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"No te olvides de mi nombre" | Revista Colibri
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«No te olvides de mi nombre»

Por Franco Salas

En nuestra temática de DISIDENCIAS: Entrevista a Sara Hebe

¿Por qué «disidencias»?

Artista. Patagónica. Activista. Carismática. Pensante. Desafiante. Sincera. Sara Hebe puede expresar su punto de vista con la misma simpleza y conocimiento de música como de la sociedad. Llegó a los 10 años recorriendo los escenarios del mundo con dos discos en su haber: «La hija del loco» en 2009 y «Puentera» en 2012. Su asociación con el productor y compañero de ruta, Ramiro Jota, la llevó a encontrar nuevos desafíos y así estructurar su último disco «Colectivo vacío» en 2015. Pero, ¿para que presentarla?,  si ella misma, a través de sus canciones, puede hacerlo:

De tan histérica, histórica. ¿Qué esperabas que sea si nací en los 90? Actriz de Hollywood, dentista o cenicienta. Todo lo que se me ocurre es gracias a soñar despierta. Mi mente da la orden, me paro y me pregunto, ¿porqué es que hago esto si no quiero? Y punto. Porque es esta nuestra historia, de convivir con enemigos. De este pozo salgo corriendo, esta opresión me convirtió en atleta. Eso es lo que quiero en cada tema: una propuesta, prefiero los matices y el color de la protesta que un rati gatillando en cada barrio de este mundo que apesta. Esto es cumbia rap contra toda dictadura. Yo quiero armar el pogo y que salgan ilesos, ni muertos ni presos.

No te olvides de mi nombre: Sara Hebe

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Foto: Nadia Guzmán

-Venís de una gira europea bastante extensa y ahora estas con un montón de recitales en el país, ¿cómo definirías tu presente musical?

-El presente musical es de bastante trabajo porque venimos tocando hace mucho y también porque tuvimos suerte. Tenemos muchas fechas. También cobramos barato, entonces tocamos en lugares que son accesibles para la gente. Nos cebamos con movidas que tienen que ver con reclamos sociales. Entre eso y tocar en boliches un poco más caros, que son los que nos dan un poquito más de plata, se hacen un montón de fechas.

Estamos en un momento donde se dieron todas las condiciones para que nos pudieran conocer. Yo también me moví muchísimo. Hace diez años que estoy tocando con un pendrive en la calle, en cualquier movida y en todos los escenarios, así que eso hace que hoy toquemos bastante.

El factor suerte siempre lo tengo en cuenta. Hay bocha de bandas buenas que no tocan tanto, quizás porque no quieren. Creo que las bandas que más me gustan, como «Roberto Monstruo & los chicos momia», «Brote» o «Sasha Sathya«, no tocan nunca y quizás es porque no tienen ese ego de querer estar en el centro de atención. Y otras que están buenísimas que por ahí no tienen tanta posibilidad de tocar.

En «Violeta Perro» hay un crecimiento muy grande a nivel musical y lírica. ¿Lo consideras como una evolución o como parte de una búsqueda?

– Me gusta mucho la canción y me gusta mucho cantarla. Creo que bajé un cambio, escuché un montón de cosas nuevas que están saliendo. Eso también inspira y van saliendo cosas nuevas de una. Ramiro Jota creo que también de tanto hacer música, de tanto producir, de tanto hacer beats, cada vez lo va haciendo mejor y una, al escribir, se va repensando en el género cada vez un poco más. Tocar en vivo también, siempre va saliendo mejor porque cada vez tocas más. Es como un camino.

En muchas de tus canciones hay mezclas de género: rap, hip-hop, rock, cumbia, punk. ¿Hay algún otro género en el que te gustaría meterte?

– Creo que me quedan pocos -se ríe-. Hay un tema que hicimos con Ramiro hace un montón que tiene una base más folclórica. Quizás lo retomemos algún día. Yo hablo sobre ritmos y me gustan casi todos, entonces vamos explorando. Me puedo meter en cualquiera, el género es algo en movimiento.

¿Hay algún ritmo en el que te sientas más cómoda o te gusta probar todo el tiempo?

