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Desnudar al cuerpo, ser la naturaleza - Candelaria Deferrari, Otros Focos | Revista Colibri
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Desnudar al cuerpo, ser la naturaleza – Candelaria Deferrari, Otros Focos

Por Charo Zeballos

Candelaria Deferrari en su casa en Colegiales, Caba – Foto por Carla Peverelli

Buenos Aires tiene la particularidad de conservar recovecos donde parece que no hubiera pasado el tiempo. Barrios de casas bajas y calles empedradas, donde los autos no circulan a tanta velocidad. Aquel día de enero en Colegiales, la tarde estaba sorprendentemente tranquila y, frente a las paredes celestes de la casa, se podían escuchar incluso las cigarras, cuando la puerta se abrió y tras ella apareció Candelaria Deferrari.

Sus ojos, su ropa, el interior de la casa, todo lograba un perfecto composé en verde pistacho, ese que tiene un poco de amarillo en su fórmula. Con voz profunda relató que había vuelto a aquella casa en 2021, luego de una estadía en Europa, que la había encontrado sola en otro continente cuando se cerraron las fronteras sanitarias en 2020. Recordó que aquel viaje representó un aprendizaje para ella, Barcelona parece el lugar al que la gente llega y se encuentra, pero en su caso la situación sanitaria transformó su “experiencia” en un cautiverio por varios meses. 

La contracara de todo fue conectar con otres que estaban como ella, lejos y en soledad. Explicó que nunca sintió tanta conexión con las personas como en aquel momento de vulnerabilidad. Del recorrido y la apertura resultaron amistades y amor, y hasta una jornada de fotos al desnudo en Alemania, el porfolio de Candelaria es de desnudos y naturaleza.


La experiencia la había transformado, y la había devuelto a aquella, su casa de la infancia…

Su estudio estaba en el primer piso, iluminado por destellos que se colaban por entre los árboles de la vereda. Comentó que antiguamente había sido su habitación. Donde había una pequeña mesita que sostenía las bebidas, estuvo siempre su cama; ahí había empezado todo con una camarita Nikon Coolpix digital, disfraces y maquillajes, en sus primeras sesiones de autorretrato para Facebook en la secundaria. 

La gente esperaba sus books, que en aquellos tiempos eran álbumes temáticos que subía a la red social, le decían que tenía que dedicarse a eso porque era algo que se le daba muy bien. Un poco por la presión externa, la idea de ser fotógrafa le generó resistencia en un primer momento. No es que la fotografía hubiera sido su sueño desde chica, Cande se encontró con la fotografía en el hacer. 

Sus primeras fotografías de desnudos coincidieron con su incursión al veganismo y sus sueños de adolescente siempre estuvieron ligados al arte. Es multifacética: artesanías, escritura, imágen, decoración, naturaleza, viajes; todo se entrecruza en su mundo. Hace poco tuvo una revelación también artística, en su última ceremonia guiada con ayahuasca. Diversos hechos en su adolescencia, relacionados al bullying con su cuerpo y su voz, trabaron muchos deseos, marcas que permanecen bajo la piel y vuelven a veces. Se dio cuenta que siempre anheló cantar, tiene un tono grave que hace que sus palabras se queden en el aire.

Explicó que en las ceremonias “algo se destrabó”, como si hubiera estado ciega antes de eso, revivió recuerdos olvidados de la infancia y hasta experimentó su primer orgasmo. “Mi cuerpo me hablaba, me decía cosas, me pedía que hiciera cosas, que me diera cuenta que quería volver a la música”. 

Despojarse de las capas y capas de telas, de cultura y de historia que separan lo humano del paisaje. Sentir el viento correr, el sol quemar. Sentir la piel, el cuerpo, otro cuerpo, otros cuerpos. Enfrentar la mirada -la propia y la ajena-, enfrentar la libertad de la desnudez junto a otres también desnudes. Una idea: fotografiar muchas personas desnudas, se transformó en una jornada terapéutica. Candelaria comenzó a guiarlas y, además de las fotografías donde los cuerpos se mezclan con el paisaje, se trabaja también todo lo que cubre la ropa, la experiencia es reveladora.

Recordó sus comienzos en la carrera de fotografía, el desnudo artístico es uno de los trabajos que se pedían y al que ella se oponía. No le gustaba la sexualización, que ahora define como mainstream, de los cuerpos. Cuando cursaba el segundo año de la carrera de pronto sintió que quería hacer un desnudo, pero quería hacerlo diferente, desexualizandolo, mezclando cuerpo y naturaleza, recordando lo mamífero.

“Quería demostrarles a todos así con el dedito”, acompañó la frase con el índice levantado, “que se podía hacer distinto y que tenía que ser distinto, así que agarré una amiga con la que tengo confianza y saqué las primeras fotos”.

 Primera fotografía de desnudo que tomo Candelaria, a una amiga.

“Me gusta mirar un cuerpo desnudo porque es lindo lo que el cuerpo es, lo que te permite experimentar, no importa la forma, el color o el tamaño. Le tengo mucho respeto al cuerpo como vehículo”, concluyó sobre sus fotografías de lo que llama “nudismo artístico terapéutico”. A partir de allí nunca frenó, su pasión se convirtió en su único portfolio en donde aborda la conexión con la naturaleza, con lo animal, ser parte de loque rodea al cuerpo y la desnaturalización del cuerpo como objeto sexual.


Bio de lx autorx: Charo  Zeballos es Licenciada y Profesora en Comunicación Social por la Universidad Nacional de La Plata. Forma parte del equipo de investigación del Laboratorio de Comunicación y Género y es ayudante graduada de Comunicación y Educación cátedra II (FPyCS- UNLP). Desde 2018 se desempeña como periodista y creadora de contenido digital para redes sociales especializada en género y diversidad. Es redactora y community manager en Revista Colibrí y en Educ.ar.

 

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