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El tropiezo de la máquina - Entrevista a Elias Sarquis, desarrollador de la cámara poética | Revista Colibri
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El tropiezo de la máquina – Entrevista a Elias Sarquis, desarrollador de la cámara poética

Fotógrafe del mes – Elias Sarquis
Edición #84
Por Alana Rodríguez


Elias
Sarquis es un realizador audiovisual argentino de 29 años, habitante de la Ciudad de Buenos Aires. Desde su infancia se vio atraído por el arte de observar, pero recién en 2014 empezó a materializar su interés por la fotografía, recorriendo las calles con dos cámaras colgadas y esa sed implacable de capturar imágenes. En 2018 comenzó a desarrollar un dispositivo novedoso e intrigante, la cámara poética, que combinaría dos intereses: la fotografía y la programación. Esta herramienta traduce una imagens en poesía, dándole a la inteligencia artificial una apertura a la sensibilidad. 

– ¿En que momento empezaste a indagar en la fotografía y a la programación?  

En 2010 empecé a estudiar ingeniería civil y tengo formación de la escuela secundaria como técnico electrónico. Toda la vida pensé que me tenía que dedicar a la ingeniería o a algo técnico y, cuando arranqué a estudiar ingeniería civil, me empecé a alejar un poco de eso.

No me sentía parte del lugar, veía todo con frialdad, con distancia, y en esa crisis descubro que lo que me motivaba de ir a estudiar ingeniería era sacar fotos con el celular, en el subte, en el colectivo, caminando, acercándome a la universidad.

Empecé a descubrir que sacar fotos de situaciones cotidianas que me daban satisfacción y esa satisfacción venía de poder expresar algo, que era lo que a me estaba pasando. Poder observar la vida y de comprenderla, ver la realidad tal cual es, la estoy observando, la estoy encuadrando.

Esto es más menos en 2014, que empecé a sacar fotos con el celular. Siempre fui muy tímido y observo antes de hablar, siempre miro obsesivamente aquellas cosas que no son vistas. Mi juego cuando era chico era descubrir cosas, darme cuenta de la esencia de las cosas, darme cuenta si alguien estaba triste, feliz, si estaba diciendo la verdad, siempre mirando los gestos, como los movimientos de las manos.

Hace poco me empece a dar cuenta que siempre tuve cabeza de fotógrafo, pero no me di cuenta hasta tener una cámara en la mano, hasta que tuve la herramienta para poder encuadrar todo eso que miraba y que no tenía forma de poder sacarlo o expresarlo. Cuando descubrí la fotografía, me fasciné con la imagen, con su capacidad de significar y representar cosas. Y ahí decidí cambiar el rumbo de mi formación académica para estudiar algo que realmente vibre conmigo.

La programación viene como una herramienta que tuve que aprender para suplir una necesidad, de hacer la cámara poética, para ese entonces yo nunca había programado. No me dedico a la programación, sino que soy una persona con muchas ganas de hacer y aprender cosas, generalmente tengo una idea, un concepto o algo que quiero hacer y después busco la forma de hacerlo.

– Sobre las imágenes que sacas en las calles, que en su mayoría son de personas, ¿hay un acercamiento hacia estas personas desconocidas? Al momento de ser fotografiadas, ¿saben que están siendo retratadas? ¿Cuál es tu búsqueda al tomar estas fotografías?

La mayoría son desconocidos, por no decir todos. No hay un acercamiento en el que yo hable o pida la foto. Es un acercamiento, pero más desde lo emocional, en donde realmente siento que hay complicidad, que hay empatía, que hay humanidad, que no es una foto que estoy robando o lo estoy haciendo simplemente para ver a la persona extraña. Hay una búsqueda de belleza en todo esto.

Siempre digo que uso el flash para matar la oscuridad y detener la vida, siempre siento que todo va más rápido de lo que yo puedo ir. La fotografía es esa herramienta que a me permite detener y, cuando puedo detener la vida y observarla, ahí yo encuentro la belleza y puedo ser feliz, observando, descubriendo cosas, tratando de entender la esencia.

Todas estas personas son simples bocetos o espejos, veo una persona cansada, feliz, preocupada, enamorada, son lugares donde yo me veo reflejado, entonces los acercamientos a estas personas son también para conocerme a .