– El rap me gusta. El reggaetón también. Cuando empecé, hacía más rap sobre pistas de reggaetón, antes de que explote como está explotado ahora. Me gusta mucho ese género, me fascina, y me gustaría retomar eso también, pero creo que yo soy más rap. Pero igual, que se yo, me gusta gritar sobre punk rock también.

¿Cómo es el proceso de escribir tus letras?

– Es re jodido. Me cuesta un huevo, nunca escribo nada, soy re vaga, pero a veces salen los temas de una y creo que esos son los que más me gustan. A veces doy vueltas con una letra mucho tiempo. También hago temas que después no me gustan tanto. No sé cómo explicarlo. Tengo cosas escritas, a veces voy anotando frases que se me ocurren o que escucho por ahí, construyo y después voy deconstruyendo, puliendo, escuchando la pista y así va saliendo.

Tenes muchas letras que son muy críticas a la sociedad, ¿te acordás cual fue el punto de quiebre en el que empezaste a ver con ojos críticos?

– El primer tema que hice hablando más de lo que veía a mi alrededor y más allá de mis privilegios, fue «Green freak». Un tema que está en Youtube, con una base de Ramito Jota, pero no está en ningún disco. Es muy rapero, bien freak y escribí sobre lo que veía que estaba pasando y que me atraviesa. Más allá de que no me pase a mi o de que yo tenga un lugar donde vivir y para comer todos los días.

Me moviliza eso, me conmueve eso y por eso escribo sobre eso. Tantos otros temas son de cualquier otra cosa, no escribo exclusivamente sobre eso. No creo que todas las cantantes o escritores de canciones tengan la obligación de hacer una crítica social. Cada uno hace lo que siente y todo es válido. Lo peor de todo es caretearla, caretearla con un discurso de crítica social y después ser un alto tranza. Eso sí que es una mierda.

En el libro «Generación Hip-hop» de Jeff Chang cuenta que el inicio de la cultura del rap y el hip-hop fue, en gran parte, por la desigualdad y la marginalidad que se le dio a las minorías. Se podría hacer una comparación con la crisis del 2001 y el surgimiento de la cumbia villera. Vos escribís, en muchos casos, con críticas a la sociedad, ¿crees que es fácil usar esas condiciones para crear?

– No sé si fácil sería la palabra. Creo que se hace tan difícil vivir dignamente, alegremente y con potencia vital, que se hace tan triste la vida y entonces se vuelve muy necesario escribir sobre lo que pasa. Lo que pasa es terrible, entonces creo que surge escribir y manifestarse y bailar y actuar y hacer radio y hacer periodismo sobre lo que pasa, porque eso no se puede callar, porque nos sale por los poros, se nos escapa. Es decir, si lo sentimos, si somos sensibles a eso es inevitable no decirlo, es necesario manifestarlo.

Hace poco, la cantante chilena Mon Laferte dijo en conferencia de prensa que siempre se la va a juzgar más y que todo le va a costar el doble sólo por el hecho de ser mujer. En tu experiencia, ¿qué tan machista es la industria musical?

– Todo es machista. La historia de la humanidad y de la civilización es machista. Ahora, por el camino recorrido y la lucha de tantas mujeres es que hay tanto camino allanado y tanto espacio construido. Por eso es un poco más fácil, pero todo es machista. Hay pibes que la pegan y los ponen en los medios pero cuando las pibas la están pegando y están haciendo producciones buenísimas, casi no las ponen.

Sos defensora del colectivo LGBTIQ y hace un tiempo dijiste en una entrevista que hoy es importante para muchas comunidades de disidencia sexual reafirmarse en su sexualidad y en su corporalidad disidente. ¿Crees que se está logrando un cambio en la conciencia social?

– Creo que el género es algo en movimiento. Creo que la sexualidad siempre está en movimiento. Cuando dije que hay que reafirmarse en la sexualidad disidente, fue porque considero a las comunidades que lo hacen. Ahora hay muchas organizaciones de lesbianas o cooperativas de trabajo de mujeres trans o de varones trans, todo eso es importante, reafirmarse en la disidencia.

