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Huellas - Editorial final | Revista Colibri
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Huellas – Editorial final

Huellas es resultado de una necesidad individual/colectiva, encarado con la mayor responsabilidad posible. Hacemos una pausa al uso del lenguaje artístico/poético para hacernos cargo puramente de su sentido social y político. Por lo que, en este escrito elegimos expresarnos de forma concreta y literal, aclarando algunas cuestiones.
Nuestra posición se desprende de los huecos que deja muchas veces la generalización, seguida de simplificación, con la que se tratan algunos temas cuando son estructurales, sociales, colectivos.
Desde acá es que vamos a resaltar cada individualidad. Desde acá es que vamos a posicionarnos, intentando no caer en el vicio de construir como si hubiese manuales, recetas, deberes.
El abuso sexual/abuso sexual en la infancia es un tipo de violencia patriarcal muy común. No nos vamos a detener en describir su mecanismo u otro tipo de información en relación al hecho de violencia en sí.
Nuestro foco es el proceso en la que una se sumerge cuando comienza a elaborar-digerir-entenderse como víctima del mismo. La situación concreta donde se ejerce la violencia cuenta con particularidades en cada caso, al margen de los patrones que operen en común. El proceso de sanación de esta, también. Siendo específicas: no hay una forma de vivirlo. Las sensaciones, pensamientos, tipos de abordaje que una puede tener interna y genuinamente son diversos. Varían según todos los factores que se ponen en juego en el hecho, las condiciones materiales con las que se cuenta en cada momento, el contexto social, el estado psíquico y emocional.

No hay una única forma de atravesar/trabajar estas situaciones
. Y eso es algo que no se menciona, por ende una no siempre puede sentir liviandad o entender que hay diferentes caminos para transitar. Muchas de nosotras sentimos exigencias sobre qué hacer a raíz de haber sido abusadas, o también cuando una compañera requiere nuestro acompañamiento: ¡tenemos que manejarnos bien!-¡tenemos que hacer y decir lo correcto!-¡si no hago esto le falló al resto! El tabú y la desinformación que sigue alrededor del tema es funcional a que no sepamos abordarlo, ni contemos con herramientas cercanas y concretas a la cuales acudir. 

En el imaginario colectivo el accionar ante una situación de abuso pareciera que sólo es válido en tanto exista una denuncia concreta y ésta, entendida principalmente en el ámbito penal/judicial/institucional, o quizás, al menos en el marco de la denuncia pública. No es que descartemos éstas posibilidades, incluso pensamos que puede implicar un aporte y avance en varios aspectos, pero también hay que tener en cuenta las leyes que no terminan de ampararnos o contenernos.

Muchas veces el accionar de los jueces nos revictimiza y encubre a los responsables, o mismo, los tiempos -lentisimos- de la justicia. No se tiene en cuenta la violencia patriarcal que nos hacen vivir, ni las complejidades mismas de cada situación de abuso (muchos son intrafamiliares y esto dificulta un accionar en este sentido) ni la exposición ni el desgaste emocional y psíquico que implican muchos de estos procesos. 

En la sociedad que vivimos, capitalista y patriarcal –todo el tiempo retroalimentandose-, nos quieren victimizadas, violentadas, culposas, sumisas, calladas, explotadas, oprimidas. Acá traemos que hay otras formas igual de válidas de procesar nuestras situaciones de abuso. Acá lo estamos haciendo carne.
Todas coincidimos en que fue importante haber hablado. 

Hablar, en su sentido amplio. Puede ser con nuestro entorno familiar, con las redes afectivas que hayamos o estemos construyendo, con nuestra terapeuta o en un entorno terapéutico, o un espacio que simplemente me brinda el lugar y la contención. Acordamos en que incluso, el sólo hecho de decir en voz alta, al margen de quien recibe, genera movimiento. Sin entenderlo como una exigencia pero confirmando que nos sirve… La capacidad de hablar, de generar encuentros con pares que aportan compañía.

Entender que hablar también es una acción. El movimiento es un punto fundamental a atender sobre el proceso. Algo se movió, algo se mueve, algo se moverá. Es fluctuante, muchas veces contradictorio, quizás inestable, puede que vertiginoso, por momentos más triste, de a ratos más estimulante. Lo que de seguro no es, es estático. Los relatos que aquí compartimos son reflejo de los procesos personales en el momento determinado que se escribieron.  

Nuestro proyecto es nuestra posición en su máxima expresión. No sólo por la convicción y radicalización con la que encaramos nuestras ideas al respecto, estas ideas, si no que su existencia misma grafíca los baches construidos por todo lo hasta acá mencionado, la diferencia que marca lo personal dentro de lo social, la convivencia constante con la situación de violencia y la necesidad de liberarnos de pesos externos que ni ese hecho vivido ni nosotras necesitamos.

Tenemos urgencia de despejar nuestros caminos para los tránsitos que ya nos sorprendieron y que nos siguen esperando, reafirmar que no estamos desoladas, pero que nuestras huellas son solo de nosotras.

Algunas realizadoras: Camila Marmoni,
Lara Arrabito, Aldana Romano,
Magdalena Pérez Isasa, Tateti, Abri, Cris. 

Si querés acercarles alguna apreciación, comentario, debate, o consulta, hacelo al mail de «Huellas»
[email protected]

 

 

 

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