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Dar vuelta la cámara - Entrevista a Rodrigo Isaurralde | Revista Colibri
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Dar vuelta la cámara – Entrevista a Rodrigo Isaurralde

Fotógrafe del mes – Rodrigo Isaurralde
Edición #86
Por Alana Rodríguez

Rodrigo es fotógrafo argentino y actualmente vive en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. En 2018 realizó un documental sobre María, una mujer con esquizofrenia y en 2019 editó un libro sobre Villa Bosch, el barrio en donde nació. En el contexto de la cuarentena, Rodrigo comenzó a hacerse preguntas sobre la relación que tiene con su imagen y comenzó a indagar en la práctica del autorretrato.

La búsqueda comenzó por profundizar el entendimiento de su soledad y lo llevó a repensar su masculinidad. En diciembre de 2021 lanzó el fanzine «Hacete hombre», que materializa el registro de los procesos por los que fue transitando Rodrigo con su masculinidad.

– ¿Cómo fue el proceso de este trabajo? ¿Cómo fue mutando?

Para mí fue un trabajo que inició como al revés de lo que yo estaba acostumbrado a trabajar en fotografía, digo al revés porque yo estaba acostumbrado a pensar «bueno, voy a hablar de este tema y voy a planificar y hacer fotos sobre este tema».

Por ejemplo, con el trabajo con María, había planificado qué fotos hacer con una historia que ya tenía en mente. Acá la historia o lo que yo quería contar surgió de las propias imágenes. Empecé a hacer fotos medio por hacer y sentía que había algo que me estaba molestando, que me hacía cosquillas y necesitaba hacer más.

En principio empecé con los autorretratos como una forma de experimentar, yo nunca me había sacado fotos a mí mismo. Siempre le tuve miedo a mi imagen, no me hacía selfies, en mi casa no tengo espejos, evitaba el reflejo en las vidrieras. Como un ejercicio para hacerle frente a esa fobia que le tenía a mi propia imagen, empecé a hacerme autorretratos.

Di vuelta la cámara un día y empecé a hacer fotos, sin saber que es lo que quería contar, con la necesidad de afrontar un miedo, la necesidad de canalizar o de hacer algo. La primera vez que me saqué fotos me acuerdo que estaba en mi casa, puse la cámara en el trípode, me puse en bolas, puse un fondo negro y empecé.

Esas fotos no las vi por un tiempo hasta que las empecé a editar, fueron las primeras fotos que empezaron a hablarme y a despertar ciertos fantasmas que estaban ahí dando vueltas hacía mucho. Y me empecé a hacer preguntas.

Fui haciendo un montón de fotos, no solamente autorretratos, a hacer fotos de lo que me pintaba, pero siempre terminaban siendo fotos tenebrosas, medio oscuras y seguía sin saber qué quería contar. Había cosas que me resonaban como de la soledad, de porqué la soledad me asusta y me gusta al mismo tiempo.

Las miraba y sentía que había algo que las conectaba y no sabía bien qué era lo que estaba pasando. Y bueno, fui al taller de Sub cooperativa de fotógrafos para que me ayude la mirada colectiva y de Gisela Volá, para entender y empezar a hilar un poco, de qué estaba hablando. Así fue como me surgió hablar de la masculinidad.

Por esto digo que fue al revés, yo estaba haciendo fotos y después me tomé el tiempo para ver en que decantó. Cuando me di cuenta, era obvio, pero en el momento no lo veía, seguía enganchado con la soledad y fue clave que me dijeran, acá no estás hablando de la soledad, estás hablando de la masculinidad y de cómo la construiste. Ahí cayó la ficha.

-¿Por qué pensás que llegaste a hablar de la masculinidad partiendo de la soledad? ¿Qué relación encontrás entre la soledad y la masculinidad?

Lo de la soledad, si bien no es el tema principal, está en todo esto, porque la decisión que tomo yo de hacerme la vasectomía, para no tener hijes, para no ser genitor, de alguna manera es para estar solo también. Es también aislarse, porque en cualquier vínculo que quiera establecer, o el que tengo ahora con mi compañera, es una condición que hay que aceptar y que quizás me aísla de ciertos vínculos.

