Hijos del poder: trata en la triple frontera
La trata de personas en la Triple Frontera es una realidad conocida por la población de la región. Esta es una de las primeras cosas que dice F cuando comienza la entrevista con Revista Colibrí para hablar sobre su causa como sobreviviente de esta red de explotación.
Es casi medianoche y abre una lata de cerveza, como suele hacer cuando tiene un día largo. Tiene 22 años, es una persona no binaria y migrante, residente en Argentina. Creció en Posadas, en la provincia de Misiones. Después del primer trago comienza a explicar cómo se crió a pocas calles del Río Paraná, en el que desde la infancia oía hablar de cómo se llevaban en lancha a personas ilegalmente a Paraguay.
“Yo iba a una escuela pública en la que todes sabíamos que a vos te subían a un auto, te raptaban y no te veiamos nunca más, porque te cruzaban así, tack”, lanza acompañando esta última palabra con un chasquido de dedos que representa la rapidez de esta operación: “Me crié en un territorio donde son comunes las desapariciones”.
Pasar de Argentina a Paraguay y viceversa era una acción recurrente por les habitantes de la zona, una de las formas más comunes de hacerlo es a través del puente San Roque González de casi 600 metros, que conecta a la ciudad de Posadas con la de Encarnación.
En esta triple frontera existe una compleja realidad social, económica y política, es por esto que es necesario analizar esta problemática a partir de las particularidades específicas del territorio, y no desde los marcos normativos y políticas sociales que son formuladas en las capitales de estos países.
Muchas de las agencias y sus manuales operativos para la identificación y erradicación del trabajo infantil parten de una concepción eurocéntrica de la infancia, la familia y la sociedad, aplicando un criterio unificador en sociedades que han seguido un muy diferente desarrollo económico, político y cultural.
El trabajo infantil tal como es concebido por estas entidades no parece ser adecuado para abordar el fenómeno en las regiones periféricas, donde las características y la extensión del trabajo de les niñes es indisociable de la pobreza estructural y de la precariedad laboral en el mundo adulto.
En la Triple Frontera la ley no es la que organiza la vida social, son más bien difusos los límites entre las actividades que se enmarcan dentro y fuera de lo “legal”. Este sector registra el número más elevado de trabajo infantil y se destaca por sus condiciones poco seguras, algunas de ellas son muy evidentes y visibles, ya que tienen lugar en la vía pública.
F abre una segunda lata y recuerda esa relación con la calle, esas nociones borrosas que desdibujaban la frontera entre la adolescencia y la adultez, esas lógicas prostituyentes en las que se naturalizan las drogas, el sexo y la servidumbre como moneda de cambio en un mercado en el que no hay más leyes que las que la calle dicta. ¿Cómo diferenciar en ese marco al trabajo de la explotación sexual o la reducción a la servidumbre?
Una persona de corta edad no puede imaginar hasta qué punto su contexto social está atravesado por una lógica feudalista, en la que los herederos de la tierra tienen el poder de todo lo que en ella acontece. ¿Cómo podía imaginar F que el lugar al que le llevaba L, la chica de la que se enamoró perdidamente a sus 15 años, era parte de una cooptación sistemática de la que participaban un número incontable de otres chiques como elles?
“Yo no me di cuenta de con quien estaba en ese auto”, suelta haciendo referencia al momento en que se encontró con estas personas que prometían darles cocaína a cambio de su compañía. “Me daba cuenta de que me podían meter un tiro, que me podían cruzar a Paraguay, pero no de que estaba yendo a tomar falopa a un departamento con el hijo del contador del ex gobernador de la provincia”.
En esa ocasión retuvieron y abusaron sexualmente de F. Mucho tiempo después, cuando empezó a contar este suceso, se dio cuenta de que muchas de las personas que conocía habían pasado por una situación idéntica.
“Yo no entendía en el circuito en el que estaba metide, no sabía cómo funcionaba la red de trata en mi territorio, para mí, me había violado una persona porque esa persona era una mierda, pero no me parecía algo raro, para mí las relaciones venían siendo a nivel vida muy prostituyentes, entonces para mi esa situación fue un contrato que salió mal, no fue parte de un sistema, no fue una prueba, no fue una iniciación, no lo comprendía de esa forma”.
Tiempo después de haber escapado de esta situación, F tuvo una sobredosis que le llevó a estar en rehabilitación durante meses. En ese tiempo pudo alejarse de la cocaína y de las personas involucradas en estos delitos. “Tuve un período de darme cuenta de que era une adolescente, no un adulto, me hizo dar cuenta de que no era inmortal”, cuenta, “también me di cuenta de con quién había estado, se trataba de fiestas en las que habían jueces, abogados y gente del poder político de mi ciudad”.
