Loader
Hotel Gondolín | Revista Colibri
4597
post-template-default,single,single-post,postid-4597,single-format-standard,bridge-core-1.0.5,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-theme-ver-18.1,qode-theme-bridge,disabled_footer_top,disabled_footer_bottom,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-6.0.2,vc_responsive

Hotel Gondolín

En nuestra temática de DISIDENCIAS:

¿Por qué «disidencias»?

Por El 60 COLECTIVO FOTOGRÁFICO
Texto: Miguel Nicolás Monja

ELLAS

Hay en la ciudad dormida un lugar desvencijado, palacio recauchutado, donde tienen su refugio y preparan artilugios chicas de difícil vida.

Vinieron de tierra adentro fatigando los caminos, arribaron a un destino de precariedad y carencias. Las relojean sin vergüenza los que ansían algún encuentro.

Comunidad de ignoradas erigieron cual artistas una utopía socialista para compartir afanes, tentaciones, gastos, panes, y sueños de enamoradas.

En el barrio de Villa Crespo a lo largo de tres pisos con veinte habitaciones, y de noche, surgen princesas desde el Hotel Gondolín. Las penas no tienen fin, pero ellas no se amilanan es su vida cotidiana una caja de sorpresas.

¿Quién se atreve a condenarlas?: Curas, vecinas, doctores, pobres, o ricos señores gritan que son diferentes; todos levantan sin problema su dedo acusador y sus ojos afilados sin comprender lo evidente: sólo tienen que aceptarlas.

Sus cuerpos resisten. Por un lado buscados y por otro lados abofeteados.
Y resisten y resisten.

No están solas, y ellas lo saben. Pero no deja de doler que te lo quieran recalcar.
O mejor dicho, que te quieran hacer entenderlo, cuando no necesariamente es verdad.
Cuando no necesariamente tenga que ser así.

La leona cuida serena a la cría, la arrastra del cuello hacia la cueva, les lame el cuerpo, les da calor. Sale en busca de comida, pero el humano, ferviente cazador, acecha. Rompe puertas y ventanas, saca los palos, saca las bolsas, reclama por una cueva sin dueño y al final deja al león entre jaulas, la leona va al circo y sobre los leoncitos ya se verá.

La leona está ahí, está alerta, avivada de ver quién puede ser el que ponga en peligro su territorio y a sus pares.
Ella sabe que está ahí pudiendo ser víctima, pero también sabiendo que está protegida, que no está sola. No lo está ninguna.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
Hay una mujer en mi boca, entre mis labios, que no calla, que no esconde y grita. Responde y no piensa soportar una.
Hay una mujer en cada palabra, palabra que no será sólo mía sino siempre de otras tantas.
Es la voz cantante, la voz parlante. Hay una mujer detrás mío y no en mi cola sino en mi espalda, que carga el pasado de miles de mujeres que ya habían comenzado.
Por ellas construyo mi camino. Lo recorro. Por ellas respiro y repiraré. Son miles de mujeres del pasado dentro mío.
Las admiro, las respeto y las levanto. Hay una mujer entre mis manos, en cada bandera que levanto y levantaré, en cada semilla que lanzo al campo y lanzaré.
Es la mañana. Pienso en quedarme y vivir. Hay días que me encierro y me meto en el medio de la ciudad. No veo a nadie, sólo cuerpos inertes. Vacíos.
Es la mañana. Recuerdo tus ojos. Estar viva es mirarte reír.
Durante muchos años estuve en la vidriera de los vivos; a veces fui ese adornito que de pronto recordaba y me daba utilidad durante algún tiempo, después me olvidaba, invariablemente, hasta nuevo aviso.
Pero como yo también tengo mi vitrina de la que saco y pongo extractos de lo que yo rescato de los demás.

 

No Comments

Post A Comment