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Mujeres creando, rebeldía y rebelión | Revista Colibri
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Mujeres creando, rebeldía y rebelión

Por Micaela Petrarca

En 1992, frente a una ebullición de movimientos de izquierda en Bolivia, nace Mujeres Creando, una organización feminista anarquista que se crea a partir de dos críticas fundamentales: “el lugar de las mujeres dentro del discurso y dentro de la práctica política de la izquierda latinoamericana”, explica María Galindo, una de las fundadoras del movimiento. “Pero, al mismo tiempo -continúa- nacemos de la crítica a lo que fue, y lo que sigue siendo, la ola del proyecto colonial neoliberal a partir de las mujeres pobres como soporte del ajuste estructural en américa latina”.

Ante la falta de un espacio a la medida de los sueños de un grupo de mujeres que cuestionan categorías como empoderamiento, emprendimiento, igualdad y género; que creen que es un error político colocarse en las puertas del Estado con demandas y solicitudes; que cuestionan el abandono de las prácticas políticas concretas y la concentración sólo en el discurso ideológico; nace Mujeres creando. Echa sus raíces en la ciudad de La Paz y se constituye hace más de 25 años como un movimiento social autónomo.

En primer lugar, buscó romper con el criterio homogeneizante “con el que las organizaciones sociales del continente se han ido construyendo, que es entender la organización política como la suma de iguales”, describe Galindo en una publicación titulada Descolonización y despatriarcalización de y desde los feminismos de Abya Yala para ACSUR (Asociación para la Cooperación con el Sur). Porque dicho criterio, dice, simplifica y reduce los horizontes de lucha, y separa una realidad de otra. “Es una trampa peligrosa porque nos impide relacionar racismo con explotación u homofobia con racismo y así sucesivamente. Ese concepto de organización social es fácil de controlar, es fácil de mantener en un gueto aparte y, sobre todo, es el tipo de organización que menos potencial subversivo contiene”.

Mujeres Creando se presenta entonces como una construcción compleja de sujetos políticos, “Somos indias putas y lesbianas juntas, revueltas y hermanadas”, dice uno de sus grafitis más conocidos. Y se hace visible a partir de una política concreta: la calle como escenario público de expresión y llegada al pueblo.

Hoy en día, y desde hace seis años, el movimiento se encuentra en otra ciudad importante de Bolivia, Santa Cruz de la Sierra. “Lo que nos diferencia de La Paz, es que allí se responde a una sociedad, y aquí a otra, una mucho más cosificadora con las mujeres”, cuenta Laura Ortiz Gorena, compañera de Mujeres Creando en Santa Cruz, y describe: “La industria de la belleza es muy fuerte, el acoso callejero, por ejemplo, es algo que está todo el tiempo latente y es una lucha que estamos respondiendo como movimiento. El peso de la iglesia católica aquí es la ley, la palabra. Entonces, tenemos luchas propias, tenemos contextos diferentes de ciudad, pero al final somos solo un movimiento que está respondiendo a ser alianzas con las hermanas lesbianas, con las indias, con las compañeras trans”.

En ambas ciudades, la organización creó un servicio gratuito sociolegal, ‘Mujeres en busca de justicia’, para acompañar a mujeres que están en situación de violencia. “La virgen de los deseos”, el local ubicado en La Paz, cuenta además con hospedaje, atención médica gratuita, biblioteca y librería, sala de videos para exhibición de películas feministas, la guardería “Mi Mamá trabaja”, un proyecto pedagógico pensado para mujeres con proyectos de vida y en especial para trabajadoras del hogar y mujeres en situación de prostitución. Una oficina de usura bancaria para atender casos de deudas bancarias, un servicio de contabilidad para tramites de impuestos y balances, una escuela de autodefensa y un consultorio psicológico. Y llevan adelante un medio de comunicación: ‘Radio Deseo’ 

En Santa Cruz, la casa se llama “Los deseos de la virgen” y también ofrece restaurante, orientación sobre aborto y orientación psicológica. Ortiz Gorena, quien participa de este espacio, estuvo en diálogo con Colibrí Revista.

-¿Cómo puede sumarse una mujer al movimiento? 