La soledad está también marcada, creo que hay algo que la va marcando y también el hecho del cuerpo, el tema de la mirada y de cómo me siento y me sentí toda la vida con el cuerpo. Muchas veces el hecho de cambios de peso, de estar más gordo, estar más flaco… yo recuerdo que las épocas en las que más gordo estaba eran las épocas en las que más me aislaba, en las que menos quería ver gente, por miedo a que me digan “ah, estás más gordo”, es algo que me ha pasado y que me pasa.

Yo cuando estoy en esa es cuando me aíslo y cuando más solo quiero estar. Entonces también pienso que la soledad está indirectamente en eso, pero no es el tema principal.

Hay dos tipos de soledad, pienso yo, la soledad que uno elige y la soledad que uno no quiere tener, en inglés es solitude y loneliness. Yo disfruto mucho de estar solo, muchas veces elegí estar solo y no por una cuestión de no querer vincularme, sino que porque disfruto mi espacio, mi cabeza, estar sentado aunque sea leyendo.

-¿Pensás que haber empezado a trabajar desde el autorretrato transformó tu mirada para con le otre?

Sí, estoy mirando diferente todo. El trabajo, además de que me ayudó en lo personal a sanar o a verme de otra manera, a perdonarme cosas en las que siempre me castigaba -por ejemplo, el cuerpo o la presión social de ser genitor-, también hoy día estoy mucho más consiente de otras masculinidades y de cómo actúan.

Me ayudó a ver esto de cómo los cuidados de salud fueron delegados a la feminidad. El hombre que queda solo de grande no se cuida, no va al médico, se empieza a aislar con esta idea de ser el “super macho” que todo lo puede. Cosas que yo también hacía hasta no hacer este trabajo y empezar a leer sobre masculinidades, lo daba por sentado como miembro también de esta sociedad patriarcal. Empecé a observar todo de una manera más crítica.

-¿Le mostraste el fanzine a otras masculinidades de tu círculo?

Se lo mostré a mi papá y fue todo un tema porque mi papá no tiene la visión entrenada para entender narrativas visuales porque no es del palo fotográfico y nunca le interesó. Pero lo conmovió muchísimo y me dijo cosas como que no sabía que yo viví todo este proceso por dentro, que no se daba cuenta.

Estaba emocionado y para mí eso fue como una misión cumplida, que lo haya podido ver así. La verdad que lo vio gente que no es del palo fotográfico y algo que pasa mucho con los trabajos de fotografía es que uno los comparte y no deja de ser una cosa medio endogámica en donde lo miran les fotógrafes y te dan devoluciones, a veces cuesta sacarlo de ahí el trabajo.

Se lo mostré a amigues y lo que más me dijeron fue “qué valiente”. Yo quiero que llegue más, sacarlo de este círculo de fotografes y que llegue a cualquier pibe y le genere algo, por más que sea rechazo, le desagrade, pero que le incomode, que le moleste o que le haga repensar una cosita mínima aunque sea. Pienso que si le llega a ese público estaría muy contento yo.

 

-¿Pensás que el incluir las fotografías de la vasectomía es también una forma de registro de un contexto en donde cada vez hay más personas que se hacen esa intervención?

En el proceso de ir haciendo el trabajo, me hice la intervención quirúrgica, pero la tenía pensada hace un montón. Siempre por una cosa o por otra la pospuse, cuando vino la pandemia obviamente no pude hacérmela, y bueno, cuando se levantó la restricción de la cuarentena fue lo primeo que hice.

Es una operación que es super sencilla. Yo también escucho que hay mucha gente que se la está haciendo, pero todavía la anticoncepción masculina no está tan popularizada y sigue siendo un estigma.

La decisión de que hacer con el cuerpo de uno, la soberanía del cuerpo, porque el médico no deja de preguntarte si estás seguro un montón de veces. Y hacer esa pregunta siento que es meterse en tu decisión, pero es mi decisión y es porque ya lo pensé.

Me parece que hay que militar la vasectomía, mucho más que la ligadura de trompas, que además tengo entendido que es una operación más compleja.

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