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El arte como sinónimo de precariedad | Revista Colibri
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El arte como sinónimo de precariedad

Por Diego Arbit 


La pandemia encontró a trabajadores del arte sin protección, sin trabajo remunerado, en muchos casos sin aportes, sin ningún registro en instituciones oficiales. Para el Estado, una gran cantidad de artistes no existían. Muches hoy cobran el IFE.

¿Pero cómo es posible? 

¡Si hay artistes para tirar al techo en CABA!
¡Si hay artistes para tirar al techo en Argentina!

No hay lugar en el mundo que haya producido tamaña cantidad de artistes independientes como esta ciudad”, dice Menzo Menjunjes, comediante y payase, quien recorrió con su espectáculo diversos países de Latinoamérica, Europa y Asia. Y agrega que:Aquí nacen, se reproducen, pero como el nido no crece, la mayoría toman vuelo y encuentran en cualquier otro lugar las oportunidades que acá escasean”.


Creo que siempre fuimos trabajadores precarizades bajo la excusa de que estamos haciendo algo que nos gusta, sabiendo que disfrutamos hacer lo que hacemos y que la exposición nos sirve”, aporta Daiana Leonelli, música y autora de canciones que escuchan miles de personas diariamente. En su mayoría, gente muy joven.


Nuestra profesión estuvo siempre bastardeada”, afirma Zelmar Garín, músique, multi-instrumentista, productore, investigadore reconocide en el ambiente de la música, creador del Sello Noseso Records. “En la música, tenemos una forma de ser bastante descontracturada y eso hace que en el tema de nuestros derechos, nos caguen bastante y estemos bastante desinformades”, opina.


En el under, en el off no tenemos los medios para que el arte se difunda”,  dice Claudia Farías, músique, gestore, docente. Fue parte de la coordinación del mítico «Pacha» durante muchos años. Actualmente, está a punto de sacar su segundo disco, producido por Santiago Adano. Explica que: “Eso hace que el arte que se compra y que se vende sólo sea para les que tienen acceso a los medios hegemónicos, ya sea por disponibilidad de plata o por contactos. Hay también una porción muy pequeña que la pega con algo y asciende y una vez que tienen su público, los medios, ya sabiendo que supuestamente funciona, osea, que vende, les incluye a su pequeño círculo”.


“De por sí, elegir ser artiste y desarrollarse en el mundo independiente del arte es un trabajo, que en la extensa mayoría de los casos, no solo no retribuye económicamente sino que coloca a le artiste en la posición de tener que pagar por vivir plenamente su pasión”, añade Checha Kadener, quien dirigió la obra «No duerme» en el 2018 en el Día internacional de la lucha contra la trata. También fue campeona del Slam, competencia de poesía, que se hizo por la campaña «56 días contra la trata» y reciente campeona del Slam Nacional.

¿Pero les artistes quieren ser parte del sistema?

Les artistes independientes tenemos mucha libertad, libertad que les artistes que no son independientes no tienen. Le artiste es quién gestiona el universo que hace girar su arte, el mundo no nos necesita y nosotres le generamos una necesidad que no tiene”, subraya Carla Facciorusso, comediante reconocida y muy admirada en el ambiente del teatro y la comedia. Gestiona y produce desde hace tres años eventos en Feliza Cultura Arcoiris.


La base de la autogestión, la nafta de la autogestión son las ganas, son las posibilidades, nunca el dinero y sobre todo nunca el dinero institucional”, destaca Juan Xiet, pruductor, parte la génesis de la FLIA (Feria del Libro Independiente y A), poeta y performer generador de aplausos y ovaciones que influenció a muches que siguieron sus pasos en generaciones posteriores.

Muches artistes independientes trabajan en espacios alternativos, teatros del circuito off, centros culturales, incluso en los subtes, las calles y las plazas. En la ciudad de Buenos Aires, hay cientos de salas independientes funcionando.  

Entonces, ¿cómo se produce cultura independiente en este país?

