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"Nuestro origen es la prohibición, la persecución y la violencia" | Revista Colibri
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«Nuestro origen es la prohibición, la persecución y la violencia»

Por Micaela Petrarca

María Galindo es una activista feminista, autora de los libros Ninguna mujer nace para puta, No se puede Descolonizar sin Despatriarcalizar, entre otros títulos; y directora de producciones cinematográficas como 13 Horas de Rebelión. Además, fue una de las fundadoras de Mujeres Creando, un movimiento feminista anarquista que lleva más de 25 años desarrollándose en la ciudad de La Paz. La organización se caracteriza por las alianzas insólitas entre mujeres de diversos ámbitos, el contacto con la sociedad mediante la acción callejera; y por llevar adelante políticas concretas cómo el servicio gratuito sociolegal para mujeres en situación de violencia, con el objetivo de generar justicia cotidiana.

Foto: Pablo Ibañez

“Fundé una organización feminista porque no había un feminismo al que me podía acercar, no había una organización a la medida de lo que soñaba. No existía. Tuve que construir el espacio que yo soñaba. Por eso, he desarrollado una categoría muy interesante: feminismo intuitivo. Es la construcción de un feminismo no ideológico, que no deriva de un aprendizaje en lo académico, en los libros, sino de una lectura histórica que estamos haciendo muchas mujeres que en muchos casos no lo llaman feminismo y que hoy está muy potente y presente en grandes sectores de mujeres populares. Por ejemplo, tú no puedes decir que en la Argentina todas las mujeres que están en la movilización por la despenalización del aborto vienen de un feminismo construido desde lo ideológico. Muchas vienen de uno intuitivo construido desde una vivencia personal, desde una lectura existencial”.

Galindo define feminismo como: “Ese conjunto de luchas colectivas e individuales protagonizadas por las mujeres contra toda índole de mandatos patriarcales, a escala planetaria, de forma simultánea, en diferentes épocas y contextos sociales y culturales. Luchas ancestrales de desobediencia a mandatos patriarcales que se dieron en diferentes latitudes de manera simultánea y paralela. Luchas de las cuales no tenemos referencia por esa suerte de colonialismo intelectual e histórico que sufrimos al interior de las academias”. Y a la categoría ‘feminismo intuitivo’ como: “La desobediencia personal de cada mujer frente al disciplinamiento patriarcal sea cual sea la cultura, edad, clase social o lugar al que pertenezca.  Una desobediencia personal no a partir del acceso a un cuerpo ideológico, sino a partir de sí misma y de sus decisiones existenciales instaladas en su cotidiano”.

-¿Cómo nace Mujeres Creando?

-Nace en 1992, y no desde la construcción de demandas, creemos que ese es un error político fatal. Algunas veníamos de la izquierda, así que nacemos entre dos críticas muy duras a ese sector: el lugar de las mujeres dentro del discurso y dentro de la práctica política de la izquierda latinoamericana. Pero, al mismo tiempo, nacemos de la crítica a lo que fue, y lo que sigue siendo, la ola del proyecto colonial neoliberal a partir de las mujeres pobres como soporte del ajuste estructural en América Latina. Nacemos cuestionando categorías como empoderamiento, emprendimiento, igualdad; nacemos desde una vocación crítica muy fuerte.

-¿Cuáles son esas críticas hacia la izquierda?

-Sería infinito y largo, no es una ni dos, ni siquiera 222, sino 2222. En la izquierda no existe el cuerpo, y una ideología sin cuerpo está destinada a ser caduca. El neoliberalismo tiene más cuerpo que la izquierda, y por eso nos ganaron la partida. La izquierda es sumamente patronal con las mujeres, su lugar es de objeto sexual, de botín sexual. El lugar en el discurso es de tema aparte, del usufructo, de la fuerza de las mujeres, no como algo que podría desestructurar o estructurar el discurso político, sino como un tema aparte. Es algo parecido a lo que hacen con la naturaleza. No es cuestión de no poner un grupo de mujeres “las proletarias”, porque como lo decía muy bien la famosa ideóloga izquierdista feminista, Flora Tristán, ‘la mujer del proletario es la proletaria del proletario’. Esto es cierto, pero las izquierdas no llegaron a entender ni eso.