En cuanto a la parte ética de sacar estas fotos en la calle, acercarse tanto y utilizar flash, que a veces es un poco invasivo, pero no he tenido mayores problemas. Muchas veces he sacado las fotos y las personas se dan cuenta, después de tomar la foto se da la charla, y explico lo que estoy haciendo, cuál es mi búsqueda.

Mi búsqueda es tratar de entender lo que pasa a mi alrededor, cuál es la vida, como se organiza la vida en sociedad, cómo es la vida en sociedad, qué significa vivir en una ciudad, ¿soy un anónimo?, ¿soy una persona con nombre? ¿la gente me conoce? Puedo estar caminando libremente y que nadie perciba que estoy ahí. Eso es lo que a me sensibiliza, donde poso la mirada, eso que no es visto, me detengo ahí para mirarlo, lo que me motiva, lo que me hace vibrar, lo que me resuena. Por otro lado, te digo que la búsqueda es el camino.

Esto es algo que escribí en uno de mis diarios: «intensamente inquieto, dinámico y enérgico. Me lanzo a recorrer la ciudad, en la cabeza, la presión, en el cuerpo, la libertad, encuentro caras, muchas caras, vibro con lo diverso, pero siento que saco siempre la misma foto, una y otra vez, esos rostros son superficies reflectantes, apuntando directamente hacia , disparo porque no puedo sostener la mirada».

Con esto me refiero a que, más allá de que la fotografía tenga en misma algo propio de lo documental, yo no pretendo hacer algo documental, sino que uso a la foto como bocetos, o formas de ver qué me está pasando y de preguntarme quién soy, quiénes somos, entonces todos esos retratos ponen en evidencia un poco de cómo vivimos, cómo estamos, la velocidad, la nostalgia, la preocupación.

Si bien las últimas fotos que estuve haciendo son un poco más de introspección, anteriormente hice fotos con contenido más político, más motivado por la injusticia. En estas fotos que son de personas, es esa la pregunta: ¿quién soy y quiénes somos?, ¿cómo vivimos?

 

– Uno de tus proyectos en donde la programación y la fotografía se encuentran, es el de la cámara poética. ¿Cómo surge la idea de crear la cámara poética? ¿Por qué el interés en traducir las imágenes en poesía? ¿Cuánto tiempo te llevó desarrollarla?

La cámara poética la estoy desarrollando desde 2018, y nace como un proyecto de tesis de diseño de imagen y sonido, me llegó un año de trabajo intenso, de estudiar muchísimo e investigar. Y lo sigo desarrollando. Una vez alguien me dijo “tus fotos son poesía” eso me quedo dando vueltas en la cabeza y un día pensé, ¿cómo sería la poesía de esta foto? e hice el ejercicio de escribir unas poesías sobre mis imágenes.

En un momento pensé estaría bueno que la poesía se escribiera por sí sola, si a me gusta sacar fotos, saco la foto y la poesía se escribe sola. Lo mío va más por el lado de la imagen, poder encuadrar, seleccionar los elementos, disponerlos, hacerlos dialogar. Entonces abracé esa idea de poder traducir una imagen a un texto poético y esa es la idea principal, después lo que motiva este proyecto tiene que ver con toda mi vida y todo lo que te contaba antes. De mi timidez, de no hablar y de mirar.

A veces pienso que la cámara poética es esa herramienta que yo cree para que hable por , desde mi sensibilidad, poder traducirla a texto, esa es la idea. Poder ir un poco más allá, que a partir de mi fotografía se pueda crear texto, que es un territorio en el que no me siento tan libre. Combinar las palabras y que las palabras expresen lo que quiero, no es algo que pueda lograr tan fácilmente. Con la fotografía tengo más seguridad, es donde me siento realmente libre.

También hay un deseo muy fuerte de oponerme a una tecnología normada, diseñada por terceros por fines específicos, que están ahí y no nos damos cuenta, que nos están limitando constantemente. Somos creativos en función a un programa, o en función a una limitación. Por ejemplo, las redes sociales, en Instagram estamos creando contenido en donde nos creemos que somos creativos generando una historia y esa historia tiene un montón de limitaciones, ya sea desde la relación de aspecto vertical que limita el encuadre, la duración, y de muchas otras cosas más.