A un año de este acontecimiento, se enteró de que L se encuentra desaparecida. “Yo tenía más información de la que era posible que tuviese si no hubiera estado en ese departamento”, afirma. “Vos estás mintiendo”, le dijo la mamá de L en una conversación dentro de su auto. “Tenés 16 años, nada de lo que está pasando es tu culpa, lo único que te pido como mamá es que me digas toda la verdad para que podamos encontrar a mi hija, está desaparecida y vos sabes que pasó”.
Con el apoyo de su madre, quien es una de las pocas acompañantes de violencia de género en la región, decidió hacer la denuncia. Esta prueba ayudaría a mostrar que esta causa no se trataba de “una historia de amor” como se venía tratando. “El chabón lleva a L a un juzgado familiar y ella estaba rapada”, dice F y explica luego que la única forma de controlar las drogasen el cuerpo después de que se fueron de la sangre es con el cabello.
En el juzgado, L denunció a su familia con fotos de una supuesta golpiza propinada por ella, según decía, porque no quería dejarla estar con él como su pareja. Este era el cuarto juzgado provincial que tomaba el caso y el único que tomó medidas concretas.
Antes de desaparecer, L tuvo dos sobredosis. En una de ellas la cruzaron a Paraguay para hacerle un lavado de estómago, ella se encontraba desmayada en la parte de atrás de un auto. “Él pasa un DNI de otra víctima, que escaló en la red de trata”, cuenta F, “porque así funcionan las redes, te coptan, te hacen mierda y despues te hacen sentir superior haciéndote subir y ejercer esa misma violencia hacia otras personas, y así vas escalando en la cadena de poder, te hacen cómplice”.
El juzgado, al ver que a una menor de edad le habian suministrado estupefacientes, la habian cruzado a otro pais ilegalmente y había sido víctima de abuso sexual, consideró el caso como trata de menores y suministro de estupefacientes a menores y lo elevo al juzgado federal.
El imputado fue enviado a prisión preventiva, que la causa estuviera siendo juzgada a nivel federal imposibilitaba su manipulación, “el poder político real que tienen ellos es el provincial, porque es el hijo del contador de un ex gobernador provincial, que es senador nacional pero de la provincia”, su familia pagó una fianza que le permitió salir y borrar sus antecedentes.
Después de todo esto empezaron a destaparse muchos casos de distintos pueblos de la provincia, desde 2003 hasta 2017, en los que él estaba involucrado. Situaciones parecidas entre sí, varias de ellas habían terminado con su detención, pero se repetía su liberación y la eliminación de sus antecedentes tras un pago económico. “Nos dimos cuenta que era una red de trata pero no como se conocen, era una red de trata de favores políticos sexuales en los circuitos del poder del feudalismo misionero”, concluye F.
La trata y el tráfico ilícito de personas es un fenómeno estrechamente vinculado con los flujos migratorios internos e internacionales, ya que se dan las condiciones idóneas para trasladar a las víctimas a través de los pasos internacionales, evadiendo por diversos medios los controles fronterizos.
Pero también se necesita de una sociedad marcada por las carencias y abandonos por parte del Estado, precisa de sujetos vulnerados, estando directamente asociada a situaciones de explotación y a sectores de escasos recursos económicos.
Misiones es la principal proveedora de víctimas para la explotación sexual comercial del país, esto tiene directa relación con las trayectorias educativas incompletas, las condiciones ocupacionales precarizadas y discontinuas que privan a muchos sectores de la población del acceso a los bienes sociales. Estos procesos de marginalización son capitalizados por los reclutadores, que aprovechan la condición de vulnerabilidad de las potenciales víctimas.
Se necesita de políticas públicas congruentes entre los actores estatales implicados, que procuren la armonización de los derechos sociales y migratorios, no solo a programas de reducción de daños elaborados por académiques y politiques cuyo contacto con el territorio es escaso.
Para esto, se requieren acciones que puedan extenderse durante años y la participación directa de las víctimas de estos delitos, que fomenten la cooperación y el combate al crimen trasnacional y la lucha contra la trata y la explotación sexual y laboral.
Mini bio del autor: Le causan repulsión las cajas, los límites, lo estático, lo predecible y determinado.
Por eso nunca puede describirse, porque le repugnan las palabras que le obligan a cumplir con un papel que aunque hoy le defina, mañana tal vez no quiera interpretar.
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