-Somos un movimiento de mujeres autoconvocadas, todas vienen aquí de forma voluntaria porque algo les mueve o les empuja; o porque se identifican con algo del movimiento. Tenemos espacios que son solo a la interna como grupos de estudio y reuniones. Y actividades que son abiertas como talleres, debates.

-¿Y participan?

-Sí. También tenemos bases éticas con las que nos manejamos, por ejemplo, una de ellas es el respeto a la prostitución. En este espacio nosotras no vamos a permitir que haya racismo, homofobia, que se juzgue a la compañera prostituta, o a la compañera que aborta. En ese sentido, las compañeras que entran tienen que respetar ciertas bases éticas del movimiento.

Cada año se realiza en alguna de las dos ciudades donde se desarrolla el movimiento, un encuentro autogestionado de mujeres trabajadoras. “Allí convocamos a todas las mujeres a pasar uno o dos días de almuerzos y de diversos talleres como autodefensa, aborto, sexualidad, acoso. Cada vez planteamos nuevos temas y hacemos una acción callejera junto a las mujeres que vienen, de manera voluntaria”.

-¿Más allá de la particularidad de cada ciudad, ¿cuáles son las reivindicaciones del movimiento?

-Creo que Mujeres Creando se diferencia a otros espacios, o al feminismo institucional, porque tenemos luchas que no parten por la exigencia de los derechos. No creemos en que tengamos que negociar con el Estado, nosotras creemos en la rebelión y la rebeldía de las mujeres, en las alianzas insólitas e imposibles con las prostitutas, las trans, las indígenas, las indias, con las amas de casa, las gremiales, las maestras; y responder a esta sociedad machista, patriarcal, que todo el tiempo está decidiendo sobre nuestros cuerpos.  A un estado que es totalmente misógino, con un gobierno que es totalmente machista, así como lo pueden ubicar desde afuera como indígena y de izquierda, las mujeres no salimos de ser un objeto sexual y reproductoras, incluso con la ley 348 que está mal hecha. Las mujeres no somos prioridad para el estado.

La Ley 348 propone garantizar una vida libre de violencia a las mujeres. “Como movimiento tenemos muchas críticas porque tiene muchos vacíos, cosas mal redactadas. No tiene horizonte, pies ni cabeza. Por ejemplo, reconoce 16 tipos de violencia y solo tres tienen un proceso legal. Un procedimiento legal hasta la sentencia es un grave error. Por eso nuestra lucha no parte por que nos den más derechos, porque no funciona así. Nos pueden dar una ley hermosa, pero, si no se aplica, si el sistema judicial es machista, si el juez es machista, si el policía no te cree cuando vas a denunciar, no nos sirve de nada más leyes”.

-¿De qué manera buscan ganar luchas, en este sistema de leyes, sin exigirle al Estado?

-Interpelando a la sociedad. Es un trabajo directamente con la gente que nos rodea. Que nos dejen de juzgar, de ver como criminales cuando abortamos, una deconstrucción de lo que entienden por nosotras. De que porque somos mujeres tenemos que tener hijos, obligatoriamente ser esposas. Nuestra lucha apunta a que las mujeres se rebelen, pero también a la interpelación a la sociedad.

Y si bien no creemos que desde el Estado se cambien las cosas, si hay que exigirle porque tiene presupuesto, el dinero de Bolivia, el poder de legislar. Pero no creemos que es la única forma en que se vayan a cambiar las cosas, porque si el Estado ahora aprueba el aborto legal para todas, sabemos que van a ver doctores misóginos, enfermeras que nos traten mal. Estamos constantemente jodiéndolos para que se haga carga.

-¿Actualmente que le exigen?

-Mujeres Creando esta desde hace dos años pidiendo que el Estado declare alerta roja por todos los casos de femicidios en Bolivia y auditoria también al sistema judicial por cómo lleva los casos, los procedimientos. Es una tarea que tendría que hacer el Estado, aumentar el presupuesto. Sabemos que no es la solución, pero los servicios que en teoría te brinda para luchar contra la violencia, no son respectivos, no hay personal capacitado ni sensibilizado para que te atiendan. El peregrinar por justicia es un dinero que te lo gastas tú cuando debería ser gratuito.

-¿Y hubo alguna respuesta?

-Ninguna, se le pidió de forma formal, de forma informal, con acciones callejeras… no es una de sus prioridades.

