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Huellas - En esta historia no hay princesa | Revista Colibri
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Huellas – En esta historia no hay princesa

Relato 4

En esta historia no hay princesa. Hay una mujer encerrada y no precisamente en una torre. Por aquellos días la muchacha se encontraba conviviendo con un muchacho, y en su ámbito de trabajo encontraba un hombro donde descargar las torturas de su vida cotidiana en su vínculo colmado de celos. Construyó una amistad con este compañero. Salieron a escondidas. Volvió a su casa con culpa. Empezó a sentirse de cierta forma atraída, puede que por el rol de contención que ocupaba esta nueva relación. Decidió separarse y una noche, a este nuevo sapo, ¡lo besó! Pero este bicho… no se convirtió.
Cada salida era caótica, terminaba el por encima de ella, pasado de alcohol, sin lograr concretar ningún acto sexual y generando frustración. Todo fue progresivo. Desde sugerencias sobre cómo debía ser su personalidad, o como era conveniente que se vista, hasta apodarla “ñoñita” para disminuirla más contundentemente. Siempre estaba errada. Nunca estaba a la altura de recibir una corona, de ser nombrada su princesa. El sapito no solo se destacaba desvalorizándola directamente, si no también era capaz incluso de dejarla conscientemente sola en situaciones de violencia ejercida por amigos cercanos suyos. Una de esas noches, por ejemplo, después de haber soportado sus manos en la entrepierna con imposición y que el encuentro haya sido desagradable como muchas veces, ella decidió irse pero el joven la persiguió. La frenó de un sopapo.  La casi princesa entendió la lección. Durmió con él, sabiendo que no tenía que volver a llorar.
A partir de ahí, solo había que alzar la voz más alto, hacer un gesto, y se portaría adecuadamente. Así se construyó el camino. Así, los días pasaron teñidos de diferentes tormentas y la frutilla del postre apareció. Las relaciones sexuales las definía el puesto sapo. Su cuerpo le correspondía y por tanto, debía saciar sus deseos. Amanecía dormida con el acto consumado, o amanecía durante el acto mismo. Era imposible que la joven pudiera percibir falta de consentimiento. Entre una pareja eso no existe, pensaba. Y aceptaba su destino. Hasta que una mañana, el gusano este desapareció. Construyó el maravilloso hábito de alimentar la situación de dominación a la distancia, desde lejos, pero la nunca princesa se pudrió. Terminó con esa situación, y después de mucho tiempo y mucha terapia, sus dolores tienen nombre y lugar. Conoció el daño en distintas formas. Se anotició de que los príncipes, también pueden violar. Y vivió muy lejos de esos palacios. Para siempre.

«Huellas» es un proyecto colaborativo realizado por mujeres unidas y autoconvocadas. Es un testimonio único formado por varios. Evidencia las particularidades que existen en el camino en el que una se sumerge a la hora de transitar haber vivido una situación de abuso sexual. Da cuenta de lo diverso y complejo, en una violencia tan común y explicada en una cultura patriarcal. Contactate con ellas :  [email protected]

No te pierdas los testimonios que iremos publicando a lo largo de estas semanas en la página web de Revista Colibri y en todas nuestras redes.

 

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