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No es fobia, es odio que lleva a la muerte | Revista Colibri
Día Internacional contra la Homofobia, la Bifobia y la Transfobia
Día Internacional contra la Homofobia, la Bifobia y la Transfobia
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No es fobia, es odio que lleva a la muerte

Por Agustina Verdi

El 17 de mayo es el Día Internacional contra la Homofobia, la Bifobia y la Transfobia para visibilizar la discriminación y violencia que viven las personas LGBTIQ+. Un día como hoy pero de 1990, se eliminaba la homosexualidad como enfermedad mental. Apenas hace 23 años se dejó de patologizar la identidad de género autopercibida.

Si bien este es el nombre oficial que recibe el día, hay que llamar las cosas por su nombre: no es fobia, que es una patología, sino odio. El odio es el que lleva a la discriminación, acoso y muerte de los cuepos diversos y no cis-heteronormados.

Hay pequeños avances sociales de respeto e inclusión, pero es sabido que la violencia y el odio siguen siendo protagonistas. La población travesti-trans tiene una proyeccion de vida hasta los 40 años y un destino limitado, en la mayoría de los casos, a la prostitución y/o precarización.

La primera causa que lleva a que tengan la expectativa de vida de personas de la Edad Media es, según el informe La Revolución de las Mariposas, es por VIH o enfermedades asociadas, como la tuberculosis, neumonía o pulmonía (64%), mientras que la segunda son los trans y travesticidios (15%).  

Su principal fuente de trabajo (70%) es la prostitución porque son discriminadas estigmatizadas y excludidas de otros empleos. Algunas políticas cómo el Cupo Laboral Trans conocida como la Ley Diana Sacayán-Lohana Berkins, se hace eco de esta problemática y exige un porcentaje de inclusión de personas travesti trans a puestos formales. 

Tampoco allí son liberades de la discriminación porque como el resto del personal no está capacitado en inclusión, siguen sufriendo prejuicios, estigmas, malos tratos y discriminación.

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¿Qué le pasa a una persona que ve mi cuerpo y reacciona de forma violenta?”, se pregunta Daniela artivista, transfeminista, antirracista y secretaria de la Asociación Civil Siete Colores Diversidad, que interpela a la sociedad para hacer un cambio cultural profundo que elimine la hostilidad de la vida de las personas travestis y trans.

Existe un miedo de pensar que los niños se van a convertir por ver travestis con derechos, y esto no es así”, lamenta.

Ella cuenta a Revista Colibrí que en su niñez en la Provincia de Salta fue discriminada, no la dejaron terminar la secundaria ni participar del viaje de egresados: “No pude cumplir mi sueño de viajar porque me veían y decían que no tenía derecho a nada”.

No se toma conciencia de lo que puede pasarle a una niña travesti o trans que fue sistemáticamente excluída de la escuela, de la parroquia, de la casa y la única salida que encuentra frente a tanta vulnerabilidad es la prostitución.

Casi el 30% de las personas trans comienzan a prostituirse entre los 11 y 13 años, el 46% lo hace entre los 14 y los 18 y un 24% luego de los 19. El 87% de las adultas encuestadas por La Revolución de las Mariposas, dejaría la prostitución si tuviese acceso a otro empleo. 

Han sido personas discriminadas por raras. “Yo también vengo de una familia heterosexual con padre, madre, tía.. no somos de Marte y bajamos de una nave espacial”, ironiza Daniela frente a las críticas que dan a entender que las personas LGBTIQ+ son producto de familias perversas, disfuncionales, entre otras teorías discriminatorias que elabora la sociedad cis-heteronormada.

Hasta 1990 les homosexuales eran categorizades como personas enfermas mentales. Es muy poco tiempo para asumir que estos estigmas no siguen circulando en la sociedad, pero Daniela confiesa que mantiene la esperanza, ya que algunas cosas de a poco están cambiando. Que exista hoy en día el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad habla de una visibilidad y una inclusión Estatal que no tenían antes.

La fuerza vincular, la organización transfeminista, la unión entre personas y el territorio hace que la red construida se amplíe y ayude a combatir las violencias.

“A nosotras y a las mujeres cis nos violan, nos matan, estamos en la misma situación”, dice la activista trans a Revista Colibrí.

El esfuerzo que deben hacer para ser protagonistas, alzar la voz y ser oídas es doble para las personas LGBTIQ+, porque además del odio sistemático que reciben, han sido adoctrinades para mantenerse invisibilizadas, mantenerse callades.

Daniela alienta a sus compañeras a levantar la mirada, empoderarse, salir de día y debatir sobre el respeto. Propone horizontes grandes, soñar es el motor que mantiene activos los cambios sociales, piensa en un futuro donde la presidenta sea marrón indigena y trans.

 “¿Por qué no podemos soñarlo? Es ampliar la mirada, yo quiero un mundo cambiado, donde les niñes trans puedan desarrollarse como cualquier persona sin que les digan que están mal y que deben entrar en la norma binaria”.

En este día le damos un rol protagónico a la diversidad, para que puedan expresarse libremente con el respeto que se merecen.

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