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Chiapas: Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan desde adentro | Revista Colibri
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Chiapas: Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan desde adentro

Por Ámara De La Serna

Cuentan los cuentos del sureste Mexicano que una es tan grande como el enemigo contra con el que pelea. Será por eso que mas de 7.000 mujeres de distintos mundos y 2.000 mujeres zapatistas se encontraron en el Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan, para hacer arder al patriarcado.

 

El Encuentro fue convocado por las zapatistas el 29 de diciembre durante el Festival de Ciencia por la Humanidad en el Centro Indígena de Capacitación Integral (CIDECI) Unitierra, y desde ese momento la noticia se replicó en cientos de portales y sitios del mundo todo. El miércoles 7 de marzo, mujeres de 38 países fueron llegando al encuentro en el caracol “Torbellino de nuestras palabras” de Morelia, en Chiapas. Años atrás, la Comandanta Ramona del EZLN había pedido “no nos dejen solas”. Y así fue. Una vez más, quedaron demostradas la capacidad de convocatoria y la masividad del movimiento, y la necesidad colectiva de contar con estos espacios de organización y comunicación de nosotras para nosotras.

El mayor caudal de personas llegó el miércoles, pero siguieron ingresando hasta incluso el sábado por la noche. Nadie esperaba tanta cantidad, por eso la organización colapsó un poco el primer día; no es cosa de todos los días brindar hospedaje, comida, atención medica y baños, y recibir reclamos de 9.000 mujeres. Pero las zapatistas dieron una excelente demostración de autonomía y organización.

Colectivo La Tropa de Falopio/ Colombia

La beba: «Estoy aquí en este encuentro porque me parece una oportunidad única de compartir conocimiento, sabiduría y experiencia de vida con muchas otras mujeres que están como nosotras en pie de lucha por los derechos de las mujeres y por la igualdad de los géneros»

Las montañas de mantos verdes, el cielo azul estrellado, el aire que acaricia cada rincón de la piel daba la bienvenida. También esos dos carteles que impactaron a mas de una: “Aquí sólo mujeres” y “Prohibido entrar hombres”. Aunque varios insistieron con que eran periodistas y tenían que cubrir el evento, ningún hombre entró. Bien “chingonas” se pusieron las compas: “No es no, y acá se respeta”. “Los vamos a agarrar y los vamos a sacar. Ya saben que no pueden venir pero sabemos que son mañosos”, comentaron. Ellos durmieron en un campamento por fuera y tuvieron que generar su propia organización porque, como debe ser, nadie les preparó nada.

La energía tambaleaba entre el llanto y la risa, entre el ayer y el hoy, entre el deber ser y lo que somos. Una necesidad colectiva de sanar, de escupir ese dolor acumulado desde hace años, que parece que sólo nos condena a ser victimas. Pero no. Estamos siendo protagonistas, escribiendo el presente pero también (des)aprendiendo del pasado. Durante el encuentro vibraron esas ganas de colocar al cuerpo como primer territorio de lucha, no hubo mucho lugar a debates ni teorías: los talleres y discursos se centraron en crear, moverse, en disfrutar, abrazarse entre hermanas desconocidas y sentir.

“Sabemos que hay de diferentes colores, tamaños, lenguas, culturas, profesiones, pensamientos y formas de lucha. Pero decimos que somos mujeres y, además, mujeres que luchan. Entonces, somos diferentes pero somos iguales. Y es que también nos hace iguales la violencia y la muerte”, dijo la insurgenta Erika desde el escenario, rodeada por bases de apoyo y milicianas del EZLN.

Silvana/Chile

«Vengo acá porque soy fotógrafa y tengo un proyecto fotográfico donde muestro cómo estamos queriendo elegir parir las mujeres en Chile, sin violencia obstétrica, partos naturales y respetados. Es lo que yo he querido mostrar en este encuentro a todas las mujeres del mundo y del país»

El jueves 8, Día Internacional de la Mujer, se destino exclusivamente a que las zapatistas compartan sus experiencias y saberes. De esa manera, el encuentro comenzó oficialmente con los discursos de las mujeres de los cinco caracoles. Y aunque no teníamos muchos estudios, sí teníamos mucha rabia, mucho coraje de todas las chingaderas que nos hacen por ser mujeres, por ser indígenas, por ser pobres y ahora por ser zapatistas”, compartieron. Contaron su historia en el movimiento, las violencias que vivieron y las que viven ahora,  cómo decidieron organizar el Encuentro y cómo lo llevaron a cabo. “¡Tiremos a la basura al pinche sistema capitalista, patriarcal, machista!”, gritaron. No sólo se escuchaban esas tiernas y feroces voces, se escuchaba el latir de todos los corazones y de las lágrimas mezcladas de rabia y felicidad, nos estábamos escuchando. “Aunque no reconozcan a Marichuy, les queremos decir que no necesitamos de su reconocimiento, ni una silla presidencial, eso es solo para mandones”, desafiaron.

