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El Famatina no se toca: historia de una lucha | Revista Colibri
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El Famatina no se toca: historia de una lucha

Por Nicole Martin

 

Entre las altas montañas riojanas del Noroeste Argentino (NOA), a principios de los 2000, un grupo de docentes autoconvocadas comenzó a reunirse en el salón parroquial del pueblo de Famatina. Preocupadas por el rumor de que la monstruosa Barrick Gold de Canadá necesitaba más agua de la que diariamente llegaba a la zona para explotar oro en el Cerro Famatina, decidieron organizarse bajo una consigna en común: “el Famatina no se toca”. Sin saberlo, aquella frase cambiaría la historia.

Foto: Paula Colavitto.

De sus reuniones, surgió un movimiento comunitario que ya lleva al menos cinco mineras expulsadas del territorio y se capacita constantemente para luchar contra la megaminería a cielo abierto en la zona. Su principal objetivo es proteger a los Apus de Famatina (en quechua, “señores”), el cordón montañoso que se eleva sobre el colorado paisaje y cuyo cerro más alto, el Gral Belgrano, supera los 6000 metros sobre el nivel del mar (msnm) y es la cumbre extra-andina más alta de todo el continente americano.

Carolina Suffich, docente e integrante fundadora de la Asamblea de Famatina, fue quien realizó aquellas primeras llamadas a sus compañeras de primaria y secundaria, en alerta por el interés de explotar el Cerro Famatina. El agua de deshielo de este cerro, siempre nevado, viaja como la sangre en las venas hasta nutrir de agua a La Rioja, San Luis, Santa Fe y Córdoba.

Foto: Asamblea de Famatina.

En diálogo con Revista Colibrí, Carolina contesta las preguntas mientras atiende su pequeña ferretería en el pueblo Famatina. Cuenta que, cuando empezó la lucha, llevaba siempre a uno de sus hijos, que hoy tiene 22 años. Uno de los días más mágicos de su vida fue el 14 de marzo de 2007, cuando parió dos victorias: una se llamó Leonardo Valentín, su segundo hijo. La otra, fue la caída del gobernador de La Rioja, Ángel Mazza, ex secretario de minería, menemista y defensor de los proyectos de megaminería.

Dos meses después de aquel día, el 15 de mayo de 2007, la minera más grande del mundo comunicaba que se retiraría de La Rioja. Las asambleas habían triunfado. “Yo creo que nosotros nunca supimos quien era nuestro enemigo”, dice Carolina y continúa: “Porque cuando vos conoces al enemigo te intimida, te limita. Decis ‘como me voy a meter con estos si son el Estado, son el poder’, y nosotros nunca lo visualizamos porque no teníamos la capacidad. Somos simples y hemos luchado por algo que nos pertenece”.


«Soplan aires de un nuevo renacer de la vida, de la tierra, aires de primavera que anuncian el despertar, la época de reverdecer y florecer. Nuestra primavera también anuncia que debemos renovar fuerzas para custodiar los cerros»

Foto: Asamblea de Famatina

Foto: Asamblea de Famatina.

-Editorial de la revista “Apu Famatina” N°2 de septiembre de 2021.

Los registros del ser humano intentando explotar este cerro son históricos. Ya en el siglo XIII, cuando los Incas dominaron en el NOA y, a finales del siglo XIX, cuando ingleses y alemanes explotaron la mina “La Mejicana”, a 4600 msnm, con el cablecarril más largo del mundo. Aunque dejó de funcionar en 1920, aún une Chilecito con el cerro y es considerada una atracción turística. 

A la par de su lucha en Famatina, el movimiento apoya y acompaña a otras asambleas que comenzaron a formarse en defensa de las montañas del NOA, como la Asamblea de Sanagasta y la Asamblea de La Rioja (capital). En el caso de Sanagasta, la organización vecinal logró detener los intentos de explotar uranio en la zona. “Cuando había algún conflicto, venían las mujeres de la Asamblea de Famatina para apoyar”, sostuvo Jose Walter “Joselito” Ferreyra, integrante de la Asamblea de Sanagasta.


En general, las acciones para denunciar y expulsar los emprendimientos de megaminería son acampes, cortes de ruta, asambleas y campañas de concientización. Vale decir que cada asamblea tiene su propia dinámica, ya que se apuesta por la riqueza de la diversidad de cada comunidad, como afirma Carolina Suffich: “Hay muchos movimientos que adhieren al “Famatina no se toca” con miradas completamente diferentes y eso está bueno, porque cada uno hace su aporte en el sentido de la lucha”.

Para la docente, es emocionante e inspirador que cuando le preguntan a un niño de la zona cómo es su pueblo, dibujará la montaña. “Quedó un sello tan importante y se replicó de una manera… y no hay una explicación lógica. No te puedo decir científicamente qué hicimos, fue el momento, fue el lugar, lo que cada uno puede creer”, afirma emocionada. Además, dice que la lucha continúa, porque aunque las personas tienen vidas limitadas, las empresas tienen todo el tiempo del mundo.

Foto: Paula Colavitto

Para la suerte de Carolina y de las asambleas populares de Argentina, las próximas generaciones replicarán la lucha una y mil veces. Tantas como las montañas dibujadas en los cuadernos de la escuela. Y en algún lugar de La Rioja, si alguien pregunta, ‘¿cómo se llama ese cerro?’, otra persona responderá: “El Famatina no se toca”.

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