Entonces la propuesta de la cámara poética es poner en evidencia eso, la cantidad de dispositivos que usamos, que están programados por terceros, que limitan seriamente nuestra creatividad. Mi deseo es oponerme un poco a esa tecnología normada para poder crear un dispositivo propio basado en mi sensibilidad. Una cámara que pueda hablar por , que lo haga de una forma tal vez no tan precisa, pero que yo sé cómo funciona y que decidí cómo va a ejecutarse. Eso para tiene un valor enorme y es el orgullo del proyecto, poder diseñar algo y comprenderlo, entender que la naturaleza de su funcionamiento tiene que ver conmigo.

Dentro de ese valor que tiene la cámara poética hay algo muy bello que tiene en su construcción, que es que emplea tecnología diseñada principalmente para el control, la tecnología de reconocimiento artificial, que se utiliza principalmente para sistemas de seguridad. Y está usada con un fin poético, eso me motiva un montón, poder agarrar algo y decirle “hoy te vas a dedicar a otra cosa”.

Agarrar una cámara que está en una esquina siendo un dispositivo de seguridad, y decirle “hoy tu destino va a ser generar un poema o decir algo sensible”, poder tomar algo frío y poder sensibilizarlo. Tomar una tecnología incapaz de reconocer belleza y darle cierta sensibilidad artificial. Es un dispositivo totalmente aleatorio que combina lo menos pensado y lo expulsa, es esa su naturaleza.  

En tus relatos sobre las características de la cámara poética, mencionas que es una forma de potenciar y amplificar tus sensibilidades. Pero, ¿es también una forma de darle a la cámara características humanas como la sensibilidad, de interpelar a la propia tecnología?

Nosotros vivimos en una época irremediablemente artificial y tenemos que entender que la inteligencia artificial nos está superando y el valor que tenemos como seres humanos radica en ser sensibles más que en ser inteligentes, porque las máquinas son mucho más inteligentes que nosotros. Entonces siempre pienso en un devenir de un horizonte híbrido que ya está acá con nosotros, entonces yo ya dejo de pensarme como una persona como un simple humano y aceptar los tiempos en los que vivimos y poder usar esa tecnología a nuestro favor. Poder decir, bueno, uso una fotografía para poder desarrollar una herramienta que me permita descubrir belleza.

De pronto saco una foto en donde no veo nada, no me sensibiliza nada y la cámara poética desarrolla un texto que me hace ver, produce un efecto estético y me hace sentir cosas sobre eso. Para mí, ahí está el devenir del futuro en donde me quiero colocar con la fotografía, entender el mundo en el que estamos viviendo y usarlo a mi favor. Amplificar, pero no desde una inteligencia fria, carente de belleza, ir a lo sensible, a eso, a donde está el error, que el error es humano, donde la máquina tropieza. Ese es el juego de la cámara poética, que no es precisa, no te dice algo descriptivo perfecto, es algo impreciso, donde hay error, hay belleza.

Como pasa en el ajedrez, si hay dos personas jugando y juegan a la perfección, el juego es totalmente equilibrado, cuando se induce al error o alguien comete una impresicion, hay belleza, y ahí está la poesía, ahí está la buena fotografía que cuenta cosas. Ahí es donde me gusta mirar y donde me gusta desarrollar mis proyectos.

– ¿Cómo pensás que se relaciona la cámara con el tiempo en el que vivimos, de sobreproducción de imágenes?

Vivimos en una época en donde todo va muy rápido y las cosas tienen que estar masticadas, porque no hay tiempo para pensar, no hay tiempo para indagar y tiene que ver también con la forma de exposición. Antes la fotografía se mostraba en un diario, en un libro, era una pieza de museo, hoy en día los lugares de exhibición son las redes sociales y todo tiene que ir rápido, tiene que ser más directo, tiene que estar masticado, tiene que ser pregnante.

También tiene que ver con los dispositivos, con la democratización de la fotografía, con como el avance de la tecnología permitió dispositivos que tengan la capacidad de almacenar cientos de miles de fotos para poder acercarnos a un resultado mejor, y no siempre es así.