Luego llegó el momento cultural, con obras de teatro, música y bailes. El lenguaje, como es costumbre, fue simple y democrático, sin dejar de tener peso y consistencia política e ideológica. Aunque los rayos del sol pegaban duro, los espectáculos tuvieron gran recepción que se materializaban en gritos y cantos constantes. “No tenemos miedo”, “¡vivan las mujeres zapatistas!”, fueron algunos de los que se escucharon. Antes de abrir la parte Internacional a pura fiesta y baile, una joven miliciana volvió a tomar el micrófono y a ponernos en jaque otra vez: «Hay algo al que no se puede escapar, el dolor». Mencionó las violencias más allá del territorio zapatista, evocó a todas las que no pudieron viajar, a las que ya no están, a las presas políticas, a las desaparecidas, a la violadas, a todo ese tipo de opresión que tira para abajo. Pero no era cuestión de seguir hundiéndonos; era el dolor como medio principal para sanar y saltar más allá de lo que nos permite este sistema racional. Entonces apagaron todas las luces, y no sólo se encendieron las estrellas, también las 2.000 velas de las integrantes de las bases de apoyo del EZLN, un regalo que compartieron para dar lugar a lo simple, salido de corazones sencillos. Hermanadas y en manada aullamos a la luna para que el mundo entero se entere de que no vamos a olvidar.

En el discurso de clausura retomaron ese momento y arengaron: “Compañera, cuando te sientas sola, cuando tengas miedo, acuérdate de esta luz, clávatela en las tripas y no te la quedes, pásala. Tal vez, si nos ponemos de acuerdo, nos volvamos a encontrar para prender fuego al sistema capitalista y patriarcal. Y sobre esas cenizas empezará la verdadera chinga de hacer lo que queremos y como queremos, para que nunca más haya una mujer con miedo”.

«Venimos para escucharnos, para nombrarnos como mujeres que somos y sobre todo para organizarnos
Yo creo que estamos aquí porque nos necesitamos. Necesitamos mirarnos, encontrarnos, abrazarnos»

El viernes y el sábado se abrieron los talleres que organizaron mujeres de distintos mundos a partir de la convocatoria. Hubo una gran variedad de temáticas: “Resistencia poética”, “Laboratorio performático para cuerpas”, “Descolonizando las caderas, activismo gordo”, “Meditación en movimiento”, “Medidas de seguridad digital”, “Vivencia de ginecología autónoma”, “Destetando bellezas”, “Autodefensa feminista”, “Arcilla genésica con sangre menstrual” y “Escritura autobiográfica” fueron algunos de los nombres de los más de 200 talleres que se brindaron. Simultáneamente, se realizaban obras de teatro, poesía, varietés, acústicos, proyecciones, presentaciones, pláticas. No hubo dudas de que el encuentro generó una enorme contención a todo tipo de mujeres, un mundo donde caben muchos mundos, un fin de semana donde lo que tenías ganas de hacer, simplemente, lo hacías.

La separación con los hombres demostró que las mujeres tenemos de sobra capacidad de organizarnos entre nosotras y para nosotras. Las zapatistas armaron todo, nada de preguntas a los hombres sobre cómo construir, cómo calcular la comida, qué decisiones tomar. ¡Vivan las autonomías! No hubo competencia para ver “quién es la más revolucionaria, quién está más buena, quién juega mejor a la pelota” porque no estaba la mirada del hombre que oprime y lleva a esas formas de relación. La sororidad en la que se vivió esos cuatro días, la libertad y las formas de comunicación fueron un punto de inflexión en la vida de las participantes. Las palabras fueron más seguras, las discusiones fueron distintas y también la manera de bailar.

Elizabeth/Patzcuaro- México

«Es la primera vez que estoy en un caracol zapatista y me emociona mucho la idea de este encuentro porque tengo muchas ganas de compartir, de conocer nuevas mujeres que están resistiendo en otras partes del mundo y también porque creo que son necesarios estos espacios de nosotras para nosotras. ¡A seguir luchando!»

Todas las noches hubo fiesta con bandas de rap, cumbia, batucada, como Alta Yara, Batallones femeninos y La tremenda revoltosa. Dicen que no hay revolución sin fiesta, celebrar la vida y brindar la lucha: “La rebeldía, la resistencia, la lucha es también una fiesta, aunque a veces no hay música ni baile y sólo hay la chinga de los trabajos, de la preparación de la resistencia”.

Uno de los objetivos del Encuentro fue vernos, encontrarnos, mirarnos. Que ellas nos vean, y que nosotras conozcamos otras maneras de luchar, sin dejar de repetir que cada una a sus tiempos, a sus formas, con sus modos, nadie tiene que luchar en lugar de ninguna. Fue un espacio para recargarse de energía y tener la obligación de compartir y replicar lo que se vivió. Muchas veces las palabras no alcanzan, pero queda en nosotras llevar esa luz que nos compartieron para que nunca mas una mujer tenga miedo.

Enlace de discurso de clausura

 

2 Comments
  • Laura
    Posted at 18:34h, 20 marzo Responder

    Hermoso relato!!

  • KARLA NAVARRO MENCHACA
    Posted at 14:56h, 26 marzo Responder

    Linda recopilación de las mujeres!!!

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