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Nuestro cielo | Revista Colibri
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Nuestro cielo

Por Melany Borda

Con la punta de mi nariz de bruja quiero tocar el cielo,

Con las garras de una fiera enfurecida quiero rasgarlo,

Con la suavidad de una nube quiero acariciarlo,

Con el compromiso de una luchadora quiero cuidarlo.

Con mis manos de artesana quiero modelarlo en algo diferente.

Con mis lágrimas quiero regarlo para que crezca dentro mío.

Con la fuerza de la valentía quiero extirparlo y arrojarlo nuevamente, allá arribita,

para que brille y se expanda, para que se comparta e inspire, para otras tantas

mujeres que seguimos creyendo que un cielo mejor siempre es posible.

 

Todos los paisajes y los árboles milenarios, todos los pensamientos que se cruzan

fugaces en el infinito espacio donde piensan los seres humanos, el deseo y el dolor.

Todos los posibles infiernos y aquellos pequeños cielos encerrados en la memoria,

el frío calando hondo en los huesos y el abrazo más cálido sobre un pasto sin fin.


Me pierdo, con la fuerza que te lleva el cuerpo hacia adelante cuando tenés vértigo.

Un pozo sin fondo, no caigo más y siento que ya caí. La ironía siempre puede darle un toque plus a nuestra circunstancia.


En nombre de la razón habito en un delirio, un fuego intenso e insoportable

brota desde mi interior quebrándome la piel y arrancándome los ojos a tirones.


La culpa la escondí en un baúl de la última mudanza, o quizás en una caja.
En ellas podemos guardar cosas que jamás apoostamos a que existan, y menos allí.
Y ahí las vemos.

El tiempo me apura y ni siquiera la imaginación quiso leerme las palmas de las manos.
Veo desencantos y griteríos en ese espejo sin fondo.
Camino hacia dentro como si fuera un túnel hacia mí mismo que me apedrea con rencores y prejuicios.

Me gritan al oído viejos sucesos. Pierdo el equilibrio y las ideas.

El viento más bravío que un león hambriento cerró de un portazo la habitación

dejándome encerrado.

Recordá que solo sos una parte, y la vida continúa. El movimiento nunca frena y a todo le llega el olvido. Las formas son pasajeras dentro del cuenco vacío.

Recordá que en vos conviven las semillas de todos los posibles vicios y todas las posibles virtudes. No siempre vas a ser sabio; vas a cometer errores; vas a conocer el arrepentimiento.

Nadie está exento de oscuridad, como así también nadie está exento de luz.
Nunca olvides la historia de tu especie, ni de todas las demás; nunca olvides al mundo.

Al agua que corre en cada respiro, a todo lo no humano, que define lo que somos.

El  mundo nos compone y nos arroja como a una melodía.

Me siento en el borde. Veo el cielo, contaminado. Veo el agua, contaminada por tantos deshechos industriales.

Me ato los cordones, pero me los ato de manera que las dos zapatillas queden unidas para siempre, y sobre ellas me ato todas las piedras inmaniobrables que encontré. Las ato bien atadas.

No necesito el fuego de los dioses porque ya estoy quemado. Caminando por la cuerda floja quizás me caigo, es lo que quiero. Lo que estoy buscando.
Es de noche, hace un frío que pega en los huesos. Pero yo te puedo arrimar, aún así.

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