Loader
Necesitamos reparación histórica para personas mayores trans | Revista Colibri
La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores define a la vejez como una “construcción social de la última etapa de la vida”. Esto quiere decir que para cada ser vivo la vejez no significa una edad específica sino lo que se considere el  último rango de edad según el promedio de vida.
14717
post-template-default,single,single-post,postid-14717,single-format-standard,bridge-core-1.0.5,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-theme-ver-18.1,qode-theme-bridge,disabled_footer_top,disabled_footer_bottom,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-6.0.2,vc_responsive

Necesitamos reparación histórica para personas mayores trans

Por Kevin Alejandro Vivas

La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores define a la vejez como una “construcción social de la última etapa de la vida”. Esto quiere decir que para cada ser vivo la vejez no significa una edad específica sino lo que se considere el  último rango de edad según el promedio de vida.

Las Históricas Argentinas son una organización conformada por personas travestis-trans de todo el país que desde hace más de 8 años exigen la «Ley de Reparación Histórica Ya». Se reclama, entre otras cosas, una pensión reparatoria para personas travestis y trans a partir de los 40 años.

La vejez está definida y ordenada con las vidas cis-hetero como referentes, al igual que las otras etapas etarias como la infancia y la adolescencia, ya que se toma la expectativa de vida de la población en general (77 años) para marcar la entrada a la vejez a partir de los 60 años.

Entonces, ¿las personas trans no llegan a viejas o tienen una vejez anticipada? Su promedio de vida es la mitad de la del resto de la población, pero además, estos años nos son equivalentes en contenido.

Cuarenta años en la vida de una persona TTNB lleva consigo una historia de persecución, discriminación y tortura. Además de padecer las crisis nacionales, también convivieron con su propia dictadura, una que duró hasta mediados de los noventa, cuando pudieron empezar a salir a la calle sin tanto miedo a ser recogidas por un patrullero, a causa de su forma de vestir o caminar.

En los últimos años en Argentina se han impulsado leyes que parecen reconocer la desigualdad social que hoy vive este colectivo pero, ¿qué lugar tienen en ellas las personas que sobrevivieron a todo ese daño que hoy se intentan reparar? Se las ve como martires del pasado, pero hoy en día siguen siendo personas abandonadas por el Estado. 

En la mañana del 4 de julio, Liliana Varoni, conocida como La Chaqueña fue asesinada mientras trabajaba en la calle. Fue apedreada, arrastrada por la ruta y  tirada en un pozo en la Avenida Monteverde, en la zona sur de la Provincia de Buenos Aires. Faltaban 5 días para cumplir sus 65 años.

Es poco el tiempo que queda, no para reparar, porque es un daño irreparable, pero aún se pueden tomar acciones frente a estos errores que se cometieron como humanidad. “Pienso que ninguna cantidad de plata en el mundo te saca de la memoria lo que has pasado por tu vida”, dice Victoria a Revista Colibrí, después de hablar sobre lo que ha vivido siendo una mujer trans de 58 años en La Plata. “Ojala que salga, no solo para mí, hay un montón de chicas trans mayores que hoy están trabajando toda la noche en la calle”.

Persecución y encarcelamiento

Las personas trans mayores vivieron los edictos policiales que daban el derecho a la policia de detener a las personas según la ropa que vestían o el ejercicio de la prostitución, estos motivos eran utilizados como excusa para justificar detenciones, incluso cuando la persona en cuestión realizaba actos cotidianos como ir a la peluquería

Esto era posible gracias a la ambigüedad de las palabras que se usaban en los edictos, que permitía el arbitrario accionar policial en contra de todo lo que fuera considerado: “vagancia”, “escándalo”, “pervertido”, “atentado contra el orden público” o “las buenas costumbres”, entre otros.

Lee más en “La salida antipunitivista:
basta de persecución a travestis y trans”

Victoria cuenta que caer detenida era una circunstancia cotidiana y las torturas en la cárcel algo habitual, “el mismo garrote con el que te cagaban a palos, te lo metían en el culo” comenta, “sufrí 3 violaciones por parte de la policía, una aquí en la comisaría de Ensenada, otra en la del Dique y en la de Berisso”.

Aunque los edictos fueron derrocados en 1998 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, gracias a la presión de colectivos conformados por personas de la comunidad LGBTTIQ+ y organizaciones de derechos humanos, estos fueron reemplazados por figuras como infracciones a la Ley 23.737 de Tenencia y Tráfico de Estupefacientes, que en nombre de una “guerra contra el narcotráfico”, pasan a ser la principal causa de detención y criminalización hacia la población travesti-trans.

Una persona trans que vivió el trabajo sexual como principal fuente de subsistencia económica, ¿de qué vive cuando tiene menos clientes por considerarse fuera del mercado sexual?Hay un montón de chicas trans grandes, las cuales no ofrecen su cuerpo, porque ya estamos grandes, ¿qué cuerpo vamos a ofrecer?”, se pregunta Victoria. A veces la única opción que queda puede ser la venta de drogas.