En Bolivia el aborto es todavía penalizado. Existe un departamento gratuito de contención de mujeres víctimas de violencia de género que tiene casas de acogida, numero de emergencia y oficinas que atienden, pero, como suele suceder, el teléfono nunca funciona. “Tenemos una crítica frente a esta política porque al final las casas de acogida son lugares donde las mujeres tienen que ir escapando de su lugar, de su casa, cuando el que tendría que retirarse es el agresor”.

Además, existe la Unidad de Despatriarcalización, un departamento del estado. “Yo no sé para qué sirve, no sé qué hace, no aparece nunca, no toma postura ante nada”.

-¿Puede ser que funcione como una forma de controlar la lucha feminista como la palabra autorizada?

Claro, es un intento para confundir la lucha y la teoría feminista, para hacer creer que una cosa es despatriarcalizar y no lo que las mujeres están haciendo.

-¿Hay aún mucho silencio o naturalización en la sociedad boliviana?   

-Más que silencio, todavía no se lo identifica como violencia. No se lo ubica como violencia que tu pareja te cele, o que alguien te esté jodiendo en la calle, lo consideran como piropo. Hay muchas cosas que no se consideran violencia, y muchas cosas naturalizadas, cómo que alguien ejerza su fuerza en tu cuerpo con un golpe o con una caricia.

-¿Cómo recibe el pueblo las prácticas concretas que realizan?

-Particularmente el feminismo de mujeres creando, mucha gente no lo recibe muy bien, porque una de las cosas que hacemos es incomodar. Con acciones en la calle, tomando espacios como el palacio de justicia, o la plaza principal.  Respondemos a una sociedad machista, y no gusta la forma en que Mujeres creando lo hace. Siempre nos dicen, ‘deberían ser más suaves’, pero el feminismo académico no va con nosotras. No pretendemos ir enseñando a la sociedad como tiene que ser feminista ni tampoco hacer feminismo de la igualdad y vamos mujeres y hombres todos juntos. Por eso a mucha gente le causa indigestión, la sociedad boliviana prefiere un feminismo suavito, igualitario, que pida derechos y leyes.

-¿Más reformista que revolucionario?

-Sí, que no transgreda.

-¿Hay una simplificación en el feminismo académico que tiende a exigir derechos e igualdad?

Hay algo que María Galindo menciona, es que los movimientos feministas y sociales tenemos una agenda marcada preparada por el estado y las ONGs. Hoy hablamos de aborto, mañana de divorcio, pasado de leyes, de matrimonio gay. Muchos de los movimientos internacionales feministas, yo creo, siguen el ritmo de la agenda que tenemos marcada. Pero ahí esta el reto de cada movimiento feminista, no ser una copia más de otros lugares. Sino responder a tu contexto, a tu sociedad, el feminismo boliviano no es el mismo que el europeo, porque ya está en otra. Aquí estamos respondiendo a una situación de sobrevivencia económica, las mujeres toman las calles para sobrevivir dedicándose al comercio. Entonces, creo que es una tarea difícil de cada movimiento no seguir la agenda marcada y responder a nuestros contextos. Y una de las cosas que no logramos, que también menciona siempre María, es aliarnos entre movimientos. Para un indígena es mucho más importante ser igual a un blanco, que su compañera tenga la libertad de decidir sobre su cuerpo. Que podamos generar esas alianzas que no se nos permite, porque al final son opresiones transversales.

-¿Cómo definirías el feminismo que construye Mujeres creando?

Llamaría feminismo auténtico el que Mujeres Creando propone, porque es a partir de todas nuestras diferencias, a partir de que la mujer no es una sola, un solo modelo, somos las mujeres. No somos todas privilegiadas, no estamos en una condición clase mediera alta, estamos sobreviviendo en las calles. Creo que es un feminismo autentico que trata de responder ante lo que somos las mujeres bolivianas. Nuestro graffiti resume un poco eso: “Indias, putas y lesbianas, juntas, revueltas y hermanadas”. No es una copia del feminismo europeo de la igualdad. Allá pueden pensar en un mejor salario, pero aquí todavía estamos pensando en que el marido no la mate, o que en la calle no nos intenten violar. Hay muchas cosas que en el contexto boliviano son muy naturales.

 

Para contactarse con las compañeras, ingresar a su página oficial Mujeres Creando

 

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