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Un pasaporte para el mundo - Entrevista a Juan Pablo Viojf | Revista Colibri
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Un pasaporte para el mundo – Entrevista a Juan Pablo Viojf

Fotógrafe del mes – Juan Pablo Barrientos Viojf
Edición #80
Por Alana Rodríguez*


Juan Pablo Barrientos Viojf es un fotógrafo y diseñador gráfico argentino, nacido en el conurbano bonaerense, en la zona de Morón.  Colaboró como reportero gráfico para medios de comunicación nacionales e internacionales y 
actualmente se encuentra desocupado. Registró acontecimientos históricos importantísimos como «el Argentinazo» en el 2001. Con su cámara como excusa para conocer lugares nuevos, pateando la calle y conociendo personas con sus fotografías como mejor lenguaje, nos acerca historias desde su visión sensible, en la búsqueda de concientizar, ayudar y conmover.

Sos una persona con un amplio recorrido fotográfico, que te llevó a recorrer distintos lugares, a acompañar y ser parte de procesos históricos, de lucha y resistencia , conociendo personas y contando sus historias. Les fotógrafes hablamos mucho de la fotografía como registro y de la importancia que tiene. Entonces te pregunto, en lo personal, ¿Qué representa para vos poder fotografiar, poder registrar un momento? ¿A qué te acerca o aleja?

Para mí la fotografía representa una forma de comunicación muy importante, en lo periodístico, en lo familiar, en la vida y en todo lo que pueda encajar la fotografía. Me es muy difícil mirar sin pensar en fotografiar, no puedo. Es rarísimo para mi estar mirando una situación y no pensar en fotografiarla. Lo que me acerca a la fotografía son las relaciones, me encanta relacionarme con la gente a partir de la excusa de que la voy a fotografiar, creo que el conocer a las personas es algo fundamental, y después fotografiarlas. Pero viene por ahí, en los últimos años, por lo menos… tener la excusa de una cámara de foto para poder acercarme a la gente y conocer la diferentes situaciones que están viviendo, sean buenas o malas. Haciendo un balance, suelen más malas que buenas.

Y lo que me aleja de la fotografía, son los medios de comunicación. Cada vez estoy más lejos de eso, creo que justamente es porque no me representa hoy en día ningún medio, eso creo que es lo que me está alejando de la fotografía.

– Sobre tu proyecto ‘Ambrotipos y Músicos’, me parece interesantísimo que uses ambrotipo en los retratos de estas personas. ¿Pensás que esta técnica le suma al proyecto un valor agregado en cuanto a lo conceptual, o lo simbólico? 

Es una técnica que con mi compañera Meghan nos volvió locos, nos pareció re contra interesante descubrirla y poder tener imágenes que se forman en una placa de vidrio. Se llama colodión húmedo la técnica, que se usa en ambrotipo, y como es húmedo se tiene que fotografiar en un determinado tiempo, para que no se seque. La fotografía quedó impregnada en esa placa de vidrio.

La técnica suma mucho al concepto de la fotografía porque es mostrar cuales son los comienzos de la fotografía, después del daguerrotipo, viene el ambrotipo, después desaparece todo y, tiempo después, aparece el papel fotográfico. Ahí se empieza a volver todo muy vertiginoso, tan rápido, que estas técnicas desaparecen en muy poquitos años. Entonces me parece que un poco es arrancar de cero, proponer a los músicos que se queden quietos una determinada cantidad de segundos suma a mi experiencia y a la experiencia de ser fotografiado como en esa época.

A todos los que fotografié quedaron alucinados de lo que era realmente la fotografía. y esa experiencia es inolvidable, es una experiencia de predisposición a la fotografía. En su momento era todo un acontecimiento fotografiarse, ir a un estudio fotográfico, tomarse su tiempo para cada toma. Con esta técnica tenés entre 10 o 30 segundos de exposición y eso se tiene que revelar de inmediato. Es muy rico en cuanto a la calidad de fotografía, a la definición que tiene que es única.

Conocé también el ambrotipo de Ilda Esther Zanetti de Forti, abuela del fotògrafo.  


-¿Hay algún acontecimiento histórico que no registraste pero te hubiese gustado?

Hablando de Argentina no se me ocurre uno en específico ahora, pero a nivel internacional, me parece que vivir la caída del muro debe haber sido una locura. En el atentado de las torres gemelas también, me hubiese gustado estar en esa situación. En el entierro de Fidel Castro… se me mezclan muchos acontecimientos. Hay cosas que capaz por una elección de vida no hice, pero haber cubierto algún conflicto bélico me hubiese gustado. Pero estoy conforme con lo que pude hacer, con lo que me tocó y con lo pude con lo poco que tuve poder registrar. En el 2001 para mí, solamente tenía una película de 36 en una cámara y en otra cámara uno de 24 fotos, con eso salí a la calle el 20 de diciembre y estoy conforme. 

– Hay un posteo en tu cuenta de instagram que me llamó la atención, por un lado porque son objetos planteados en un fondo blanco, en donde la atención en ellos está muy marcada. Esa premisa ya empieza a activar la mente a imaginar la historia de esos objetos, y el texto que los acompaña nos da pistas y me deja una pregunta: ¿hubo momentos de tu transitar como fotógrafo en los que te sentiste en crisis o tensión con la fotografía?

Si hay una crisis laboral, se me rompe una máquina, no dispara, de tres o cuatro disparos salía una foto sola, era muy difícil trabajar con ella porque no puedo responsabilizarme de una nota si no puedo sacar la foto, no tenía la plata para comprarme una nueva. Veía que alrededor mío no había posibilidad de conseguir laburo y arranqué a hacer otras cosas, me acerqué a una huerta comunitaria en el barrio y empecé a trabajar en la huerta, sacando un poco esa energía que me rodeaba de todo lo que estaba pasando con la pandemia, con mi oficio. Yo empecé a trabajar a los 19 años en una redacción y a los 47, 48 ya estaba afuera del circuito, eso me sigue costando… Capaz ahora tengo un trabajo muy esporádico de fotógrafo, pero ya no tengo la intención de entrar a ningún medio, por lo descreído que estoy de la realidad que vive cada compañere ahí adentro. 