-Planteas que las demandas son un error político fatal. Pero, en este sistema de leyes, ¿no crees necesario arrancarle recursos al Estado?

-Las demandas son un error porque hay una especie de domesticación demanda-concesión, en la relación con el estado. Las demandas son un error porque los movimientos se definen en base a su relación con el estado y nada más. Entonces, en una sociedad hay un estado, pero también hay un más allá y un más acá. Un movimiento tiene que tener la capacidad de hablar con el Estado si le da la gana y le sirve, pero de hablar con la sociedad fundamentalmente. Un movimiento es fuerte si sabe hablar con la sociedad. Si no, el estado siempre te va a de alguna manera, no sólo colonizar, sino a hacer un tratamiento de vasallaje. En ese sentido, pensarte desde las demandas es un código tremendamente neoliberal, pero además, domesticado.

Ahora, ¿en qué momento entra el Estado en nuestras vidas? Jode todo. Nos mete la mano al bolsillo, nos roba, nos secuestra los úteros, criminaliza la prostitución. Entonces, nosotras trabajamos en relación con el estado cuando estamos ubicadas en una situación en la que el estado está interviniendo sobre nuestros cuerpos. Por ejemplo, nosotras trabajamos con usura tributaria y eso es enfrentar al estado todos los días, ¿por qué con usura tributaria? Porque las mujeres han desarrollado en Bolivia grandes tejidos de subsistencia ilegal, anti tributaria. Esos tejidos de subsistencia están garantizando para amplios sectores de la población bienestar porque venden almuerzo, comida, servicios en cadenas más accesibles. El estado cuando interviene todos esos servicios los encarece. Y burocratiza e institucionaliza, etcétera, y además casi llega a impedir la subsistencia de las mujeres. Ahorita en Bolivia se está beneficiando el negocio grande y matando el negocio pequeño. Y eso se ha hecho a escala mundial. Porque el negocio pequeño se lo persigue tanto que ya no puede subsistir.  Nosotras tenemos un grafiti hermoso que dice: “la calle es mi casa sin marido y mi trabajo sin patrón”, refleja muy bien ese tejido de subsistencia anti estatal con el que trabajamos. Tiene un enfrentamiento con el estado muy fuerte, sea con los gobiernos municipales por la administración del espacio, sea con el Estado por la tributación de impuestos.

El Estado y las mujeres

Según Galindo, donde mejor se puede visualizar y analizar la relación entre el Estado y las mujeres, es en el control que tiene este sobre la soberanía del cuerpo, la reproducción y el trabajo de las mujeres. “Por ello, los sujetos que por excelencia reflejan estás relaciones son las putas, las madres y las amas de casa”, detalla en un ensayo escrito para ACSUR (Asociación para la Cooperación con el Sur): “La relación con la prostitución y la maternidad son dos campos que los Estados históricamente han regulado y tematizado”.

-¿Cómo caracterizas la relación del Estado y las mujeres?

-Es una relación múltiple, donde las mujeres en algunos casos no existimos. No es una relación simplemente de exclusión que requiere que seamos incluidas. Primero, ¿queremos la inclusión en el estado? Yo me lo sigo preguntando. En mis charlas en Europa le pregunto a una chica, “si perderías el derecho al voto, ¿qué mierda perderías?”, yo creo que no perderíamos nada, pero hay gente que cree “oh las sufragistas”. Las sufragistas no son mis madres, ni mis abuelas, ni mis tías. Yo no tengo ningún entronque histórico con ellas. Pero, contenían una propuesta que iba más allá del voto y que se quedó solo ahí.

La relación del estado con las mujeres es de control de la reproducción mayormente. De vigilancia sobre la maternidad, de control y vigilancia sobre nuestros cuerpos; y en muchos casos de tortura del cuerpo. Entonces, cuidado con el Estado, hay que pensarlo y repensarlo, no es cuestión de querer derechos.