A sus 53 años, ella estuvo presa bajo esta causa durante un año y ocho meses. Después de la negativa de la jueza para darle arresto domiciliario por su condición de salud, ella insistió con hacer responsable a la institución de cualquier cosa que le pasara y finalmente consiguió terminar el resto de su condena fuera de la cárcel.

Las enfermedades que yo tengo son parte de eso que viví, en el 89 me tiraban baldes de agua fría, antes de que se seque el piso, nuevamente venían con un tacho y te lo tiraban”, dice, “yo salí con tuberculosis de allá dentro, fue una enfermedad que casi termina con mi vida”.

Salud clandestina

Victoria también vivió una época en la que transicionar físicamente era una opción peligrosa, clandestina y sin ningún tipo de acompañamiento médico. Las operaciones y las terapias de reemplazo hormonal no eran legales, la principal forma de acceder a la hormonización era a través del Perlutal, un medicamento anticonceptivo considerado de alto riesgo para las mujeres trans y travestis por sus efectos adversos, entre ellos la tromboembolia.

El caso de las cirugías también se realizaban siempre en la clandestinidad, “cuando me hice la silicona lo hice en una casa con una amiga”, afirma Victoria. Ella fue enfermera y cuenta que también hizo intervenciones a otras compañeras.

Es la primera vez que se hace controles médicos para ver en qué estado se encuentra su cuerpo después de muchos años, “estoy yendo sola por todos lados, y es lo que me acobarda”, dice recordando la forma en que el sistema médico trata a las personas mayores, “voy a decirle al médico que soy yo la que quiere saber las cosas, que no me diga que quiere hablar con un familiar”.

Discriminación y HIV

El hostigamiento no sólo era institucional y policial, la discriminación era cotidiana, “ser homosexual era como tener una cruz en la puerta, una mancha en la ropa”, dice explicando que ser visto como “homosexual” era tener el cabello largo y vestir de blanco, ‘iba a un restaurante o un hotel y el dueño no me recibía porque parecía homosexual, dijo que era notable por mi forma de caminar y por usar un pantalon blanco que podía ser de cocina o de mozo o de enfermero”.

A ella le impresiona el cambio de paradigma que se ha dado en cuanto a los derechos de la población LGBTTIQ+, “antes vos no podías marchar en una plaza, y decir ‘soy homosexual y reclamo mi derecho’, ¿qué derecho?, excluian hasta la familia, mi papá perdió un trabajo por tener ‘un hijo homosexual’, amistades dejaban de hablarle por eso”. 

Una persona trans mayor también vivió la llegada del HIV y la falta de información sobre este,  “te veían como homosexual y ya te asociaban con el HIV, vos entrabas a un local y no te querían atender, pensaban que vos dejabas la bacteria en el vaso o en el cubierto”. Cuenta cómo una vez la despidieron de un trabajo porque alguien le llevó a su supervisor una foto de ella en una fiesta clandestina.

Responsabilidad colectiva

La necesidad de una reparación histórica se argumenta en la persecución policial, la violencia institucional, la patologización y la falta de atención médica, la crisis habitacional, la expulsión de los sistemas educativos y laborales como derechos históricamente negados a este colectivo.

Aunque esté dicho por quienes sobreviven para contarlo, asimilar la magnitud de lo que ha pasado la población trans mayor es difícil de imaginar en un contexto en el que el espacio público es un lugar mucho más libre de habitar.

¿Quién cuida a las personas travestis y trans en su vejez cuando sus redes suelen estar formadas por otras personas del colectivo que pasan por las mismas circunstancias?  Sabiendo que gran parte de esta comunidad vive del trabajo sexual y que este carece de garantías laborales, ¿de qué viven las personas TTNB que envejecen ejerciendolo?, ¿donde viven? No solo habitan lo trans y la vejez, también otras condiciones que estas interseccionalidades representa como la pobreza y la migración.

Un primer paso es una Ley de Reparación para Personas Mayores Travestis y Trans. En colectivo, Las Históricas Argentinas, junto con el apoyo de más de 90 organizaciones y personas independientes, se movilizan para reclamar una “indemnización compensatoria que intenta reparar el daño infligido por los estados a través de sus instituciones“.

Mini bio del autor: Le causan repulsión las cajas, los límites, lo estático, lo predecible y determinado.
Por eso nunca puede describirse, porque le repugnan las palabras que le obligan a cumplir con un papel que aunque hoy le defina, mañana tal vez no quiera interpretar.

Más notas del autor:

Una epistemologia travesti trans y no binaria
Alimentos y prácticas no farmacológicas de hormonización


¿Te interesa nuestro contenido? ¡Apoyanos!

No Comments

Post A Comment