En todo este amor y pasión que siento por la fotografía, creo que tenemos que ser muy responsables al traer imágenes al mundo, y esa es un poco mi filosofía de la fotografía: una imagen tiene que venir al mundo para mostrar algo visto desde un punto de vista diferente, algo que sea realmente honesto, de lo más profundo de una persona.

Esa es un poco mi militancia en la fotografía, poder generar imágenes que no sean repetibles, que no sean encajonables, que no pongamos un hashtag y se vea siempre la misma imagen y nos perdamos, sino involucrarnos, tratar de desarrollar una mirada propia, y en eso la cámara poética, es algo que dice “bueno, la imagen es la imagen, pero voy a generar un texto”.

Dentro de la programación con la cámara poética, si sacamos una foto una y otra vez, dejándola apoyada en un trípode, la cámara poética siempre va a generar un texto distinto.

– ¿Hay algún otro dispositivo que estés craneando o que fantasees con desarrollar?

Tengo diferentes cámaras. Algunas no te las puedo contar por temas de propiedad intelectual, pero bueno, por ejemplo, tengo una cámara oculta que funciona con timer, con la que yo me despreocupó de decidir el momento de la captura, es una cámara que escondo en una riñonera que por un pequeño orificio se esconde el lente.

Es una cámara que tengo programada para que saque fotos cada 20 segundos, yo simplemente camino y me olvido de decidir el momento de la captura, entonces cuando llego a mi casa tengo 600, 700 fotos y entonces ahí trato de hacer el trabajo intelectual, de entender que es lo que se capturó y poder descubrir. Como un ejercicio donde constantemente estoy analizando imágenes, descubriendo y viendo cosas que caminando no las vi.

Esto tiene que ver un poco con la pregunta anterior sobre la sobreproducción de imágenes, ver que en un universo de imágenes, el valor esta también en mirarlas. Una imagen cobra valor cuando hay alguien que la mire.

Y si tenemos la posibilidad de analizarlas, tienen sentido, de todas esas imágenes que yo traigo imprudentemente al mundo, que son un montón, son pocas las que selecciono y son pocas las que exhibo. Ahí creo que está la responsabilidad como fotógrafo de no mostrar tanto, sino de mostrar una selección que hable y que sea potente y que sea honesta.

Tengo una cámara poética que imprime poesía, otra que funciona en plena oscuridad, que es infrarroja. También he hecho pruebas con cámaras que generen sonidos, donde pongo algunos sensores sensibles a la luz, y eso genera una traducción en frecuencia para poder generar sonidos, son todas cosas con las que me gusta investigar y jugar. Si tengo que decir cuál es mi dispositivo principal y con el más trabajo, es la cámara poética. Que siento que es un proyecto que no tiene techo y que tiene muchísimo por desarrollar, que es emergente.

– De las fotografías que sacaste con la cámara poética, ¿cuál sentís que fue la que tuvo un resultado que más te resonó?

Todo en la cámara poética me llama la atención, desde la construcción de los textos que siento que muchos los podría haber escrito yo. Eso también es otra cosa que hago, uso la cámara poética para escribir, me gusta mucho la poesía y escribo mis poemas así también.

Hay un poema en específico que me resonó muchísimo, tengo un trabajo documental que hice sobre la muerte de Maradona, el 25 de noviembre en el obelisco, y el 26 de noviembre fui al velorio con la cámara poética, porque quería usar esta forma de documentar el nuevo fotoperiodismo, de la mano de una cámara que pueda escribir su propio texto.

Fue la primera vez que lleve la cámara a la calle para documentar algo así, ese día saque una foto de un fanático con un póster, era un momento en donde se estaba cuestionando si ese evento multitudinario tenía que hacerse porque estábamos en plena pandemia, saqué la foto con la cámara poética y generó la pregunta “¿Se puede hacer un evento masivo sin comunidad?” y yo no lo podía creer, cómo la cámara había detectado eso en la imagen o cómo se generó ese texto, fue un poco mágico y eso engloba todo.

Hay un poco de magia detrás de las cosas, no todo es tan lógico, no todo es tan preciso. Estamos hablando de programación y aun así la cámara poética puede generar algo a lo que no puedo dar explicación de como se genera.

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