias con bebés y pequeñes infantes, y mascotas con sus correas, dijeron presente en este evento gratuito que contuvo a Sudor Marika, los Prófugos del Borda, y a Sig Ragga como entidades estelares en los escenarios propuestos. Un ciclo de radio abierta con la FM Boedo también confirmó asistencia y no faltaron actividades: charlas; talleres de yoga, capoeira, percusión; puestos de comida; vendedores ambulantes.

Durante la tarde, la radio abierta recibió a Darío Gannio, María Florencia Freijo y Marcelo Zlotogwiazda, que hablaron de economía en tiempos neoliberales. Al mismo tiempo, y con una participación especial en el contexto político que rodea a la Argentina, la periodista especializada en género, Luciana Peker supo ser ese broche de oro que terminaría de confirmar la esencia del evento.

 

Fotografía: Alana Rodríguez.


“Lo que jode es el goce”

El final del 9 de agosto supo ser un tropiezo para la amplitud de derechos de las mujeres en nuestro país; Luciana, que lleva 20 años especializándose en la materia, lo sabe -y lo siente- más que nadie. Su libro Putita Golosa se llegó a vender en incontables ejemplares dentro de un contexto en el que la marea feminista y la efervescencia del cambio de paradigma no paran de largar burbujas.
“Si tuvimos una derrota política a mí no me interesa una lectura donde digamos que no pasó nada. Nos ganó el Vaticano, y al Vaticano hay que ganarle la próxima. Y no se le gana improvisando, sino siendo muy consciente de quién es nuestro enemigo”, apuntó con un “nosotras” inclusivo que supo poner bajo su ala a las mujeres, los cuerpos gestantes, las trans, la comunidad homosexual y la libertad de todas ellas: las identidades sexuales. Y concluyó: “Pero además, van por todo”.

Pondría mucho el foco en que hoy mi mayor temor es el recrudecimiento de las muertes y en el desmantelamiento de los programas de salud sexual

Habló de los discursos rabiosos y conservadores de les 38 senadores que se opusieron a la libertad femenina en decidir gestar; habló del miedo que se siente a partir de ese rechazo fuerte y cruel que viene del Congreso. Habló también de unión y de “ser cadena”, de informar y de organizarse más que nunca: “tenemos que generar nuevas formas de estrategias en el feminismo”.

 

Fotografía: Alana Rodríguez.

Luciana hizo incapié en la legalidad del aborto, ya vigente en nuestro país, bajo ciertas causales: riesgo en la vida y/o salud del feto o de la mujer gestante. Pero también insistió en la existencia del Fallo Fal y de la necesidad urgente de su difusión: aquel permiso otorgado a la mujer gestante que decide acceder a un aborto tras haber sufrido una violación. Sentenció la postura de las 14 senadoras que se opusieron al proyecto de la #Campaña: “las mujeres que quieren estar en contra que lo hagan de forma individual, pero están afuera del movimiento de mujeres, adentro es con aborto legal, sino no es con nosotras”. Los aplausos oídos al finalizar este pronunciamiento supieron dotar al mismo del sentido que merece.

 

La ola naranja

El esclarecimiento de los fondos que se le otorga a la institución católica para financiarla año a año generó el repudio de miles de personas que (luego sabrían) con su inscripción, tras ser bautizades, avalan las sumas millonarias que se destinan. Así es como surgió, como término lingüístico en uso y como práctica, la apostasía. Desde variadas organizaciones laicas de todo el país se organizaron encuentros para las firmas de la «baja” religiosa, tanto entre creyentes como no creyentes y así también en los no practicantes de la religión, que por cuestiones familiares enraizadas en meras costumbres fueron bañados en agua bendita sin su consentimiento y asegurando, así, sumas irrisorias de dinero que no termina destinado en salud o educación.
“Yo creo que tienen el costo de que ganaron la batalla del aborto legal en lo legislativo, pero ahora se enfrentan a que las adolescentes ya no llevan solo el pañuelo verde sino el pañuelo naranja. Ahora Francisco está diciendo que tienen que bajar el aporte del Estado hacia la iglesia, y ese es el costo que están pagando”.

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