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Diversidad LGBT en las pantallas | Revista Colibri
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Diversidad LGBT en las pantallas

Por Tadeo Lescano

Les gays, lesbianas, bisexuales, y trans, pelean, desde el inicio de los tiempos, por poder vivir dignamente dentro de un sistema opresor de las identidades de género y/o sexuales diferentes a lo impuesto por la hetenormatividad. Son muchas las esferas sociales donde la desigualdad entre personas heterosexuales/cisgénero y personas LGBT se logra ver. En lo político, porque el macho no tiene el mismo poder que la marica; en lo social, donde el lesbianismo se utiliza para consumo masculino; en lo laboral, donde sólo el 18% de personas travestis y trans han accedido a un trabajo formal; y en las pantallas masivas, donde el tipo de disidencia que se muestra es el que vende.

«Una mujer fantástica», 2017

Muchas veces la homofobia, transfobia, o lesbofobia, se da por falta de contacto, cercanía, o conocimiento de la diversidad sexual y de género; existe todavía una brecha gigante en lo que respecta a la visibilidad de los putos, les travas y las tortas.

Una manera de disrumpir con esa brecha homolesbotransfobica, es a través de las narraciones en historias audiovisuales con putos, travas, tortas y bisexuales. La presencia de personajes LGBT en las pantallas es crucial aunque no lo parezca, la televisión no es más, ni menos, que un mero creador de un importantísimo imaginario social. No sólo es su ecología como medio que moldea el discurso social, sino que también los contenidos. El discurso televisivo contiene una legitimación muy grande en la mayoría de la población, ya que es básicamente el medio de comunicación dominante de la idiosincracia, lo que sale de la tele, ese espejo negro y poderoso, son producciones de un medio de comunicación no inocente. Donde esta subjetividad puede ser tan positiva, como negativa en la lucha por los derechos de las personas LGBT.

Fue recién en 1970 donde comenzaron de forma lenta y austera a aparecer en las pantallas personajes que rompían con el legado patriarcal de que a los nenes les gusten las nenas y viceversa. Los personajes solían hacer simples apariciones en pocos capítulos, con historias poco relevantes, siendo usual que estas eran tomadas con una homofobia contundente y malestar por parte de les televidentes.

Prestando atención a estos, les personajes también eran altamente estereotipades, lo que se mostraba era a el gay afeminado, pero no una femenidad empoderante ni positiva; todo lo contrario a esto: lo que se mostraba era una femenidad totalmente estigmatizada y desde una mirada patriarcal en otro intento misógino de denigrar a las mujeres.

La representación LGBT en la televisión y en el cine contiene un camino que se fue transitando de a poco hasta el día de hoy, donde se cuentan con impresionantes producciones con personajes gays, lesbianas, bisexuales y trans. Un claro ejemplo es Una Mujer Fantástica: película chilena indie donde el personaje principal es Marina, una mujer trans que pierde a su novio, protagonizada por la actriz transgénero Daniela Vega. Este film pone en los ojos del espectador una representación muy acertada de la transfobia latinoamericana y los constantes ataques hacia la identidad de las mujeres trans. Se muestra a Marina como una mujer que debe lidiar con un corazón en duelo, con la familia transfóbica de su fallecido novio y con las cuentas que quedan por pagar.

Otro ejemplo es Ariel, de 3%, una serie distópica de un futuro brasilero donde solo el 3% de la población puede acceder a derechos básicos. Ella es una mujer trans interpretada por una mujer trans y cuya transgeneridad no es absolutamente hilo de la vida de su personaje en ningún momento. Estas producciones retratan a las mujeres trans como humanas y esta visión es importante debido a que el colectivo travesti es una porción de la sociedad históricamente deshumanizada y violentada.

También existen producciones actuales que muestran cero intenciones de transitar hacia un mundo mejor en derechos LGBT y siguen explayándolos como a la sociedad le gusta que se muestren las personas disidentes del mundo heterosexual. Las Estrellas y Simona son producidas por Canal 13 y Pol-Ka. Contenido nacional que se emite en prime time, conteniendo a lesbianas y gays como personajes de la trama principal de la tira y ambas, conteniendo de consumidores a un público altamente influenciable: les adolescentes.

Simona cuenta la historia de Junior, un adolescente supuestamente heterosexual que mantuvo relaciones con pibas. Luego “descubre” que es gay y comienza a mostrar un interés sexo-afectivo con Dante, otro personaje recurrente de la tira. Las Estrellas cuenta la historia de 5 burguesas hermanas, donde Florencia, una de las hermanas, es retratada toda la serie como heterosexual hasta que se enamora de Jazmín, una de sus cocineras.

Simona al momento de mostrar sexo entre dos putos desenfoca la cámara y la aleja (sin embargo Junior cuando tenía relaciones con una mujer era mostrado con detalle). Y en Las Estrellas, decidieron retratar a las lesbianas que garpan, a las que están hipersexualizadas y guionadas de forma que sean para el consumo del macho y su puro entretenimiento.

El punto de la representación comienza a ser cuestionado cuando se mezcla con la mercantilización de las identidades, donde las personas LGBT dejan de ser retratadas como sujetos de derecho y comienzan a ser representadas como objetos de consumo para atraer y entretener espectadores.

Una historia con personajes LGBT bien lograda y que no busca la mera mercantilización, tiende a ser aquella que no hace foco durante toda la duración de esta en la sexualidad o en la identidad de género del protagonista, sino todo lo contrario.

Aquella narración que se esfuerza en humanizar a las personas disidentes de la heteronorma, que abstraen a la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y trans como humanes, que van al chino en pantuflas, que laburan 8hs de lunes a sábados para poder pagar el alquiler, que les ven como sujetos de pleno derecho.

Que les niñes ahora puedan crecer viendo besos gays y amor disidente en la pantalla de la familia es un avance. Las producciones con personajes LGBT que de cierta manera, mantienen al status-quo patriarcal, ya rompen con esquemas homolesbotransfóbicos importantísimos.

Entonces, el mostrar aún más contenido elaborado con disidencias reales, con discursos verosímiles y conscientes de que vivimos en un sistema criminalizador de las identidades de género y sexualidades disidentes puede llegar aún mucho más lejos e instaurar debates sociales mucho más profundos en les televidentes.

Aunque la representación de la diversidad sexual y de género en los medios masivos de comunicación hayan cambiado drásticamente, aún no es suficiente. El colectivo LGBT presenta una inmensa necesidad de representación en historias de ficción y demás, dónde la diversidad sexual y/o de género sea una cualidad inherente a los personajes, tal y como lo es para las personas gays, lesbianas, trans o bisexuales. Sin embargo esto parece, todavía, ser una situación demasiado difícil para las productoras, directores y guionistas.

No es un capricho, no están pidiendo likes y followers, la comunidad reclama una visibilización de la cara vulnerada del colectivo. Buscan que se muestren las realidades de las vivencias de las personas LGBT, como a los gays que cuando caminan de las manos los cagan a trompadas, que a las lesbianas como Higui cuando se defienden de violaciones correctivas terminan presas o a las travestis cuyas expectativas de vida no superan los 35 años y el sistema las empuja a la prostitución.

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