-¿Consideras que la exigencia de derechos es el principal error que se sigue reproduciendo dentro del feminismo generando cómo una vez llamaste, revolución fallida?

-Sí, yo creo que necesitamos escenarios de debate político. Ahorita por ejemplo en tu país hay una efervescencia que a mí me llena el cuerpo, incluso lloré el día que vi que lograron el primer pequeño triunfo en el parlamento, lloraba como si fuera aquí, porque las fronteras son mentira. Hay una efervescencia muy importante, pero estamos teniendo poca oportunidad realmente de profundizar, de debatir esa efervescencia que hay.

Tecnocracia de género

La palabra género, dice Galindo, se ha vuelto vulgar y genera confusión política porque hablar de perspectiva, equidad o igualdad de género no interpela las relaciones reales de poder patriarcal, es la exigencia de pertenencia dentro del mismo sistema. La autora lo define como tecnocracia de género neoliberal, “lo que tiene es la captura de las expectativas de las mujeres dentro del corset del liberalismo y del neoliberalismo, parte del proyecto colonial neoliberal. Y no sólo es europeo, ¿cuántas tecnócratas tienes tú en argentina?, y ni te digo las que tengo aquí en Bolivia, insufrible, insoportable, que siguen con la misma chachara de meternos en ese corset”.

-¿Qué desafíos convocan hoy a las feministas?

-Creo que las feministas no tenemos que pensar endogámicamente, muchas cosas que yo te estoy hablando, nacen de la lectura de acciones históricas masivas de grandes sectores de mujeres populares. La forma de ocupación de la calle, la ruptura de la idea del padre proveedor, que ya lo destroza el neoliberalismo porque no puede darle un trabajo y ese padre ya no puede ser proveedor. Y las mujeres recolocan su lugar en la producción de riquezas y en la producción de bienestar de subsistencia. Entonces, las feministas de esta parte del mundo tenemos que leer a los movimientos populares. Cuando digo leer, no digo leer un libro, sino las acciones, las estrategias, lo que está pasando. Y cuando digo movimiento popular, no digo a los cuatro dirigentes que se auto-apropian de las movidas de maestros, de trabajadores, sino realmente de los fenómenos populares, que está pasando abajo. Tenemos ahora una gran oportunidad de interpretar eso y escribirlo en nuestros términos. Tenemos la obligación de escribirnos entre nosotras. Por ejemplo, yo quiero mucho, la respeto a la Silvia Federicci, pero la devoción que hay en Argentina por ella es sólo porque es europea, no es de otra manera. El tratamiento que recibe el pensamiento de Mujeres Creando en Argentina, es un tratamiento te diría hasta racista, de menosprecio, cuando es un cuerpo teórico absolutamente potente para lo que es hoy América Latina. Entonces, tenemos muchos desafíos de cómo construir nuestras prácticas feministas y tenemos un escenario gigante abierto, porque ahorita tú le puedes proponer a las mujeres de todo, formas autogestivas, espacios de estudio, de escritura, de creación, espacios de revuelta. Se ha abierto una grieta muy linda, muy importante a la que hay que responder.

 -¿Sigue muy latente el racismo hoy en día dentro del feminismo?

-Por supuesto. Yo, por ejemplo, cuestiono las luchas identitarias como luchas devenidas de una visión neoliberal de la lucha social de un proceso de domesticación, así como la demanda – concesión al estado es un encierro, porque puedes que haya momentos que pases por ahí, pero tienes que ir más allá de eso; devenir de luchas identitarias, LGTB o de campesinos, o anti racistas, y no entender que el análisis de la matriz patriarcal tiene que servirte para entender la conexión que existe entre sexismo, racismo, machismo, homofobia. Eso es lo que estamos perdiendo. El racismo está absolutamente vigente y estructura la división del trabajo. Pero no sólo el racismo, también el sexismo. Entonces, se combinan. Tenemos que entender la conexión entre las diferentes formas de opresión y eso lo estamos perdiendo, porque claro, perder la perspectiva de la conexión entre las diferentes formas de opresión, es la estrategia más útil del neoliberalismo. Porque el rato que tú tienes esa conexión, tienes más claro el horizonte. El horizonte de lucha es más complejo, se tiene que entender la conexión de una cosa y otra. Nuestros grupos, colectivos, organizaciones no pueden responder a lógicas identitarias que nos segmenten mucho más. Porque además simplificamos el discurso, el análisis, buscamos comunes denominadores que nos hacen daño. Si el movimiento lésbico feministas es un movimiento de chicas jóvenes, flacas, guapas, blancas, yo no quiero hacer nada ahí. Por muy lesbiana que yo sea, porque me voy a morir de aburrimiento. Porque entonces para ser lesbiana hay que ser blanca, joven, flaca y guapa. En el fondo estas diciendo eso.