Falta mucho, todavía hay mucha discriminación. Este gobierno tiene mucho que ver con eso también. En la última marcha del orgullo gay no hubo escenario y hasta hubo un protocolo para reprimir. Este gobierno de ultraderecha, fascista, habilita a la lesbofobia, la transfobia y la homofobia. Creo que sobre todo, en la comunicación, tenemos que expresar nuestra hermandad con las comunidades trans, que son tan violentadas todos los días. Las matan, las cagan a piñas cuando están laburando, y eso no sale en ningún lado. Para que todo esto se visibilice y que se empiece a dejar de discriminar, no a aceptar. Tener que aceptar las nuevas corporalidades y nuevas sexualidades es como decir “bueno, está bien, te acepto”, y lo que tiene que pasar es que se vea que hay una auto-percepción de todas estas nuevas disidencias y que ya fue, estamos en esta sociedad y no tenemos porque seguir siendo asesinadas, discriminadas y todo eso.

Hay un montón de cosas que faltan pero porque la sociedad argentina es racista, fascista, homofóbica, lesbofóbica y transfóbica. Más de la mitad de la sociedad argentina es una mierda.

Hay algunas voces del feminismo que no aceptan a las chicas trans dentro del movimiento, ¿qué les dirías a esas mujeres?

– Que son unas fachas totales, no sé, deben ser unas viejas de mierda. No entienden nada.

Estas al tanto que echaron a Víctor Hugo y a Navarro de C5N, ¿crees que hay libertad de expresión en el país hoy en día?

– No, no, ya se está cortando de manera más impune, obscena, ya no podemos decir cualquier cosa por Twitter ni Facebook. Un pibito tuvo mucho quilombo por haber puesto una letra de una canción que decía “Macri, ni la federal te va a salvar”.

Ahora está pasando acá como pasa en España, quieren llegar a eso, a ese nivel de democracia, entre comillas, que es una democracia en la que no se puede hablar, en la que no se puede pensar distinto. Hay que usar medios alternativos para informarnos, por ejemplo, Futurock o El Destape Web. Tenemos medios alternativos que hay que darles bola. La cagada es que la mayoría de la gente, pareciera que no, pero sigue viendo la tele y a los periodistas que piensan distinto, los sacan. Siguen escuchando radio 10, a Lanata, toda esa mierda.

Los últimos meses tuvimos las noticias de mierda de la desaparición y posterior aparición sin vida de Santiago Maldonado. Hubo una gran parte de la sociedad que se mostró muy indiferente y hasta crítica con la familia y los que buscábamos justicia, ¿crees que hay una caza de brujas con los disidentes del gobierno en general?

– Sí, pero más una bajada de línea a la policía por parte del gobierno. Como la mujer esa que fue a votar con un cartel de Santiago en Tres Arroyos y no la dejaron. Es evidente la persecución política. También creo que estamos muy fragmentados entre nosotros. La izquierda, por ejemplo, hay mucho quilombo porque también por algo estamos divididos. Más allá de la grieta ponele, está la gente a la que le chupó un huevo lo de Santiago. Hay gente a la que le fascina que hayan matado a un hippie, hay mucha juventud y mucha gente que piensa así. Digo, nosotros, que estamos de esta vereda estamos muy divididos. Por eso, está re jodido.

¿Qué significa para vos la palabra “disidencia”?

– Podría decir que es como inventar algo. Me sale decir eso. Es como inventar algo o reconstruir nuestras formas para crear nuevas identidades musicales y de lo que quieras. Disidencia es estar en contra, es separarse de la comunidad, medio estar aparte o quedarse un poco solo. La disidencia tiene algo de inventivo y ahí está lo vital, me parece. Por ejemplo, en disidencia sexual, las comunidades de “sexualidades disidentes” se han inventado su identidad, se han deconstruido y se han construido nuevamente de acuerdo a su propia auto-percepción, entonces hay como una creatividad.

Entiendo que ser disidente es ser disruptivo con lo impuesto, ¿podes categorizarte como disidente?

– Si. Creo que con Ramiro Jota hacemos una música que, yo la veo re esquizofrénica, hacemos de todo. Todo lo que nos gusta lo hacemos y ahí hay temas que son rarísimos, bastante locos.

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