La identidad es aire, humo y un cigarrillo – Nora Felino, Otros Focos

Por Charo Zeballos

Un halo de luz se cuela por el PH porteño, la hora mágica combina con ella, cálida y naranja, frente a su pared repleta de retratos que fue juntando y que enumera como marca del paso del tiempo. La mayoría de los cuadros son sus obras, aunque la colección incluye otras tantas de amigues. Desde su mudanza, tres años atrás, la estructura se fue colmado y apura su promesa: en cuanto esa pared se llene, es tiempo de mover.

Nora Felino es movimiento: no se siente de ningún lado, su infancia la pasó entre Córdoba y Buenos Aires, entre la custodia de un padre músico y una madre que se dedicaba a “flashear otros mundos”. Finalmente el puerto se transformó en su locación definitiva, aunque siempre contingente. Su lugar, su religión, su profesión, sus pronombres, todo lo que supone una estructura de donde agarrarse y que se puede figurar como identidad, es humo.

“Para mí la identidad es puro aire, más que aire, es humo. Es no tener ni un poste, ni mástil del cual agarrarse. Como para seguir con la metáfora del aire y el humo, me atrevería a dar un paso más y decir que la identidad es un cigarrillo, es el fuego, el humo, son las cenizas, el cenicero y es el gesto”.

Su afirmación se agranda con el movimiento de su cuerpo, que acompaña la metáfora. 

Nora vuelve a la pared, a los retratos, y muestra a una persona con un baldazo de agua, no se termina de ver la cara; otra de espaldas, con sombras, desenfoques, un espejo. Algo de lo inasible aparece como posibilidad, aunque en un principio no haya sido consciente. Los retratos que más le interesan, confiesa, son aquellos donde los rostros están difusos, movidos, porque allí hay un silencio que los vuelve inestables e intrigantes: “No es que la identidad esté constituida en una cara, pero sí, en un sentido perceptivo de como estamos acostumbrades a mirar imágenes, asociamos que una vez que vemos el rostro vemos a la persona”.

La tensión entre dos polos antagónicos, que pueden ser la masculinidad y la feminidad, el norte y el sur, el capitalismo y el socialismo, son una fuente de inspiración para Felino. Comprenden su obra mucho más allá de lo fotográfico, es que fotógrafa no es su única profesión, ni tampoco la primera. A veces es la compositora de piezas musicales que se sienta al piano, encara una pieza compleja y se pierde entre las posibilidades de los objetos sonoros;  otras tantas es la escritora que está a punto de publicar su primera novela, “Mariquita”, que comenzó como un relato de su proceso de hormonización, proceso que ahora solo tiene continuidad en la ficción.

Recuerda sus comienzos capturando luz en el material sensible como algo analógico. Estaba  terminado el secundario cuando una persona con la que salía y se dedicaba a sacar fotos le dejó de hablar de forma repentina. Se propuso entonces estudiar la carrera  para sacar mejores fotos que aquella persona. Nora afirma que lo logró. 

El encantamiento duró un tiempo, trabajó con rollos y papel. Conoció el mundillo de la fotografía artística de Buenos Aires en 2015. Le parecía chico, el oficio le pareció caro, pero no quiso resignarse a la fotografía digital por lo que se propuso estudiar arte de una forma más abarcativa. Comenzó a incorporar pinturas, texturas, objetos, y se abanderó del arte contemporáneo por tres años. Sintió el movimiento con toda la intensidad de su cuerpo, hasta que alguien, a quien le había entregado su trabajo y su confianza, hizo cosas denunciables con total impunidad, que rompieron el ideal.

Nora se armó. En aquel momento comprendió que ese era su camino y decidió transitarlo fuera del sistema. Comenzó a escribir y a hacer sus propias composiciones. Actualmente, su mirada habita muchos lugares y abarca varias disciplinas, una particularidad que resalta porque le permite multiplicar puntos de vista. Dibuja unas comillas con los dedos mientras afirma “todo pasa por algo”, porque la versatilidad no sería  posible si se hubiera quedado en un solo lugar. 

La moviliza la investigación del mundo sensible. Fotografía, registra y guarda cosas como pequeñas notas, como el álbum familiar que atesora mucho más que imagen. Explica que hace un tiempo encontró un viejo portarretratos, una foto de infancia junto a su hermana. Corre hacia una planta donde está expuesto el cuadro, las caras están parcialmente quemadas por el sol:

“Es la fuerza, lo que debería hacer la fotografía, en vez de conservar algo, recordar que todo en algún momento deja de ser. Hay una obra que hice hace un par de años con unas polaroid en la pared y cada una con una linterna. La luz a las polaroid las exponían, se ponían blancas y empezaban a desaparecer. Es un recordatorio de que al fin y al cabo, nada dura”.

Bio de lx autorx: Charo  Zeballos es Licenciada y Profesora en Comunicación Social por la Universidad Nacional de La Plata. Forma parte del equipo de investigación del Laboratorio de Comunicación y Género y es ayudante graduada de Comunicación y Educación cátedra II (FPyCS- UNLP). Desde 2018 se desempeña como periodista y creadora de contenido digital para redes sociales especializada en género y diversidad. Es redactora y community manager en Revista Colibrí y en Educ.ar.

 

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