Despatriarcalizar

-¿Cómo definís patriarcado?

-El patriarcado es un concepto polisémico, significa muchas cosas al mismo tiempo. Y se estructura como matriz o columna vertebral de opresión a lo largo de la historia. Por lo tanto, el patriarcado articula al mismo tiempo diferentes formas de opresión. Es por eso que la lucha de las feministas es tan compleja y no es una lucha por derechos ni por inclusión. ¿Cómo se estructura el cuerpo en el patriarcado? ¿qué representa el cuerpo en el patriarcado? ¿cómo se estructura la reproducción? ¿cómo se estructura el trabajo? ¿cómo se estructuran tantas cosas? El patriarcado es una especie de columna vertebral que te permite al mismo tiempo colocar lucha de clases, colonialismo, animalismo, la relación con la naturaleza y la relación hombre-mujer al mismo tiempo. Si tú analizas el animalismo por fuera de la estructura patriarcal, te vas a quedar con una versión completamente simple del animalismo. Y vas a perder la forma como se ha estructurado a partir de una construcción patriarcal la relación hombre-animal. Y como se ha, por ejemplo, interpretado al animal como carente de nada que aprender. Los seres humanos tenemos mucho que aprender de los animales, construyen sistemas de convivencia, acumulación de memoria, de saberes. Hay una inteligencia animal, pero la forma como se concibe el racionalismo niega esa existencia, y niega también la existencia de la inteligencia corporal y la existencia de la inteligencia en las mujeres. Pero también niega la existencia de la inteligencia no blanca. Tú tienes que entender todo eso al mismo tiempo. Sólo a partir de la categoría patriarcado, puedes entender todo eso al mismo tiempo.

-Despatriarcalizar sería entonces…

-Yo siempre he planteado la despatriarcalización como un horizonte de época, ¿Qué quiere decir? Ustedes por ejemplo están en el aborto. Tienen que insuflar la lucha por la despenalización del aborto desde una visión patriarcal, entendiendo que nada empieza y termina en la despenalización, y que la discusión tiene que ser una discusión despatriarcalizada, que tumbe varios palos más. El del control de los cuerpos, el palo del placer, el de la democracia, para señalar solo algunos. La despatriarcalización es un horizonte de época que las feministas necesitamos urgentemente. La idea de la igualdad funcionó como horizonte de época porque enmarco todas las luchas feministas como dentro de la igualdad. Al mismo tiempo hay muchos feminismos, ¿por qué les vas a decir a un grupo de tres chicas que están haciendo manillas y se sienten feministas, tu feminismo no vale?, o ¿por qué le vas a decir a un grupo de mujeres que hacen escuela de autodefensa feminista, tu feminismo no es revolucionario? O ha chicas que hacen una cooperativa de artesanas y que tejen, tu feminismo es menos feminismo que el mío. ¿Cómo hacemos para construir un punto de confluencia dónde desde tejer manillas, hacer escuela de autodefensa, organizar una revista autogestiva, hacer un programa de radio, y montones de prácticas feministas, confluyan? Necesitamos un punto de confluencia, un hilván con que hacer de nuestro feminismo. La despatriarcalización es también es eso.

-¿Y cómo lograr ese punto de confluencia?