-Muchas veces se habla del potencial transformador que puede tener una fotografía, ¿pensás que una fotografía o el accionar de une comunicadore audiovisual, puede ser transformador? De ser así, ¿de qué forma o en qué sentido puedo serlo?

Creo que fotografiar tiene un sentido, y denunciar cosas que están pasando, injusticias, reclamos… sirve, sino colgaría los botines. Creo que estamos en un proceso muy duro de cómo se va a encarar esto, hay tanta imagen dando vuelta que ya la imagen… como me dijo en un momento una colega: “Vos siempre haces los chicos con los mocos colgando”, y me dijeron que parara con eso. Y yo le digo que “bueno, y si paramos todos de mostrar a los chicos con los mocos colgando, parece que no existieran”, pero siguen existiendo y sigue existiendo la gente que no come, que chupa frío. Entonces, ¿no hay que mostrarlo?

Me parece que justamente hay que mostrarlo y seguir mostrándolo, y buscarle la vuelta para que esa imagen siga teniendo el mismo potencial desde la primera vez que la vimos y nos jodió. Hoy en día estamos tan anestesiados con lo que vemos que ya la pasamos de largo esa foto, y creo que ese es el desafío de los fotógrafos que hacemos fotografía social, no caer en esa imagen, casi pornográfica, pero que a la vez tenga algo plástico y artístico, con una hermosa composición. Para poder llegar de vuelta con esa potencia y concientizar en quien o quienes podemos modificar la vida de esa persona. Más allá de ir a los lugares a los que voy a fotografiar, ver de qué manera puedo ayudar, dar una mano. También me hago contacto en las redes sociales para comunicar lo que le está pasando a esa persona o a esa comunidad, y contactar  con la gente que es solidaria y que quiere dar una mano, pero siempre es la gente la que da la mano, no los políticos.


-Me parece interesante profundizar sobre esa anestesia producida por la sobreproducción de imágenes, como comunicadores visuales, ¿tenemos herramientas para combatir esa anestesia?

Mi herramienta principal y también por lo que me gusta la fotografía en sus comienzos y el ambrotipo, es el blanco y negro. Para mí es la base de la fotografía, es un elemento que no digo que compite pero es original. Que hoy en día una imagen tenga ese formato con tanto color, con tanta producción de celulares y tanta foto. En esta cosa anestesiada que tenemos de ver tantas historias, creo que el blanco y negro ya por lo menos te hace entrar en un terreno en donde no competís, te predispone de otra manera para ver la fotografía. Lo veo más como que el lenguaje blanco y negro se trata de algo muy social, se realzan mas las historias humanas y más en mis fotos que siempre hay personajes. Entonces, rescato más esa situación por la que están pasando o un retrato, lo veo mucho mas interesante y rico de mostrar en blanco y negro.

Obviamente que no es embellecer algo triste, sino buscar mediante una buena toma, un buen encuadre, algo que resulte interesante, y que rompa un poco con la estructura de lo que se viene viendo. Siempre es un desafío para el fotógrafo, tener un buen encuadre o repetirse, porque uno siempre se repite con sus encuadres y eso termina siendo más genuino. Está bueno distinguir de quién es la foto, por la forma, por los lentes que usa, por cómo se para o por los encuadres. Ese es el desafío, como uno enfrenta cada fotorreportaje, que va a ser para que sea de uno, que sea genuino de uno y que al ver esa imagen, se pueda distinguir de quién es la foto. Nunca perdiendo el horizonte que es el transmitir e informar de la situación. 

-¿La fotografía o tu trabajo como fotoreportero te ha llevado a  algún lugar o conectado con alguna comunidad con la que hayas generado un lazo más profundo?

Para mí la fotografía es un pequeño pasaporte para el mundo, esto es lo mejor que me podría haber pasado. Con la fotografía podes estar un día en la embajada de Francia comiendo caviar y a las dos horas estas cubriendo una represión en un asentamiento, esto te lo da la fotografía. Hoy fui a hacerle una nota a Rodolfo Braceli, que es un escritor, un periodista. Él me contaba anécdotas y anécdotas, eso es lo que te llevas como fotógrafo, como periodista, de haber estado en lugares con gente, con un escritor, un político, un músico, un ídolo.

Después estás con una persona tan rica como puede ser un nene, un mapuche o un minero, que es tan interesante conocer de qué se trata esa vida, y eso te lo da la fotografía, para mí son los desafíos más lindos. Poder tener una confianza para que la máquina de fotos deje de ser un artefacto que es bastante complicado, y eso genera una distancia que no está buena. Y cuando uno deja la cámara ahí y deja que eso sea parte de la mesa, parte del café, de la torta frita y de cualquier cosa que está ahí, pasa desapercibido y ahí van a salir las mejores fotos. Capaz pasan 3 días y no hiciste ni una foto, terminas haciendo fotos a la semana quizás.

No tengo una gran confianza con alguna comunidad, lo que trato de hacer es generar y de traerme amigos después de una nota, de generar un lazo como para que no sea solamente esa vez, sino de generar una confianza para volver a ver a esa persona. Eso me parece también algo rico, para el costado humano de esta profesión.

*Alana Rodriguez es fotoperiodista y conversa a través de la sección «Fotógrafe del mes» con artistas de América Latina con les que comparte el lenguaje de la fotografía para contar historias y transformar mundos.

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