 “El arte callejero es una manifestación artística popular que promueve el acceso y democratización de la cultura”, cuenta Menzo Menjunjes y explica: “Muchas veces,  el arte callejero es la única propuesta en plazas y zonas donde es inexistente o escasa la oferta cultural. Dichos espectáculos son gestionados de forma independiente por artistes que presentan shows familiares sosteniendo la actividad pura y exclusivamente a través de la modalidad de la gorra”.
Horas de ensayos”, enumera Checha Kadener,viáticos, vestuarios, escenografías, traslados de materiales, horas de estudio, de preparación, difusión, etc. no son casi en ningún caso retribuidas a la hora de liquidar un bordereau o contar lo que se ganó en una gorra”.“No se contempla que pagamos la sala de ensayo”, repite Daiana Leonelli, “los fletes, las grabaciones, la producción, le pagamos a le manager”.


La música es un rubro que genera mucho trabajo, según Zelmar Garín. Y especifica:Para ir a tocar, tenés que tener un flyer, ya ahí le das laburo a une diseñadore. Para cubrir una fecha, ponele que es algo importante, una presentación de disco, algo que sucede una vez en tu vida y también le das laburo a une sonidiste, porque querés que suene bien. Le das laburo al lugar, le das laburo a une fotógrafe, porque tenés que tener un registro para mostrarlo en las redes. La música genera mucho trabajo, pero no gana nada”.

Como docente la situación es otra”, dice Claudia Farías y precisa: “Hay mucha gente a la que le doy clases con ambiciones artísticas, que quiere aprender arte, pero no porque quiera salir en la radio, sino por una ambición de expresarse. Se busca mucho la educación particular porque  la educación artística en las escuelas es básica, es decir que les profes particulares de arte venimos a completar una falencia del sistema educativo”.

En nuestro rubro en particular, el arte, siempre todo es aún más difícil, nos cuesta siempre”, asevera Maru Betania, quien actúo en muchísimas obras independientes desde hace más de diez años y, actualmente, es parte de la coordinación de Slam Capital y Slam Nacional.

Nuestras plazas”, dice Menzo Menjunjes,han sido el escenario primigenio de muchos espectáculos que luego han recorrido el mundo participando en los más importantes festivales de Circo y Teatro de calle y a pesar del reconocimiento a nivel internacional, la mayoría no recibe el apoyo suficiente en su país”.

Nuestros espacios son también un emprendimiento en sí”, sostiene Alejandro Loiacono, quién es parte del grupo coordinador de Panda Rojo Espacio Cultural y parte de MECA, “ya que son fuente de trabajo para mucha gente, empezando por quienes montan el espacio, que suelen requerir los servicios de terceros para diversas funciones”. Se refiere a gestores culturales, productores, personal para atención de barra, de salón, personal de cocina, de boletería, técniques, sonidistes, iluminadores, visuales, personal de seguridad, comunicación, redes sociales, diseño gráfico, realización de videos, administración y finanzas, contadores, expertes en seguridad e higiene, abogades, arquitectes, proveedores de bebidas, de comida, de matafuegos, limpieza de campanas de cocina, limpieza de tanques, tratamiento ignífugo, fumigación, servicios de emergencias médicas, mantenimiento y reparaciones. Y por supuesto, les artistes independientes. “Es decir, los espacios culturales son un ecosistema económico que desde el 20 de Marzo está totalmente parado”, concluye. 

En Argentina, hay artistes para tirar al techo pero casi nadie espera tener retribuciones económicas por lo que hacen.  Muchas veces porque simplemente saben que no hay forma de ganar plata con el arte.

Alejandro Loiacono, afirma que puede haber muchas razones por las cuales un grupo de gente decide abrir un espacio pero el lucro difícilmente es una de esas razones:“Nuestros espacios se abren para, desde la cultura, el arte y la acción, impactar positivamente en la comunidad”. Muches trabajadores de espacios culturales, incluso dueñes de esos espacios, ganan por mes lo que se paga hoy una jubilación mínima. No es por el lucro, sino por pasión lo que hacen.

Menzo Menjunjes agrega que lo tiene naturalizado:“ No me sorprende que el ochenta por ciento de les artistes sean independientes,  que estén en situación de precariedad, sin ingresos fijos, ni que no haya plan de emergencia cultural y que haya que concursar por diez mil pesos mientras le cedés tus derechos a un ministerio que el resto del año se olvida olímpicamente de vos”. No sólo no le sorprende, refiere, sino que es la forma en la que estructuró su mentalidad cuando decidió a dedicarse al arte.

