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Serás flaca o no serás: la patologización de la gordura

Por Florencia Da Silva
Ilustraciones de Alana Rodriguez

“El rechazo a ser gorda en esta sociedad significa que te excluyan y te corten el acceso a derechos básicos, ¿y quién va a querer eso para su vida?”, dijo a Revista Colibrí Mercedes Estruch, integrante de la ONG AnyBody Argentina y activista de la diversidad corporal. Porque ser gorde en Argentina es que te traten como una persona enferma, tener problemas para encontrar talles para la ropa, es hacer una consulta médica y que todo tenga que ver con el peso, que haya boliches que no te dejen pasar y que no te acepten en un trabajo por la forma de tu cuerpo, entre tantas problemáticas más. 

Existe el sentido común en la sociedad, y sobre todo en la medicina, de que la gordura es una enfermedad, una amenaza social y que todo problema que tenga una persona gorda se debe a su peso. Las personas que no entran en la hegemonía flaca quedaron expuestas a la violencia institucional y social. Un ejemplo es la exclusión en las obras sociales o prepagas, el maltrato durante las consultas médicas, las dietas peligrosas y la medicalización para controlar el peso corporal. 

En Argentina, existe la Ley que sostiene a la patologización de la gordura. Y en el libro “Cuerpos sin patrones”, les activistas Laura Contrera y Nicolas Cuello realizan una crítica a la Ley de Trastornos Alimentarios y observan que los 30 proyectos que se presentaron en las últimas tres décadas refieren a la obesidad como trastorno alimenticio y que la gordura es establecida de manera universal como una patología. “Se debe diferenciar ser gordo de tener un trastorno. Sí hay personas gordas con trastornos alimenticios pero no creemos que ser gordo sea el problema”, declaró Estruch.


A su vez, les autores Contrera y Cuello explican en su texto que las máximas autoridades sanitarias -la
OMS y la FAO–  tienen la postura generalizada de que el aumento y la prevalencia de la obesidad son uno de los mayores problemas de la salud pública e, incluso, lo denominan como una epidemia. “Estos modos de representar monstruosamente la gordura alimentan un pánico social higienista que dará lugar al diseño de políticas de exterminio eugenésico”, expusieron les militantes por la diversidad corporal en su libro. 

Como contraposición, el activismo gordo vino para enseñarle a la sociedad que la gordura no es la culpable de todos los problemas de salud. “No todo tiene que ver con el peso y no todas las personas que no encajan en pesos ‘ideales’ tienen hábitos alimentarios poco saludables. Yo tengo pacientes que no entran en el estándar de índice de masa corporal pero son personas que gozan de salud integral y sus laboratorios de rutina dan bien”, afirmó la nutricionista  y autora del libro “Pese lo que pese”, Jesica Lavia, en diálogo con Revista Colibrí

Junto al estigma, como cura vinieron las diversas dietas y los cálculos de calorías. “El problema no son las dietas en sí, sino las dietas restrictivas para adelgazar a cualquier costo. Son dietas del hambre y hay evidencia científica de que no funcionan a largo plazo”, explicó Jesica Lavia. También, la nutricionista expresó que nadie puede vivir consumiendo menos calorías y menos energía de la que su cuerpo necesita. 

Por otro lado, existe la problemática de los medicamentos para adelgazar de venta libre que pueden traer diversas consecuencias a quienes lo consumen. Un estudio realizado por la universidad de Harvard y el Boston Children’s Hospital, publicado en la revista American Journal of Public Health, indicó que este tipo de pastillas y laxantes pueden traer problemas como presión arterial alta, daño hepático y renal. 

“Uno de los grandes gigantes que nos encontramos en la lucha fue la nutrición, que muchas veces en sus eventos y en sus universidades tienen patrocinios de laboratorios que venden medicamentos para adelgazar. La bajada de línea es clara”, declaró Mercedes Estruch.


Talles para vos no tenemos

La última encuesta que realizó Anybody Argentina indica que casi el 65% de las personas encuestadas plantea tener problemas para encontrar talles y el 63% afirmó que su “talle ideal” es de hasta tres tallas menos. Esto se debe a la conocida problemática de que las marcas no incluyen una amplia curva de talles y que incluso muchas utilizan el “talle único”.

Pero esto no siempre fue así. Las exigencias a los cuerpos variaron alrededor de los años. En la edad media lo ideal era la gordura, a lo largo del siglo XX la delgadez se convirtió en norma junto al 90-60-90 y el siglo XXI pareciera que llegó para empezar a incluir a las diferentes corporalidades. Sobre esto, Estruch expresó: “La modernidad vino a estandarizar el todo, a invisibilizar a las diversidades en todos los aspectos y como consecuencia las mujeres se volvieron locas para poder ser parte del talle único”. 

En la actualidad, no todos los países tienen la misma imposición de la delgadez como sucede en nuestro país: “En Argentina existe un sentido común en la idea de que todos tendríamos que tener el mismo tipo de cuerpo. Mucho de esto tiene que ver con negar las corporalidades de los pueblos originarios y con la idea de que somos europeos. Incluso las normas que rigen nuestra ropa son de hace 20, 30 años y europeas”, comentó Mercedes Estruch.

Para paliar la desigualdad que hay en la indumentaria se sancionó la Ley de Talles en 2019. Sin embargo, debido a la pandemia todavía no se reglamentó ni se implementó ya que no se pudo finalizar el estudio antropométrico, que es necesario para tener la información sobre las medidas de los diversos cuerpos de las personas argentinas. Esta ley vendrá a establecer un Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria pero no obliga a la industria a tener una cantidad determinada de talles. 

“Tuvimos que negociar. Nosotras queríamos un mínimo de talles porque solo tres no es suficiente. Pero si incluíamos ese punto no íbamos a obtener la ley y queríamos que el proyecto avance. Esto servirá para que, en el futuro, con este antecedente sea posible reglamentar una determinada cantidad de talles”, indicó la integrante de la ONG AnyBody Argentina

Mientras tanto, dependerá de las marcas si quieren incluir a todos los cuerpos o no. Existe la creencia de que no suelen fabricar talles grandes por una cuestión de ganancias. Respecto a esto, la activista Mercedes Estruch explicó que producir como lo hacen es más barato. Sin embargo, la integrante de AnyBody agregó que no hay negocio que no haya agrandado su curva de talles y que no le haya ido mejor”.

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