-Nombrándolo, porque si no tiene nombre…. Y feminismo como punto de confluencia no nos sirve, pero despatriarcalización si sirve. Ahora, aparte de ser un horizonte de época y de poder funcionar como un punto de confluencia alternativo a la igualdad, es un método. Es un punto de partida y es una utopía.

Patriarcado y colonialismo: capítulo infaltable para el feminismo latinoamericano

Comprender esta relación se vuelve necesidad para visualizar y analizar un elemento característico de las opresiones que históricamente han vivido las mujeres de estas tierras. Si pensáramos en un origen, Galindo diría que es la violación. “Nuestro origen es la prohibición, la persecución y la violencia. El deseo fue disciplinado bajo un código colonial de dominación”, dice, y por esta razón, «no podemos hablar de mestizaje». “Mejor hablar de bastardismo por esa domesticación colonial del deseo erótico sexual. No se trató de una mezcla libre y horizontal, fue obligada, sometida, violenta o clandestina. Con legitimidad sujeta a chantaje, vigilancia y humillación”.

Pero denominarlo mestizaje suena más suave, ablanda el horror que aún sigue sin resolverse. En ninguna parte de la historia que nos presentan del colonialismo se hace mención de la unión que lleva con el patriarcado. Esa fusión es “la matriz estructuradora de todas las relaciones sociales”. Menos aún se nombra el pacto patriarcal entre conquistadores y conquistados, es el silencio que esconde la subordinación de las mujeres. “En la historia de la colonización quedan ocultas las continuidades entre las instituciones patriarcales precoloniales y las instituciones patriarcales coloniales que jugaron en el proceso de consolidación de la conquista”. El colonialismo recoge esas instituciones existentes y aprovecha el carácter de objeto de intercambio político de la mujer india como botín para consolidarse a través de la alianza patriarcal. “El racismo no es solo una construcción de jerarquía colonial sino patriarcal”.

La característica propia del patriarcado latinoamericano, dice Galindo, es que su base es “una estructura colonial que establece jerarquía sexual. Hoy se defienden esos mandatos coloniales dando nueva vigencia contemporánea con la prohibición del aborto, la obligatoriedad del matrimonio, la censura del cuerpo desnudo y el placer; y la persecución homofóbica”.

“No se puede despatriarcalizar sin descolonizar”

“No se puede entender las sociedades latinoamericanas sin entenderlas como sociedades construidas desde y a partir de una construcción colonial. Que no es cómo alguna vez me dijo, el embajador español en Bolivia, cuando lo entrevisté, que el colonialismo es algo que ha sucedido hace 500 años. No es solamente esa memoria remota de la colonización brutal, sino que el colonialismo estructura casi todas las relaciones sociales en América Latina. Casi todos y todas entienden, empezando por los y las intelectuales, que no puedes entender América Latina sin entenderla desde sus aristas coloniales”.

La socióloga Silvia Rivera Cusicanqui define colonialismo interno como el ejercicio constante y reiterado de prácticas de opresión racista y explotación clasista bajo un supuesto complejo de superioridad de las clases medias latinoamericanas respecto de sus pares indígenas.

Galindo: “Hay varios teóricos que hablan de formas de colonialismo interno y esto me parece un concepto imprescindible. Los estados y las fronteras latinoamericanas tienen un carácter colonial. Las instituciones estatales están construidas sobre una base colonial. Por lo tanto, el colonialismo no sólo es la relación con el otro sino la construcción de la entidad Latinoamérica que no se resuelve llamando Abya Yala. Cuando yo digo no se puede descolonizar sin despatriarcalizar y no se puede despatriarcalizar sin descolonizar, lo que estoy diciendo es que esa entidad que llamamos construcción colonial es fundamentalmente patriarcal. Y eso es lo que ningún teórico dice, se les olvido entender el colonialismo como un fenómeno patriarcal. ¿Qué significa un fenómeno patriarcal? Que el conflicto colonial siempre estuvo dirimido sobre los cuerpos de las mujeres como moneda de intercambio. Ojo con esto”.

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