“Nos ven como gente que puede cobrar un 80% en exposición y un 20% en plata”, dice Daiana Leonelli y aclara: “Como gente con un hobbie que tiene SUERTE de que le demos un espacio para mostrarlo y mucha más si cada tanto, encima, les damos algo de plata”. 

Y a todo eso se suma un desinterés”, suma Zelmar Garín,ligado a frustraciones que se van generando durante años que hace que casi todes, a la larga, tengan otra carrera aparte. Tengan que laburar de algo que no les gusta, o haciendo cosas con la música en las que no creen realmente”. “Pero se sigue actuando”, dice Checha Kadener, porque la pasión sigue teniendo más peso que el dinero”.

El sistema, parece, que no quiere a les artistes.  Les artistes no encuentran apoyo de la mayoría de la gente común, pero sobre todo,
no encuentran apoyo estatal suficiente para desarrollar su profesión.

“Si bien habrá algunas ayudas de distintos organismos”, dice Juan Xiet,el yugo, el plancton que somos nunca accede a eso y siempre se ve relegado a la cosa más rústica, más a pulmón”. “Es complicado”, dice Claudia Farías, “porque la religión se lleva su parte, la educación, la salud, y otras cosas que son también necesarias y el arte, para el Estado, es divertimento”.

Les artistes independientes terminan siendo productores de su trabajo. Su cara, su vida, su arte, se convierte en una marca, incluso cuando no hay fama ni dinero.

¿Y en este contexto de pandemia y confinamiento, qué hacen les trabajadores de la cultura?

“Vivo como en una constante nostalgia de lo que fue y sobre todo, afecta mucho a la hora de comer”, reflexiona Ezequiel Aguilera, conocido por su personaje «Tenaza». Comediante muy querido, conocido y respetado que se mueve desde hace muchísimos años en centros culturales. 

“En el caso particular de espacios como centros culturales, que viven del encuentro y por lo general en espacios modestos, la situación se nos hizo particularmente difícil”, cuenta Juan Vila, músico, docente, parte del colectivo El Hormiguero, que gestiona el espacio cultural Vuela el Pez.

La Pandemia afectó aún más a quienes pertenecen a la comunidad LGBT y a la comunidad Trans”, cuenta Mhoris Emma, poeta, performer, gestore, docente, activista, coordinadore de Slam Zona Norte y Slam Nacional. Asevera: “Muches sin DNI y otres tantes que vienen de países donde la situación es aún más horrible. No califican para las ayudas estatales y siguen sobreviviendo, rebuscándosela cómo pueden, cómo saben, no como quieren, pero resisten, como siempre han resistido y lo seguirán haciendo”.

Agradezco muchos movimientos de compañeres que sé que trabajan en acciones sociales para colaborar en distintos sectores”, afirma Maru Betania. Se refiere a montones de trabajadores que sin interés y en muestra de una gran humanidad, ayudan acercando comida o recursos a otres artistes que quedaron en una situación de pobreza extrema por la pandemia.

Una de las primeras cosas que hicimos fue organizarnos para sostener económicamente al espacio y a les trabajadores”, cuenta Juan Vila: “Nos convertimos en un nodo de la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra), en una respuesta al abandono económico al cual nos tiene acostumbrado el gobierno de la ciudad, pero también desde la cultura y la organización popular”.

Desde los espacios culturales y artísticos, opina Alejandro Loiacono, apoyan las medidas sanitarias tomadas por el Estado ante la pandemia. “Pero la cuarentena tiene consecuencias, los espacios culturales estamos en emergencia total”, sostiene.

Si a esto le sumamos este contexto, el nivel de precarización laboral llegó a límites insospechados durante la pandemia”, sentencia Checha Kadener. En la nueva realidad virtual, se encuentran con la competencia de  millones de instagramers y youtubers. 

“Es cierto que muchos de nuestros espacios reciben subsidios”, dice Alejandro Loiacono, “pero son ampliamente insuficientes para la situación actual ya que no son herramientas creadas para un cese total de actividades. Y no todos los espacios los reciben. Lo que implica que queda a discreción de les funcionaries qué espacios reciben ayuda y cuáles no”. “Genera una tristeza enorme ver que los lugares donde actuamos cierran”, añade Tenaza.

“Hemos adaptado algunos de los espacios construidos en los últimos tiempos”, comenta Juan Vila,como el ciclo de Poesía Recita el Pez. Este ciclo se transformó en un encuentro virtual en donde les participantes al inscribirse reciben en su domicilio una «caja poética» que incluye el libro que se va a abordar (brindando así un apoyo a las editoriales independientes que se encuentran en una situación igualmente crítica)”.

“La pandemia trajo una interrupción”, dice Claudia Farías. “El arte da una pertenencia social. Así como gente que hace deportes se junta en clubes, gente que hace arte se junta en Centros Culturales”.

“No tener la posibilidad de trabajar del modo tradicional”, explica Ezequiel Aguilera, “como se hizo toda la vida. Con el público mirando a la persona que está actuando y tener que hacerlo, como en mi caso, inventando esto de la gorra virtual y hacer mis shows a través del celular te produce una tristeza, un estado de tristeza que te hace vivir en una nostalgia constante”.

“Y ahora, encima”, reflexiona Daiana Leonelli, “como hacemos algo que no es necesario para sobrevivir (aunque podríamos argumentar que sí es necesario para mantener la salud mental), aparece la vergüenza de pretender cobrar algo o de pelear por una causa tan, supuestamente, frívola”.

“Es muy importante la articulación política con MECA”, piensa Juan Vila,que nuclea a espacios culturales de la ciudad, ya que la única forma de sobrellevar esta situación es mediante la organización colectiva”. Un resultado de este impulso fue el reclamo de EMERGENCIA CULTURAL.

¿Qué podemos hacer les artistes con el recrudecimiento de la precariedad en la pandemia?

“Acá estamos les artistes independientes”, nos cuenta Checha Kadener,  “transformades en cocineres, artesanes, deliverys y miles de otras alternativas”.

“Ante un horizonte totalmente árido y con barbijo”, dice Juan Xiet, “la creatividad va a seguir aflorando. Vamos a buscar nuevas formas de comunicarnos, nuevas formas de producir y siempre desde una zona un poco, bélica. La zona de confort de le artiste es la incomodidad. Es la desolación, la falta de recursos”.

“¿Por qué seguimos alimentando a la ley?”, se pregunta Carla Facciorusso: “¿Por qué seguimos registrando? ¿Por qué seguimos habilitando los centros culturales, por qué seguimos pidiendo subsidios? Si, en realidad, no está la libertad ahí. No hay que alimentar más al sistema. Entonces. ¿nos dejaron afuera? Sí, quiero estar afuera. Hace muchos años que yo quiero estar afuera”.

Quedarse afuera cuando te echan y te vuelven a echar de un lugar, puede ser una respuesta, dice Carla. Como mínimo, renunciar a un sistema que te excluye, se vuelve una denuncia. Por otro lado, si une artiste, ante el rechazo de un sistema excluyente y retrógrado, decide apartarse y alejarse de sus derechos constitucionales, el Estado, ¿no debe hacer nada para integrarle? Les trabajadores del arte -también- tenemos  derecho a trabajar dignamente.

Lo cierto es que les artistes no producen solamente arte, no producen solamente cultura, no producen solamente entretenimiento o aprendizaje, o aportan a que se formen nuevas conciencias. Les artistes y los espacios culturales generan dinero, y ese dinero no vuelve a la cultura. Muches artistes que realmente dedican su vida al arte mueren jóvenes y en la pobreza. Es una realidad innegable. Dejan la vida, literalmente, por el arte.

Una vez, hace muchos años, cuando iba a hacer una lectura a un ciclo me di cuenta que mis zapatillas se estaban desarmando, las suelas se empezaron a despedazar. Fui corriendo a tomar un colectivo, llegué descalzo a la casa de alguien que me dejaba dormir por unos días, porque no tenía, en esa época, dónde vivir. No pude leer, no pude subirme al escenario esa noche y todavía lo que más me duele es eso, no mi pobreza, no mi soledad, lo que me duele, es no haber podido estar, esa noche, en ese escenario.

Sería justo que el Estado, devuelva un poco más de lo que les artistes damos. Que ser artiste deje de ser sinónimo de pobreza y de precariedad.
guarda2

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